"Seguimos siendo demasiado eurocéntricos", señaló el Papa al comparar la Iglesia con las de aquellos países Francisco: "En mi viaje apostólico a Asia y Oceanía respiré aire de primavera"

Francisco, en la audiencia general
Francisco, en la audiencia general RD/Captura

"Seguimos siendo demasiado eurocéntricos o, como se suele decir, «occidentales». En realidad, ¡la Iglesia es mucho más grande y está más viva!", comenzó espetando el Papa al ofrecer su primera reflexión sobre ese viaje, subrayando, además, que se trata de Iglesia "que no hacen proselitismo, sino que crecen por «atracción»"

En Indonesia "vi que la fraternidad es el futuro, es la respuesta a la anti-civilidad, a las tramas diabólicas del odio y la guerra"

"Papúa Nueva Guinea puede ser un «laboratorio» de este modelo de desarrollo integral, animado por el «fermento» del Evangelio"

"En Timor Oriental vi la juventud de la Iglesia: familias, niños,  jóvenes, muchos seminaristas y aspirantes a la vida consagrada. ¡Respiré «aire de primavera»!"

"Incluso en la rica Singapur -apuntó el Papa- existen los «pequeños», que siguen el  Evangelio y se convierten en sal y luz, testimonios de una esperanza más grande de aquella que los beneficios económicos pueden garantizar"

Todavía muy vívidas en su retina su reciente las imágenes de su viaje a Asia u Oceanía, del que parece que regresó rejuvenecido, Francisco dedicó la catequesis de la audiencia general de este miércoles, 18 de septiembre, a rememorar lo que ya es la gira apostólica más larga de su pontificado, agradeciendo en primer lugar "al Señor, que me permitió hacer como Papa anciano lo que me hubiera gustado hacer como joven jesuita"

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"Seguimos siendo demasiado eurocéntricos o, como se suele decir, «occidentales». En realidad, ¡la Iglesia es mucho más grande y está más viva!", comenzó espetando el Papa al ofrecer su primera reflexión sobre ese viaje, subrayando, además, que se trata de Iglesia "que no hacen proselitismo, sino que crecen por «atracción»". 

"En Indonesia, los cristianos son aproximadamente el 10%, y los católicos el 3%. Pero lo que encontré fue una Iglesia viva, dinámica, capaz de vivir y transmitir el Evangelio en un país que tiene una cultura muy noble, proclive a armonizar la diversidad, y que al mismo tiempo cuenta con la mayor presencia de musulmanes del mundo", destacó el Papa, subrayando que "allí vi que la fraternidad es el futuro, es la respuesta a la anti-civilidad, a las tramas diabólicas del odio y la guerra".  

Francisco, al comienzo de la audiencia general en la plaza de San Pedro
Francisco, al comienzo de la audiencia general en la plaza de San Pedro RD/Captura

"Encontré la belleza de una Iglesia misionera, 'en salida', en Papúa Nueva Guinea, un  archipiélago que se extiende hacia la inmensidad del océano Pacífico. Allí, las diferentes etnias hablan más de ochocientas lenguas: un entorno ideal para el Espíritu Santo, al que le encanta hacer resonar el  mensaje del Amor en la sinfonía de los lenguajes", señaló Francisco.

"Ne conmovió escuchar las canciones y la música de los jóvenes: en  ellos vi un futuro nuevo, sin violencia tribal, sin dependencia, sin colonialismo económico o ideológico;  un futuro de fraternidad y de cuidado del maravilloso ambiente natural. Papúa Nueva Guinea puede ser un  «laboratorio» de este modelo de desarrollo integral, animado por el «fermento» del Evangelio.

Fieles en la plaza de san Pedro para escuchar la catequesis del Papa
Fieles en la plaza de san Pedro para escuchar la catequesis del Papa RD/Captura

"La fuerza de promoción humana y social del mensaje cristiano destaca de forma particular en la  historia de Timor Oriental. Allí, la Iglesia ha compartido el proceso de independencia con todo el pueblo, orientándolo siempre hacia la paz y la reconciliación. No se trata de una ideologización de la fe, no, es la fe la que se convierte en cultura y al mismo tiempo la ilumina, la purifica y la eleva. Por eso relancé la  fructífera relación entre fe y cultura, en la que ya se había centrado San Juan Pablo II en su visita", destacó Francisco, destacando que, "en resumen, en Timor Oriental vi la juventud de la Iglesia: familias, niños,  jóvenes, muchos seminaristas y aspirantes a la vida consagrada. ¡Respiré «aire de primavera»!".

Finalmente, Francisco se refirió a la última etapa de su viaje,Singapur, "un país muy diferente de los otros tres", donde "los cristianos allí son una minoría, pero siguen formando una Iglesia viva, comprometida a generar armonía y fraternidad entre las  diferentes etnias, culturas y religiones".

Fieles brasileños responden al saludo del Papa en la audiencia general.jog
Fieles brasileños responden al saludo del Papa en la audiencia general.jog RD/Vaticano

"Incluso en la rica Singapur -apuntó el Papa- existen los «pequeños», que siguen el  Evangelio y se convierten en sal y luz, testimonios de una esperanza más grande de aquella que los beneficios económicos pueden garantizar".

Finalmente, en su saludo a los fieles presentes en la plaza de San Pedro, recordó a las víctimas de las lluvias torrenciales que han caído sobre una parte importante de Europa Central, recordó la celebración de la Jornada Mundial contra el Alzheimer, animando la investigación científica para hacer frente a esta enfermedad y, como siempre, pidió rezar por la paz -"la guerra es siempre un fracaso", reiteró- y pidió no olvidarse de Palestina,  Israel, "la martirizada Ucrania", Myanmar, y demás lugares del planeta donde se viven conflictos.

Texto íntegro de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

Hoy les hablaré del viaje apostólico que realicé en Asia y Oceanía. 

Fue Pablo VI, en 1970, el primer Papa que voló al encuentro del sol naciente, visitando  largamente Filipinas y Australia, pero también haciendo escala en varios países asiáticos y en Samoa. ¡Un viaje memorable! También en esto intenté seguir su ejemplo, pero, con algunos años más que él, me  imité a cuatro países: Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. ¡Doy gracias al Señor, que me permitió hacer como Papa anciano lo que me hubiera gustado hacer como joven jesuita! 

Una primera reflexión que surge espontáneamente tras este viaje es que, al pensar en la Iglesia, seguimos siendo demasiado eurocéntricos o, como se suele decir, «occidentales». En realidad, ¡la Iglesia es mucho más grande y está más viva! Lo experimenté con emoción cuando conocí esas comunidades, escuchando los testimonios de sacerdotes, monjas, laicos, especialmente catequistas. Iglesias que no hacen proselitismo, sino que crecen por «atracción». 

En Indonesia, los cristianos son aproximadamente el 10%, y los católicos el 3%. Pero lo que  encontré fue una Iglesia viva, dinámica, capaz de vivir y transmitir el Evangelio en un país que tiene una cultura muy noble, proclive a armonizar la diversidad, y que al mismo tiempo cuenta con la mayor presencia de musulmanes del mundo. En ese contexto, tuve la confirmación de cómo la compasión es el camino por el que los cristianos pueden y deben caminar para dar testimonio de Cristo Salvador y encontrarse al mismo tiempo con las grandes tradiciones religiosas y culturales. «Fe, fraternidad,  compasión» fue el lema de la visita a Indonesia: con estas palabras el Evangelio entra cada día, concretamente, en la vida de ese pueblo, acogiéndolo y dándole la gracia de Jesús muerto y resucitado.  Estas palabras son como un puente, como el paso subterráneo que une la catedral de Yakarta con la mezquita más grande de Asia. Allí vi que la fraternidad es el futuro, es la respuesta a la anti-civilidad, a  las tramas diabólicas del odio y la guerra.  

Encontré la belleza de una Iglesia misionera, “en salida”, en Papúa Nueva Guinea, un  archipiélago que se extiende hacia la inmensidad del océano Pacífico. Allí, las diferentes etnias hablan  más de ochocientas lenguas: un entorno ideal para el Espíritu Santo, al que le encanta hacer resonar el  mensaje del Amor en la sinfonía de los lenguajes. Allí, de manera especial, los protagonistas fueron y  siguen siendo los misioneros y los catequistas. Me alegró el corazón poder pasar algún tiempo con los  misioneros y catequistas de hoy; y me conmovió escuchar las canciones y la música de los jóvenes: en  ellos vi un futuro nuevo, sin violencia tribal, sin dependencia, sin colonialismo económico o ideológico;  un futuro de fraternidad y de cuidado del maravilloso ambiente natural. Papúa Nueva Guinea puede ser un  «laboratorio» de este modelo de desarrollo integral, animado por el «fermento» del Evangelio. Porque no  hay humanidad nueva sin hombres y mujeres nuevos, y éstos sólo los hace el Señor.  

La fuerza de promoción humana y social del mensaje cristiano destaca de forma particular en la  historia de Timor Oriental. Allí, la Iglesia ha compartido el proceso de independencia con todo el pueblo,  orientándolo siempre hacia la paz y la reconciliación. No se trata de una ideologización de la fe, no, es la fe la que se convierte en cultura y al mismo tiempo la ilumina, la purifica y la eleva. Por eso relancé la  fructífera relación entre fe y cultura, en la que ya se había centrado San Juan Pablo II en su visita. Pero  sobre todo me impresionó la belleza de ese pueblo: un pueblo probado pero alegre, un pueblo sabio en el  sufrimiento. Un pueblo que no sólo genera muchos niños, sino que les enseña a sonreír. Y esto es una  garantía para el futuro. En resumen, en Timor Oriental vi la juventud de la Iglesia: familias, niños,  jóvenes, muchos seminaristas y aspirantes a la vida consagrada. ¡Respiré «aire de primavera»! 

La última etapa de este viaje fue Singapur. Un país muy diferente de los otros tres: una ciudad estado, muy moderna, el polo económico y financiero de Asia y más allá. Los cristianos allí son una  minoría, pero siguen formando una Iglesia viva, comprometida a generar armonía y fraternidad entre las  diferentes etnias, culturas y religiones. Incluso en la rica Singapur existen los «pequeños», que siguen el  Evangelio y se convierten en sal y luz, testimonios de una esperanza más grande de aquella que los  beneficios económicos pueden garantizar. 

¡Agradezco a Dios por el don de este viaje! Y renuevo mi gratitud a las autoridades civiles y a las  Iglesias locales, que me han acogido con tanto entusiasmo. ¡Que Dios bendiga a los pueblos que he  encontrado y los guíe por el camino de la paz y la fraternidad! 

Saludo en lengua española

Queridos hermanos y hermanas: 

Hoy quiero compartir con ustedes algunas vivencias del viaje apostólico que realicé en Asia  y Oceanía. Allí me encontré con comunidades que dan testimonio de una Iglesia en salida, viva y  alegre. En Indonesia pude ver cómo la fe, la fraternidad y la compasión son el camino para anunciar  a Cristo y establecer puentes con las grandes tradiciones religiosas y culturales. En Papúa Nueva  Guinea fui testigo de la gran labor de los misioneros y catequistas que, con la fuerza del Espíritu  Santo, transmiten la alegría del Evangelio a grupos étnicos que hablan más de ochocientas lenguas. 

En Timor Oriental la Iglesia es un instrumento de paz y reconciliación, llamada a promover  la relación entre fe y cultura. Es un pueblo joven que, aun probado por el sufrimiento, no deja de  sonreír. La última etapa del viaje fue Singapur, un país moderno y próspero, donde los cristianos  constituyen una minoría, pero que son sal y luz, testimoniando que hay una esperanza mucho más  grande de aquella que los beneficios económicos pueden ofrecer. 

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Agradezco al Señor por el don de la  visita a Asia y Oceanía, así como a todas las personas que me han acompañado con sus oraciones.  También renuevo mi gratitud a las autoridades y a las Iglesias locales que me han acogido con tanto entusiasmo. ¡Que Dios bendiga a los pueblos que he  encontrado y los guíe por el camino de la paz y la fraternidad! 

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