"Las buenas relaciones entre vecinos no se construyen con tales acciones", denuncia en la audiencia Francisco condena el ataque de Irán al Kurdistán y advierte contra "un aumento de la tensión en Oriente Medio"
En los saludos finales a los peregrinos, el Papa mostró su "cercanía y solidaridad a las víctimas del ataque misil en una zona urbana de Erbil, la capital de la región autónoma del Kurdistán iraquí", perpetrado por Irán.
"Las buenas relaciones entre vecinos no se construyen con tales acciones, sino con el diálogo y la colaboración. A todos les pido evitar todo paso que aumente la tensión en Oriente Medio y otros escenarios de guerra", añadió el Papa, quien volvió a pedir que "no nos olvidemos de los países que están en guerra".
Tras la gula, turno para hablar sobre otra "voracidad" en la catequesis del papa Francisco en la audiencia general de este miércoles, 17 de enero, la de la lujuria, ese "vínculo envenenado que los seres humanos tienen entre sí, especialmente en el ámbito de la sexualidad", con la aclaración previa de que "en el cristianismo no se condena el instinto sexual", aunque "esta hermosa dimensión de nuestra humanidad no está exenta de peligros"
Tras la gula, turno para hablar sobre otra "voracidad" en la catequesis del papa Francisco en la audiencia general de este miércoles, 17 de enero, la de la lujuria, ese "vínculo envenenado que los seres humanos tienen entre sí, especialmente en el ámbito de la sexualidad", con la aclaración previa de que "en el cristianismo no se condena el instinto sexual", aunque "esta hermosa dimensión de nuestra humanidad no está exenta de peligros"
Tras la gula, turno para hablar sobre otra "voracidad" en la catequesis del papa Francisco en la audiencia general de este miércoles, 17 de enero, la de la lujuria, ese "vínculo envenenado que los seres humanos tienen entre sí, especialmente en el ámbito de la sexualidad", con la aclaración previa de que "en el cristianismo no se condena el instinto sexual", aunque "esta hermosa dimensión de nuestra humanidad no está exenta de peligros", como indicó.
"Si no está contaminado por el vicio, el enamoramiento es uno de los sentimientos más puros", aunque se trata de "un jardín", como lo denominó, "está contaminado por el demonio de la lujuria, y este vicio es particularmente odioso, al menos por dos razones".
La primera, expuso, porque la lujuria "devasta las relaciones entre las personas" y "saquea, roba, consume de prisa, no quiere escuchar al otro sino sólo a su propia necesidad y placer"; la segunda, abundó Francisco, porque "es un vicio peligroso" que "implica todos los sentidos; habita tanto en el cuerpo como en la psique" y que puede llevar a que "el placer sexual se ve socavado por la pornografía: satisfacción sin relación que puede generar formas de adicción".
Francisco invitó a dar esta batalla contra la “cosificación” del otro -"empeño que dura toda la vida", apostilló-, porque "el premio de esta batalla es el más importante de todos, porque se trata de preservar esa belleza que Dios escribió en su creación cuando imaginó el amor entre el hombre y la mujer", una belleza que "nos hace creer que construir juntos una historia es mejor que lanzarse a la aventura, cultivar la ternura es mejor que doblegarse ante el demonio de la posesión, servir es mejor que conquistar. Porque si no hay amor, la vida es triste soledad".
En los saludos finales a los peregrinos, el Papa mostró su "cercanía y solidaridad a las víctimas del ataque misil en una zona urbana de Erbil, la capital de la región autónoma del Kurdistán iraquí", perpetrado por Irán.
"Las buenas relaciones entre vecinos no se construyen con tales acciones, sino con el diálogo y la colaboración. A todos les pido evitar todo paso que aumente la tensión en Oriente Medio y otros escenarios de guerra", añadió el Papa, quien volvió a pedir que "no nos olvidemos de los países que están en guerra".
"No olvidemos a Ucrania, no olvidemos a Palestina, a Israel, no olvidemos a los habitantes de la Franja de Gaza que sufren tanto, recemos por tantas, tantas víctimas de la guerra, la guerra destruye siempre, la guerra no siembra amor, siembra odio, la guerra es una verdadera derrota humana, recemos por toda la gente que está sufriendo tanto", añadió el Papa, quien, finalmente, y de cara a la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, invitó "a rezar para que los cristianos alcancen la plena comunión y sean unánime testimonio hacia todos, especialmente hacia los más frágiles".
Texto de la audiencia general
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuemos nuestro itinerario sobre los vicios y las virtudes; y los antiguos Padres nos enseñanque, después de la gula, el segundo "demonio" que está siempre agazapado a la puerta del corazón es el de la lujuria, llamada porneia en griego. Mientras que la gula es la voracidad hacia la comida, este segundo vicio es una especie de "voracidad" hacia otra persona, es decir, el vínculo envenenado que los seres humanos tienen entre sí, especialmente en el ámbito de la sexualidad.
Atención: en el cristianismo no se condena el instinto sexual. Un libro de la Biblia, el Cantar de los Cantares, es un maravilloso poema de amor entre dos parejas de novios. Sin embargo, esta hermosa dimensión de nuestra humanidad no está exenta de peligros, hasta el punto de que San Pablo ya tiene que abordar la cuestión en la Primera Carta a los Corintios. Escribe: "Es cosa pública que se cometen entre ustedes actos deshonestos, como no se encuentran ni siquiera entre los paganos" (5,1). El reproche del Apóstol se refiere precisamente a un manejo malsano de la sexualidad por parte de algunos cristianos.
Pero miramos la experiencia humana, la experiencia del enamoramiento. Por qué sucede este misterio y por qué es una experiencia tan demoledora en la vida de las personas, ninguno de nosotros lo sabe: es una de las realidades más sorprendentes de la existencia. La mayoría de las canciones que oímos en la radio hablan de esto: amores que se encienden, amores que siempre se buscan y nunca se alcanzan, amores llenos de alegría o amores que atormentan hasta las lágrimas.
Si no está contaminado por el vicio, el enamoramiento es uno de los sentimientos más puros. Una persona enamorada se vuelve generosa, disfruta haciendo regalos, escribe cartas y poemas. Deja de pensar en sí mismo para proyectarse completamente hacia el otro. Y si le preguntas a una persona enamorada para qué ama, no encontrará respuesta: en muchos sentidos, el suyo es un amor incondicional, sin motivo. Paciencia si ese amor, tan poderoso, es también un poco ingenuo: el enamorado no conoce realmente el rostro del otro, tiende a idealizarlo, está dispuesto a hacer promesas cuyo peso no capta inmediatamente. Este "jardín" donde se multiplican las maravillas no está, sin embargo, a salvo del mal. Está contaminado por el demonio de la lujuria, y este vicio es particularmente odioso, al menos por dos razones.
Ante todo, porque devasta las relaciones entre las personas. Para documentar tal realidad, desgraciadamente bastan las noticias cotidianas. ¿Cuántas relaciones que comenzaron de la mejor manera se han convertido luego en relaciones tóxicas, de posesión del otro, carentes de respeto y de sentido de los límites? Son amores en los que ha faltado la castidad: una virtud que no hay que confundir con la abstinencia sexual, sino con la voluntad de no poseer nunca al otro. Amar es respetar al otro, buscar su felicidad, cultivar la empatía por sus sentimientos, disponerse en el conocimiento de un cuerpo, una psicología y un alma que no son los nuestros, y que hay que contemplar por la belleza que encierran. La lujuria, en cambio, se burla de todo esto: saquea, roba, consume de prisa, no quiere escuchar al otro sino sólo a su propia necesidad y placer; la lujuria juzga aburrido todo cortejo, no busca esa síntesis entre razón, pulsión y sentimiento que nos ayudaría a conducir sabiamente la existencia. El lujurioso sólo busca atajos: no comprende que el camino del amor debe recorrerse lentamente, y esta paciencia, lejos de ser sinónimo de aburrimiento, nos permite hacer felices nuestras relaciones amorosas.
Pero hay una segunda razón por la cual la lujuria es un vicio peligroso, Entre todos los placeres del hombre, la sexualidad tiene una voz poderosa. Implica todos los sentidos; habita tanto en el cuerpo como en la psique; si no se disciplina con paciencia, si no se inscribe en una relación y una historia en la que dos individuos lo transforman en una danza amorosa, se convierte en una cadena que priva al hombre de libertad. El placer sexual se ve socavado por la pornografía: satisfacción sin relación que puede generar formas de adicción.
Ganar la batalla contra la lujuria, contra la “cosificación” del otro, puede ser un empeño que dura toda la vida. Pero el premio de esta batalla es la más importante de todos, porque se trata de preservar esa belleza que Dios escribió en su creación cuando imaginó el amor entre el hombre y la mujer. Esa belleza que nos hace creer que construir juntos una historia es mejor que lanzarse a la aventura, cultivar la ternura es mejor que doblegarse ante el demonio de la posesión, servir es mejor que conquistar. Porque si no hay amor, la vida es triste soledad.