Francisco, a los seminaristas de Pamplona y San Sebastián: "No olviden que son hijos del Pueblo"

Prosigue el desfile de seminaristas españoles en el Vaticano, en esta ocasión, el turno ha sido para los procedentes de las diócesis de Pamplona y San Sebastián

"El seminario es un lugar donde aprender que un sacerdote es un redentor, como vuestro arzobispo mercedario, un redentor de cautivos; porque un sacerdote no puede ser otra cosa que una imagen viva de Jesús, el Redentor con mayúsculas"

Frente a la "dureza del corazón" que también experimentó Jesús entre sus contemporáneos, Jorge Mari Bergoglio, les pidió que, ustedes, "por el contrario, estén siempre listos para bendecir, para liberar"

El Papa, con el pañuelo de los sanfermines Vatican Media

Prosigue el desfile de seminaristas españoles en el Vaticano, en esta ocasión, el turno ha sido para los procedentes de las diócesis de Pamplona y Tudela, San Sebastián y Redemptoris Mater, en una audiencia que -como reconocía Francisco en el discurso que les dirigió- por la que "vuestro arzobispo tenía mucha ilusión y me decía que ustedes apelaban a mi cariño por las cárceles para que se la concediera", en alusión a Florencio Roselló, arzobispo de Pamplona (a quien acompañaba Fernando Prado, obispo de San Sebastián) y durante años responsable de la Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Epsicopal Española. " Espero que no entendieran con eso que el seminario es como una cárcel. No es así".

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Lejos de esa prisión, prosiguió el Papa, "el seminario es un lugar donde aprender que un sacerdote es un redentor, como vuestro arzobispo mercedario, un redentor de cautivos; porque un sacerdote no puede ser otra cosa que una imagen viva de Jesús, el Redentor con mayúsculas".

"Eso significa muchas cosas, pero una muy precisa es que debemos descender a las cárceles; a las gubernativas, ciertamente, a ofrecer a quienes están en ellas el aceite del consuelo y el vino de la esperanza que nos dejó el Buen Samaritano, pero también a todas aquellas prisiones que encarcelan a los hombres y mujeres de nuestra sociedad: las ideológicas, las morales, las que crean la explotación, el desaliento, la ignorancia o el olvido de Dios", continuó el Papa.

"Vayan a las cárceles"

En este punto, el Papa improvisó, y les dijo: "Vuelvo sobre las cárceles; por favor vayan a las cárceles, vayan, comprométanse. Desde que soy obispo, el Jueves Santo, el lavatorio de los pies lo hago en una cárcel. Ellos son los que más necesitan que les lavemos los pies, como diciéndoles: 'mirá, yo te lavo los pies porque yo soy peor que vos, pero yo tuve la suerte de que no me agarraron'”.

Francisco saluda a los obispos y seminaristas de Pamplona y San Sebastián Vatican Media

"Es lo que nos dice Jesús, uno recibe la unción para llevar libertad a cuantos se hayan encadenados, a veces sin darse cuenta", aseveraba Francisco en el discurso, y siguiendo el Evangelio de Lucas, les propuso "una buena meditación para la preparación de los futuros sacerdotes", donde "nos habla de docilidad al Espíritu, de hacer desierto para encontrar a Dios, vaciándonos de tantas cosas que llevamos como lastres. Nos anima a no tener miedo a enfrentarnos con la tentación de un ministerio idolátrico donde estemos en el centro, buscando el poder material o el aplauso".

Siguiendo con la reflexión del evangelista, el Papa instó a los seminaristas a que "no olviden nunca estas raíces, no se olviden que son hijos del Pueblo", así como a "no hacer distinción de personas por más que sean extranjeros o incluso enemigos, porque para Dios todos somos sus hijos".

Los obispos Roselló y Prado, de espaldas, esperan al Papa Vatican Media

Y frente a la "dureza del corazón" que también experimentó Jesús entre sus contemporáneos, Jorge Mari Bergoglio, les pidió que, ustedes, "por el contrario, estén siempre listos para bendecir, para liberar".  

"Sean así valientes, desprendidos e incansables para llevar la misericordia divina que el Señor tan generosamente ha derramado en ustedes al elegirlos para este ministerio", concluye finalmente el discurso del Papa, que no acabó de leer, porque, en un momento dado, les dijo: "Bueno, ustedes van a tener este escrito. Yo se lo dejo al obispo, para que se lo haga conocer. Así, no pierdo el tiempo en algo que en un rato ya no van a escuchar. Mejor vayan haciendo preguntas".

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