Era una figura discreta y amable, de gran inteligencia y conocimiento y profunda fe. A menudo se le veía caminar por la Via della Conciliazione rezando en voz baja de camino a su despacho. Así recuerdan muchos al cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, Prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, fallecido hoy, 25 de noviembre, a los 72 años. Estaba ingresado en el Hospital Gemelli. Esta misma mañana, el Papa, durante un discurso a una delegación internacional jainista en la que estaban presentes representantes del Dicasterio, había mencionado al cardenal español: «Está muy mal de salud, se está muriendo», dijo.
Ayuso Guixot tenía problemas de salud desde hacía algún tiempo, que le habían obligado a repetidas hospitalizaciones y operaciones quirúrgicas. Por eso no le había sido posible acompañar al Papa el pasado mes de septiembre en el largo viaje papal al sudeste asiático y Oceanía, donde el componente interreligioso era fuerte. Uno de los muchos «viajes de fraternidad», como le gustaba describir al cardenal, gran conocedor del islam y del mundo árabe, las visitas del Papa Francisco a países donde la Iglesia católica es minoritaria, para reforzar el diálogo entre religiones como prioridad del pontificado. Viajes que Ayuso Guixot siempre había participado en seguir.
En concreto en 2019 había vivido el viaje a Emiratos Árabes Unidos y Marruecos en febrero y marzo como secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, y el de noviembre a Tailandia y Japón, como presidente del mismo Dicasterio a las pocas semanas de ser creado cardenal, el 5 de octubre de 2019. Luego estuvo presente en el histórico viaje del Papa a Irak, en marzo de 2021, el primero tras el paréntesis obligado por la pandemia. Una peregrinación, la de la tierra de Abraham, que, decía el cardenal en las entrevistas, había revitalizado un país atormentado: tras la visita del Papa, el mundo no sólo lo recordaría por la violencia y las escenas de devastación, sino también por la alegría y el júbilo de su pueblo. A pesar de todo.
En 2022, el jefe del Dicasterio había estado con el Papa en Kazajstán y Bahrein, adonde regresó solo en dos ocasiones al año siguiente para conferir la ordenación episcopal a monseñor Aldo Berardi, Vicario Apostólico de Arabia del Norte, y para la apertura de la Puerta Santa en Abu Dhabi con motivo del Jubileo de los Mártires de Arabia. También estuvo presente en Mongolia en septiembre de 2023. Luego la enfermedad se apoderó de él.
Quinto de nueve hermanos en una familia numerosa y profundamente católica, nació el 17 de junio de 1952 en Sevilla (España). Y fue precisamente la cultura de la ciudad andaluza, donde la torre de la catedral -una de las iglesias más grandes del mundo- había sido antes el minarete de una gran mezquita, lo que había influido fuertemente en su sensibilidad, así como su entorno familiar. Inicialmente, había asistido al Colegio San Antonio María Claret, pasando un año en el seminario menor sevillano. Más tarde se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de la ciudad, mientras seguía asistiendo a la Iglesia y a retiros espirituales para jóvenes.
Allí entró en contacto con la revista y publicaciones de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, decidiendo en septiembre de 1973 ingresar en la congregación. Emitió la profesión perpetua el 2 de mayo de 1980 y fue ordenado sacerdote el 20 de septiembre del mismo año. Continuó sus estudios en Roma, en la Pontificia Universidad Urbaniana y en el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos (Pisai), donde obtuvo la licencia en 1982.
En octubre del mismo año había partido para Egipto, párroco en El Cairo en la comunidad latina del Sagrado Corazón de Abbasiyya, no lejos de la Universidad de Al-Azhar, dedicándose a acoger y asistir a los jóvenes católicos sudaneses presentes en la capital egipcia como estudiantes, emigrantes o refugiados políticos. Esta experiencia le había llevado después a Sudán en la época de la guerra civil. En 2006, fue nombrado decano de Pisai, donde antes había sido director de estudios, cuando los Misioneros de África (Padres Blancos) abrieron una casa para sacerdotes y religiosos en Túnez.
En 2007, fue nombrado consultor del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Ese año fue nombrado presidente el cardenal Jean-Louis Tauran. En 2012, el Papa Benedicto XVI le nombró secretario del Dicasterio. A la muerte de Tauran, Francisco le nombró prefecto el 25 de mayo de 2019. Una sucesión casi natural al frente del Consejo Pontificio que se ocupa de las relaciones con otras religiones. A partir de ahí, una sucesión de compromisos, de viajes a todos los rincones del mundo para testimoniar a nuestros hermanos musulmanes, hindúes, budistas, sijs, sintoístas, confucianos o religiones tradicionales la posibilidad de establecer un diálogo y trabajar juntos, como «hermanos todos».