"Dios es sólo Dios de la paz. No es Dios de la guerra y el que apoya la violencia profana su nombre" El Papa clama contra la guerra: "¡En nombre de Dios os pido: detened esta masacre!"
"Ante la barbarie del asesinato de niños, de inocentes y de civiles indefensos, no hay razones estratégicas que valgan"
"Es necesario que se detenga la agresión armada, antes de que las ciudades queden reducidas a cementerios. Con dolor en el corazón, uno mi voz a la de la gente que implora el final de la guerra"
"En nombre de Dios, escúchese el grito de los que sufren y se ponga fin a los bombardeos y a los ataques; apuéstese verdadera y decididamente por las negociaciones; y que los corredores humanitarios sean efectivos y seguros"
Con gesto serio y preocupado, casi indignado, Francisco, el Papa de la paz, clama, una vez más, desde la cátedra de la ventana, con toda la fuerza de la que es capaz: "¡En nombre de Dios os pido: detened esta masacre!". Recuerda, en concreto, a Mariupol, "ciudad mártir de una guerra que está devastando Ucrania". Y, por si quedaba el más mínimo resquicio a la duda, Bergoglio asegura que "ante la barbarie del asesinato de niños, de inocentes y de civiles indefensos, no hay razones estratégicas que valgan".
Por eso, pide el final "de la agresión armada, antes de que las ciudades queden reducidas a cementerios", y une su gente al clamor de los pueblos y, una vez más, implora el nombre de Dios hace llamadas concretas a Rusia: "En nombre de Dios, escúchese el grito de los que sufren y se ponga fin a los bombardeos y a los ataques; apuéstese verdadera y decididamente por las negociaciones; y que los corredores humanitarios sean efectivos y seguros".
Por último, exhorta a la acogida de los refugiados, "en los que está presente Cristo", da las gracias "por la enorme red de solidaridad", pide a los católicos que "aumenten los momentos de oración por la paz" y concluye con parecido dramatismo: "Dios es sólo Dios de la paz. No es Dios de la guerra y el que apoya la violencia profana su nombre".
Llamamiento del Papa
Hermanos y hermanas: Acabamos de rezar a la Virgen María. Esta semana, la ciudad que lleva su nombre, Mariupol, se ha convertido en una ciudad mártir de una guerra sofocante que está devastando Ucrania.
Ante la barbarie del asesinato de niños, de inocentes y de civiles indefensos, no hay razones estratégicas que valgan.
Es necesario que se detenga la agresión armada, antes de que las ciudades queden reducidas a cementerios.
Con dolor en el corazón, uno mi voz a la de la gente que implora el final de la guerra.
En nombre de Dios, escúchese el grito de los que sufren y se ponga fin a los bombardeos y a los ataques; apuéstese verdadera y decididamente por las negociaciones; y que los corredores humanitarios sean efectivos y seguros.
En nombre de Dios os pido: detened esta masacre
Quisiera, una vez más exhortar a la acogida de tantos refugiados en los que está presente Cristo y dar las gracias por la enorme red de solidaridad que se ha formado.
Pido a todas las comunidades diocesanas y religiosas que aumenten los momentos de oración por la paz.
Dios es sólo Dios de la paz. No es Dios de la guerra y el que apoya la violencia profana su nombre.
Recemos ahora en silencio por los que sufren y para que Dios convierta el corazón a una firme voluntad de paz.
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