Francisco reitera en la catequesis que "el proselitismo no es cristiano" El Papa condena el ataque con misiles del sábado pasado en Ucrania, “un trágico episodio” ante el que “no se puede permanecer indiferente”
"Jesus nos ofrece la clave de su acción en el mundo: desgastarse por los pecadores, haciéndose solidario con nosotros sin distancias, en el compartir total de la vida"
"El suyo es un corazón pastoral… su corazón pastoral late siempre por quien está perdido, alejado. ¿Y el nuestro?"
"Os pido a todos que recéis conmigo por el padre Isaac Achi, de la diócesis de Minna, en el norte de Nigeria, asesinado el domingo pasado en su casa parroquial"
"Si una oveja sale y se pierde, no la abandona, sino que la busca. No dice: '¡Se ha ido, culpa suya, asunto suyo!'"
"No se trata de hacer proselitismo para que los otros sean 'de los nuestros', sino de amar para que sean hijos felices de Dios"
"Os pido a todos que recéis conmigo por el padre Isaac Achi, de la diócesis de Minna, en el norte de Nigeria, asesinado el domingo pasado en su casa parroquial"
"Si una oveja sale y se pierde, no la abandona, sino que la busca. No dice: '¡Se ha ido, culpa suya, asunto suyo!'"
"No se trata de hacer proselitismo para que los otros sean 'de los nuestros', sino de amar para que sean hijos felices de Dios"
"No se trata de hacer proselitismo para que los otros sean 'de los nuestros', sino de amar para que sean hijos felices de Dios"
Una vez más, el Papa Francisco, aprovechó la audiencia de los miércoles, para condenar el ataque con misiles en Ucrania del sábado pasado, que “se cobró numerosas víctimas civiles”. Tras hacer suya la “desgarradora pena de los familiares”, llama a “todas las conciencias”, porque, ante “este trágico episodio”, “no se puede permanecer indiferente.
En su ciclo de catequesis, dedicadas a la pasión por evangelizar, reflexionó sobre “la persona de Jesús, que es el modelo insuperable de todo evangelizador”. Porque “el suyo es un corazón pastoral… su corazón pastoral late siempre por quien está perdido, alejado. ¿Y el nuestro?”. Para tener su mismo corazón, los cristianos, según el Papa, tienen que “sufrir” por los que se van y “arriesgar”, para salir a su encuentro. Eso sí, sin hacer proselitismo, “porque el proselitismo no es cristiano”. Porque “no se trata de hacer proselitismo para que los otros sean “de los nuestros”, sino de amar para que sean hijos felices de Dios”.
Texto completo de la catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El miércoles pasado iniciamos un ciclo de catequesis sobre la pasión de evangelizar, sobre el celo apostólico que debe animar a la Iglesia y a todo cristiano. Hoy miramos al modelo insuperable del anuncio: Jesús. El Evangelio del día de Navidad lo definía “Verbo de Dios” (cfr Jn 1,1). El hecho de que él sea el Verbo, es decir la Palabra, nos indica un aspecto esencial de Jesús: Él está siempre en relación, en salida; la palabra, de hecho, existe para ser transmitida, comunicada. Así es Jesús, Palabra eterna del Padre que llega a nosotros. Cristo no solo tiene palabras de vida, sino que hace de su vida una Palabra: es decir, vive siempre dirigido hacia el Padre y hacia nosotros. Siempre mirando al Padre y a nosotros.
De hecho, si miramos a sus jornadas, descritas en los Evangelios, vemos que en el primer lugar está la intimidad con el Padre, la oración, por la que Jesús se levanta temprano, cuando todavía está oscuro, y se dirige a zonas desiertas a rezar (cfr Mc 1,35; Lc 4,42). Todas las decisiones y las elecciones más importantes las toma después de haber rezado (cfr Lc 6,12; 9,18). Precisamente en esta relación, en la oración que le une al Padre en el Espíritu, Jesús descubre el sentido de su ser hombre, de su existencia en el mundo como misión para nosotros.
A tal propósito es interesante el primer gesto público que Él realiza, después de los años de la vida escondida en Nazaret. Jesús no hace un gran prodigio, no lanza un mensaje con efecto, sino que se mezcla con la gente que iba para ser bautizada por Juan. Así nos ofrece la clave de su acción en el mundo: desgastarse por los pecadores, haciéndose solidario con nosotros sin distancias, en el compartir total de la vida. De hecho, hablando de su misión, dirá que no ha venido «a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45). Cada día, después de la oración, Jesús dedica toda su jornada al anuncio del Reino de Dios y a las personas, sobre todo a los más pobres y débiles, a los pecadores y a los enfermos (cfr Mc 1,32-39).
Entonces, si queremos representar con una imagen su estilo de vida, no tenemos dificultad en encontrarla: Jesús mismo nos la ofrece, hablando de sí como del buen Pastor, aquel que – dice - «da su vida por las ovejas» (Jn 10,11). De hecho, ser el pastor no era solo un trabajo, que requería tiempo y mucho empeño; era una verdadera forma de vida: veinticuatro horas al día, viviendo con el rebaño, acompañándolo a pastar, durmiendo entre las ovejas, cuidando de las más débiles. En otras palabras, Jesús no hace algo por nosotros, sino que da su vida por nosotros. El suyo es un corazón pastoral (cfr Ez 34,15).
De hecho, para resumir en una palabra la acción de la Iglesia se usa a menudo precisamente el término “pastoral”. Y para valorar nuestra pastoral, debemos compararnos con el modelo, Jesús buen Pastor. En primer lugar, podemos preguntarnos: ¿lo imitamos bebiendo de las fuentes de la oración, para que nuestro corazón esté en sintonía con el suyo? La intimidad con Él es, como sugería el bonito volumen del abad Chautard, «el alma de todo apostolado». Jesús mismo lo dijo claramente a sus discípulos: «separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Si se está con Jesús se descubre que su corazón pastoral late siempre por quien está perdido, alejado. ¿Y el nuestro?
Hemos escuchado la parábola de la oveja perdida, contenida en el capítulo 15 del Evangelio de Lucas (cfr vv. 4-7). Jesús habla también de la moneda perdida y del hijo pródigo. Si queremos entrenar el celo apostólico, el capítulo 15 de Lucas hay que tenerlo siempre presente. Léanlo a menudo. Ahí descubrimos que Dios no está para contemplar el recinto de sus ovejas y tampoco las amenaza para que no se vayan. Más bien, si una sale y se pierde, no la abandona, sino que la busca. No dice: “¡Se ha ido, culpa suya, asunto suyo!”.
El corazón pastoral reacciona de otra manera: sufre y arriesga. Sufre: sí, Dios sufre por quien se va y, mientras lo llora, lo ama todavía más. El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón. Sufre por los que no conocen la belleza de su amor y el calor de su abrazo. Pero, en respuesta a este sufrimiento, no se cierra, sino que arriesga: deja las noventa y nueve ovejas que están a salvo y se aventura por la única perdida, haciendo algo arriesgado y también irracional, pero acorde con su corazón pastoral, que tiene nostalgia de los que se han ido; no rabia ni resentimiento, sino una irreductible nostalgia por nosotros. Es el celo de Dios.
Y nosotros, ¿tenemos sentimientos similares? Quizá vemos como adversarios o enemigos a los que han dejado el rebaño. Ha perdido la fe, se ha ido, irá al infierno, solemos decir. Encontrándoles en la escuela, el trabajo, en las calles de la ciudad, ¿por qué no pensar más bien que tenemos una bonita ocasión de testimoniarles la alegría de un Padre que les ama y que nunca les ha olvidado? Hay una buena palabra para ellos y nosotros tenemos el honor y la carga de llevarla. Porque la Palabra, Jesús, nos pide esto: Acercarse siempre, con el corazón abierto, a todos. ¡Quizá seguimos y amamos a Jesús desde hace tiempo y nunca nos hemos preguntado si compartimos los sentimientos, si sufrimos y arriesgamos en sintonía con su corazón pastoral! No se trata de hacer proselitismo para que los otros sean “de los nuestros”, sino de amar para que sean hijos felices de Dios. El proselitismo no es cristiano. Pidamos en la oración la gracia de un corazón pastoral, abierto, para sentir la nostalgia de Cristo. Porque, sin este amor que sufre y arriesga, corremos el riesgo de pastar solo nosotros mismos. Pastores que se pastorean a sí mismos.
Saludo en inglés
Doy la bienvenida a todos los peregrinos anglófonos, especialmente a los de la República Democrática del Congo, Australia y los Estados Unidos de América. Saludo especialmente a los numerosos grupos de estudiantes presentes. Os pido a todos que recéis conmigo por el padre Isaac Achi, de la diócesis de Minna, en el norte de Nigeria, asesinado el domingo pasado en su casa parroquial. Cuántos cristianos sufren la violencia en su propia piel: ¡oremos por ellos! Sobre todos vosotros y sobre vuestras familias invoco la paz del Señor Jesús. ¡Que Dios te bendiga!
Saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:
En el ciclo de catequesis dedicadas a la pasión por evangelizar —que comenzamos el miércoles pasado—, hoy reflexionamos sobre la persona de Jesús, que es el modelo insuperable de todo evangelizador. Jesús anunció el Reino de Dios con gestos y palabras, pero sobre todo con su propia vida. Él es el Buen Pastor que no se conforma con cuidar a las ovejas que están en el rebaño; sino que, sin medir los sacrificios, va en busca de las que están alejadas y perdidas. También nosotros estamos llamados a imitar ese modo “pastoral” de vivir.
El primer paso para poder imitar a Jesús es rezar, es decir, tener momentos de intimidad con Dios, para que nuestro corazón se configure con el suyo y vayamos adquiriendo sus mismos sentimientos. Si somos verdaderos testigos de la alegría del Evangelio, descubriremos dos verbos propios de la tarea pastoral: sufrir y arriesgar. Sufriremos porque Dios no es conocido y amado, y tendremos que tomar decisiones arriesgadas, para que todos puedan encontrarse con Él y experimentar su amor.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a Jesús, Buen Pastor, que nos conceda un corazón semejante al suyo, dispuesto a cuidar con ternura de todos los hermanos y hermanas que Él mismo nos confía, de modo especial los que se sienten perdidos o están alejados de su Presencia, que alegra y da vida. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Saludo del Papa en italiano
Y no olvidemos rezar por la atormentada Ucrania, tan necesitada de cercanía, consuelo y, sobre todo, paz. El sábado pasado, un nuevo ataque con misiles se cobró numerosas víctimas civiles, entre ellas niños. Hago mía la desgarradora pena de los familiares. Las imágenes y los testimonios de este trágico episodio son un fuerte llamamiento a todas las conciencias. No se puede permanecer indiferente.
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