Aumenta el número de personas mayores, pero no la cercanía
La Academia para la Vida destaca la urgencia de una nueva atención a las personas mayores, teniendo en cuenta el progresivo envejecimiento de la población en muchas sociedades. Paglia subrayó que esta tendencia no ha ido acompañada de una proximidad hacia ellos y -especificó- menos aún de una adecuada comprensión de la gran revolución demográfica de estas últimas décadas. La pandemia, según Monseñor Paglia, no ha hecho más que exacerbar la incapacidad de la sociedad contemporánea para atender adecuadamente a sus ancianos, acentuando la cultura del descarte que tanto preocupa al Santo Padre.
La pandemia y la masacre de mayores
En la voz de Monseñor Paglia, se recuerdan algunos datos, definidos como brutales, relacionados con la pandemia, que ha segado a la población anciana en todos los continentes. Más de dos millones trescientos mil ancianos han muerto a causa de Covid-19, la mayoría de ellos mayores de setenta y cinco años. "Y la mayoría – señaló - murió en instituciones para mayores". En Italia, la mitad de las víctimas ancianas del coronavirus se registraron en los hogares de ancianos, mientras que sólo el 24% del total de fallecimientos correspondía a ancianos y personas mayores que vivían en casa. Citó una investigación de la Universidad de Tel Aviv sobre países europeos que mostraba la relación directamente proporcional entre el número de camas en las residencias para ancianos y el número de muertes de ancianos: "En todos los países la proporción es la misma: a medida que aumenta el número de camas, también aumenta el número de víctimas en la población de ancianos".
Repensar la atención a las personas mayores
Buscar chivos expiatorios para estas situaciones no es oportuno, sugiere Monseñor Paglia, quien sin embargo invita a no callar: sería un silencio culpable y sospechoso. De ahí el llamamiento: "Es urgente repensar globalmente la cercanía de la sociedad hacia las personas mayores. Hay mucho que revisar en el sistema de atención y asistencia a las personas mayores. La institucionalización de los ancianos en residencias, en todos los países, no ha garantizado necesariamente mejores condiciones de atención, especialmente para los más débiles". Se dirige a todos, mostrando la tercera Nota producida sobre la pandemia, por la Academia.
El compromiso de la Iglesia: la fragilidad no es una maldición
"No podemos no comprometernos con una visión profunda que guíe el cuidado de la tercera y cuarta edad", dijo el prelado al dirigirse al pueblo eclesial, recordando que "la civilización de una época se mide por cómo tratamos a los más débiles y frágiles". La muerte y el sufrimiento de los más ancianos no pueden sino representar una llamada a hacer algo mejor, a hacer algo diferente, a hacer más". Y va más allá cuando habla de la debilidad que - afirma- "no es una maldición, sino una vía para encontrar a Dios en el rostro de Jesucristo". Repite que la fragilidad puede convertirse en una fuerza evangelizadora y que la Iglesia debe reinterpretar cada vez más su propia vocación para ser un modelo y un faro para muchas familias y para toda la sociedad "para que los que envejecen sean apoyados y ayudados a permanecer en casa y nunca abandonados". Los ancianos, aunque ya no puedan hablar, son el Magisterio, dijo Monseñor Paglia que concluyó con la lectura de un poema "La vejez" de Edith Bruck, que mantuvo en casa a su marido enfermo de Alzheimer hasta el final y lo recuerda como la época más hermosa de su vida.
Las personas mayores: memoria y esperanza. El riesgo de considerarlos improductivos
Monseñor Bruno-Marie Duffè, Secretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, recuerda la Exhortación Apostólica "Christus vivit", en la que el Santo Padre evoca el testimonio de un joven auditor del Sínodo de los Jóvenes, procedente de las Islas Samoa, que habla de la Iglesia como de una canoa, en la que los ancianos ayudan a mantener el rumbo interpretando la posición de las estrellas y los jóvenes reman con fuerza imaginando lo que les espera más adelante.
Si perdemos los consejos de los mayores, corremos el riesgo de perder la memoria - explica Duffè - y, al perder la memoria, perdemos también la esperanza. Duffè subraya una paradoja: los ancianos están siempre un paso por delante, y, citando a San Agustín, recuerda la preciosa ayuda que nos llega de los mayores, que pueden aconsejarnos y los más jóvenes pueden animarnos. Advierte sobre la "cultura tecnicista, que sitúa la eficacia inmediata en el centro del pensamiento y de la vida ", y que a menudo nos lleva a abandonar a los ancianos, a considerarlos menos productivos, personas que están en su final. El riesgo es el individualismo, que también en la Encíclica Fratelli tutti el Papa muestra como un peligro siempre al acecho.
Lo que aprendemos de la pandemia: el vínculo entre generaciones
El necesario distanciamiento impuesto por la pandemia, que ha impedido a niños y jóvenes encontrarse con los mayores, ha generado a veces verdaderos trastornos psicológicos en algunos jóvenes, recuerda Duffè. De ahí que se subraye que la emergencia sanitaria ha sacado a la luz un importante componente de las relaciones sociales: el diálogo intergeneracional, hecho de sueños y ternura: "Si los ancianos siguen soñando, los jóvenes pueden seguir inventando". Es el vínculo de la escucha y el cuidado entre generaciones, el gran tesoro, la gran oportunidad que se puede aprovechar de la tragedia de la pandemia que ha conmocionado al mundo. Duffè concluye que en este tesoro de la memoria está realmente la fe, recibida y ofrecida: ese sabor de la vida eterna que ya ha comenzado.
Japón, el país más anciano y la discriminación de los enfermos infecciosos
Desde uno de los países en los que la natalidad está disminuyendo drásticamente, intervino la profesora Etsuo Akiba, docente de la Universidad de Toyama. En Japón, las personas mayores de 60 años representan el 98% de las muertes por coronavirus, indicó, y explicó que en Tokio el número de muertes fuera de los hospitales está aumentando de forma drástica. Etsuo Akiba lamenta que los medios de comunicación japoneses no informen de la situación real de las muertes de los ancianos, sus historias particulares, dónde y cómo murieron. El dolor de los nietos y familiares que han perdido a un ser querido no es compartido por el público en general. En el trasfondo de la indiferencia pública ante la muerte de los ancianos, se encuentra la grave discriminación de quienes padecen enfermedades infecciosas y también la brecha entre generaciones, provocada por la aparición de la visión mononuclear de la familia desde la Segunda Guerra Mundial. En la base hay una idea de autodeterminación que deriva de una "fuerte visión individualista".
Una sociedad competitiva: el aumento de los suicidios entre los jóvenes
La profesora se centra en la educación en Japón, donde los estudiantes deben empeñarse en una fuerte competencia dentro de un círculo cerrado. Habla de la difusión del acoso en las aulas, que está muy extendido. Los que no lo soportan suelen aislarse, a veces durante largos años y, en los peores casos, se suicidan. Los suicidios de estudiantes mujeres están aumentando.
En cuanto a la generación más anciana, la tendencia es mudarse a las periferias, sola. El mayor temor de los ancianos es la agnosia, la incapacidad de reconocer objetos y rostros familiares. La tendencia es redactar una "Nota de Fin", rechazando los cuidados terminales antes de perder la capacidad de autodeterminación. Ambas generaciones no dialogan entre sí.
Proyectos de ayuda mutua
La cultura religiosa tradicional de Japón está trabajando para crear una comunidad regional de ayuda mutua. Cita el "Proyecto Ciudad Compacta", un proyecto de vinculación intergeneracional en colaboración con la universidad y la industria de la jardinería paisajística. El "Toyama Day Care System", introducido por una enfermera jubilada hace 30 años, también se ha convertido en un proyecto nacional. Los ancianos y los niños discapacitados conviven en la gran casa tradicional japonesa diseñada para acoger a tres generaciones, con el apoyo de los propios miembros de la familia y la ayuda del personal de soporte. Se ha podido informar del extraordinario caso de cómo ha mejorado la condición de los niños con Trastorno por Déficit de Atención en el hogar.
El llamamiento a no encerrarse nacionalismos estériles
La profesora concluyó su discurso invitando a profundizar en nuestras raíces, a reconducir la ética japonesa a su origen último, al supremo bien común compartido por todos los seres humanos. Hay que lograr una perspectiva cosmopolita, explica. El desarrollo de la Bioética Global, promovida por la Pontificia Academia para la Vida, concluye, podría ser una poderosa herramienta para el trabajo misionero.