El decano de la Rota comenzará en breve a tomar decisiones ejecutivas en el complejo El Papa entrega a Alejandro Arellano el mandato para 'comisariar' Torreciudad
Un encuentro que ha servido, entre otras cuestiones, para que Francisco le entregara oficialmente el mandato, firmado el domingo 6 de octubre en la sede de la Nunciatura en Madrid, y con efectos desde el día siguiente
El paso protocolario es la entrega 'formal' del mandato al comisario, que debía darse en un plazo no superior a 15 días, y que se ha producido hoy. Empieza, pues, el 'comisariado' de Torreciudad, quien en los próximos días comenzará a tomar decisiones operativas
El Papa Francisco recibió esta mañana a Alejandro Arellano, decano del Tribunal de la Rota y, desde el pasado 7 de octubre, comisario pontificio plenipotenciario y delegado de la Santa Sede para el "complejo de Torreciudad", tal y como relata el Bolletino de hoy. Un encuentro que ha servido, entre otras cuestiones, para que Francisco le entregara oficialmente el mandato, firmado el domingo 6 de octubre en la sede de la Nunciatura en Madrid, y con efectos desde el día siguiente.
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El paso protocolario es la entrega 'formal' del mandato al comisario, que debía darse en un plazo no superior a 15 días, y que se ha producido hoy. Empieza, pues, el 'comisariado' de Torreciudad, quien en los próximos días comenzará a tomar decisiones operativas. Tal y como apuntaba la Santa Sede hace diez días, Arellano Cedillo, de 62 años, "tendrá la misión de encontrar una solución a las diferencias entre la Diócesis de Barbastro-Monzón y la Prelatura del Opus Dei sobre la regularización jurídica, canónica y pastoral del complejo de Torreciudad".
¿Nuevo rector y santuario diocesano?
Como adelantábamos en su día, la misión del decano de la Rota no se quedará única y exclusivamente en determinar a quién corresponde la designación de rector de Torreciudad -de hecho, lo más probable es que sea Arellano quien nombre nuevo rector interino, o alguien que actúe en su nombre-, sino que determinará cuál es el presente, y el futuro, del santuario-oratorio. Y es que en lo único que coinciden la Obra y la diócesis es en la oportunidad de transformar el complejo en un santuario diocesano, lo que permitiría toda una serie de actuaciones y actividades. Incluidas las económicas.
Así, Arellano deberá comprobar el estado de las cuentas de Torreciudad, que según el Opus Dei siguen siendo deficitarios (algunos de sus órganos de comunicación están tratando de 'marcar agenda', ilustrando cómo empresas y fundaciones vinculadas a miembros de la Obra han salvado en más de una ocasión de la quiebra al complejo, además de un recorrido histórico por el proceso de construcción del mismo, auspiciado por el propio Escrivá de Balaguer, quien pudo visitarlo antes de fallecer), y cuáles son las responsabilidades de cada uno de los 'actores', activos y pasivos, presentes en Torreciudad desde antes incluso de su construcción.
El 'censo enfitéutico', la propiedad de las empresas supuestamente concesionarias del mismo, los vaivenes históricos y legales ocurridos a lo largo de este tiempo, las propiedades anejas al complejo o los proyectos de futuro respecto a las mismas. ¿Qué dinero ingresa realmente Torreciudad, y de dónde viene? ¿Qué controles se siguen para su origen y destino? ¿Cuál es la deuda, si la hay, y quién la paga? ¿Hay créditos o cantidades sin abonar?, serán algunas de las cuestiones a apuntalar antes de tomar una decisión definitiva sobre el futuro del santuario-oratorio, que el año que viene cumplirá medio siglo desde su fundación.