" Sin el Espíritu Santo, la Iglesia no puede ir adelante, no crece, no puede predicar" Papa: "Nada es imposible para Dios. Y si creemos esto, haremos milagros"

Ángelus
Ángelus

"Se trata, por lo tanto, de un dato de fe ecuménico, porque todos los cristianos profesan juntos ese mismo Símbolo de fe"

"La piedad católica, desde tiempos inmemoriales, ha derivado de ello una de sus oraciones diarias, el Ángelus"

"La Iglesia: primero acoge la Palabra de Dios, deja que “hable a su corazón” (cf. Os 2,16) y le “llene las entrañas” (cf. Ez 3,3), según dos expresiones bíblicas, para luego darla a luz con la vida y la predicación"

"¿Cómo es posible anunciar a Jesucristo y su salvación a un mundo que parece buscar solo el bienestar en este mundo?"

El Papa Francisco cambia de ciclo catequético y “después de haber contemplado al Espíritu Santo en la obra de la Creación, lo contemplaremos durante algunas semanas en la obra de la Redención, es decir, en Jesucristo”. Y el Papa aborda el tema del “Espíritu Santo en la Encarnación del Verbo”, un dato revelado que confesamos en el credo de Nicea-Constantinopla y que la piedad popular transformó en el ángelus. Porque “nada es imposible para Dios y, si creemos esto, haremos milagros”. Como el de anunciar a Jesucristo “a un mundo que parece buscar sólo el bienestar”.

Al principio de la audiencia, dos mujeres protestaron contra las corridas de toros, con carteles "la corrida es pecado" (en inglés e italiano) y camisetas con el lema "stop blessing corridas". Ambas mujeres fueron invitadas a retirarse por un prefecto y un guardia suizo.

El papa se encontraba en el aula pero muy lejos de lo ocurrido y no llegaron a acercarse al pontífice puesto que fueron desalojadas por agentes de la Gendarmería vaticana.

En sus camisetas se apreciaba el logotipo de Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA), organización con base en los Estados Unidos que cuenta con tres millones de miembros y partidarios y es el mayor grupo por los derechos de los animales en el mundo.

Un protesta similar había ocurrido hace el pasado enero cuando otras dos jóvenes también irrumpieron en la basílica de San Pablo Extramuros para la celebración, también ante la presencia del papa Francisco, de las Segundas Vísperas por la solemnidad de la Conversión del Apóstol San Pablo.

En aquella ocasión las dos jóvenes de PETA que protestaban contra las corridas de toros llevaron una pancarta en la que se podía observar una foto del arzobispo de Caracas, el cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, haciendo el gesto de torear en una plaza de toros, ya que se dice que es un gran aficionado.

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Texto completo de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!  

Con la catequesis de hoy entramos en la segunda fase de la historia de la salvación. Después de haber contemplado al Espíritu Santo en la obra de la Creación, lo contemplaremos durante algunas semanas en la obra de la Redención, es decir, en Jesucristo. Pasemos, pues, al Nuevo Testamento.  

El tema de hoy es el Espíritu Santo en la Encarnación del Verbo. En el Evangelio de Lucas leemos: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (1,35). El evangelista Mateo confirma este dato fundamental que concierne a María y al Espíritu Santo, diciendo que María «se encontró encinta por obra del Espíritu Santo» (1,18).  

La Iglesia ha recogido este dato revelado y pronto lo colocó en el corazón de su Símbolo de fe. En el Concilio Ecuménico de Constantinopla, del 381 –el que definió la divinidad del Espíritu Santo–, tal artículo entró en la fórmula del “Credo”, que se llama precisamente Niceno-Constantinopolitano, y es el que recitamos en cada Misa. Este afirma que el Hijo de Dios «por obra del Espíritu Santo se encarnó en el seno de la Virgen María y se hizo hombre». 

Se trata, por lo tanto, de un dato de fe ecuménico, porque todos los cristianos profesan juntos ese mismo Símbolo de fe. La piedad católica, desde tiempos inmemoriales, ha derivado de ello una de sus oraciones diarias, el Ángelus. Nos hace bien repetir juntos las tres aclamaciones:  Ángelus Domini nuntiavit Mariae. – Et concepit de Spiritu Sancto. 

Anunciación

Ecce ancilla Domini. – Fiat mihi secundum verbum tuum.  

Et Verbum caro factum est. – Et habitavit in nobis.  

Este artículo de fe es el fundamento que permite hablar de María como de la Esposa por excelencia, que es figura de la Iglesia. En efecto, Jesús –escribe San León Magno– «así como nació por obra del Espíritu Santo de una madre virgen, así hace fecunda a la Iglesia, su Esposa inmaculada, con el soplo vital del mismo Espíritu»1.. Este paralelismo es retomado en la Constitución dogmática Lumen gentium del Vaticano II, que dice así: «Por su fe y obediencia, María engendró en la tierra al mismo Hijo de Dios, sin contacto con varón, sino adumbrada por el Espíritu Santo. [...] Pues bien, la Iglesia, contemplando la santidad misteriosa de la Virgen, imitando su caridad y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, por medio de la Palabra de Dios acogida con fidelidad, se convierte también en madre, ya que con la predicación y el bautismo genera a una vida nueva e inmortal a los hijos, concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios» (nn. 63, 64).  

Concluimos con una reflexión práctica para nuestra vida, sugerida por la insistencia de la Escritura en los verbos “concebir” y “parir”. «He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo», se lee en la profecía de Isaías (7,14); y el Ángel dice a María: «Concebirás un hijo, y lo darás a luz» (Lc 1,31). María primero concibió, luego dio a luz a Jesús: primero lo acogió en su interior, en el corazón y en la carne, luego lo dio a luz.  

Así sucede también con la Iglesia: primero acoge la Palabra de Dios, deja que “hable a su corazón” (cf. Os 2,16) y le “llene las entrañas” (cf. Ez 3,3), según dos expresiones bíblicas, para luego darla a luz con la vida y la predicación. La segunda operación es estéril sin la primera. A María, que preguntaba: «¿Cómo será esto, pues no conozco varón?», el ángel respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti» (Lc 1,34-35).

También a la Iglesia, frente a tareas superiores a sus fuerzas, le surge espontáneamente la misma pregunta: “¿Cómo es posible esto?”. ¿Cómo es posible anunciar a Jesucristo y su salvación a un mundo que parece buscar solo el bienestar en este mundo? También la respuesta es la misma que entonces: «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo [...] y seréis mis testigos» (Hch 1,8). Sin el Espíritu Santo, la Iglesia no puede ir adelante, no crece, no puede predicar. Así dijo Jesús resucitado a los Apóstoles, casi con las mismas palabras dirigidas a María en la Anunciación.  Lo que se dice de la Iglesia en general, vale para cada bautizado en particular. Cada uno de nosotros se encuentra a veces, en la vida, en situaciones superiores a sus fuerzas y se pregunta: “¿Cómo puedo afrontar esta situación?”. Ayuda, en estos casos, recordar y repetir a uno mismo lo que el ángel dijo a la Virgen antes de despedirse de ella: «Nada es imposible para Dios» (Lc 1,37). Retomemos entonces también nosotros, cada vez, nuestro camino con esta reconfortante certeza en el corazón: “Nada es imposible para Dios”. Y si creemos esto, haremos milagros.

Ángelus

 Saludo en español

Queridos hermanos y hermanas: 

Después de haber reflexionado sobre el Espíritu Santo en la obra de la creación, con esta  catequesis entramos en la segunda etapa de la historia de la salvación. Pasamos, por tanto, al Nuevo  Testamento, y contemplamos al Espíritu Santo en la obra de la redención, es decir, en Jesucristo.  

El tema de hoy es “el Espíritu Santo en la encarnación del Verbo”. La Virgen María, por su  fe y su obediencia, engendró al mismo Hijo de Dios y, gracias a su “sí”, podemos llamarla “esposa  del Espíritu Santo” y “figura de la Iglesia”.  

Leemos en el evangelio de Lucas que María “concibió” y “dio a luz” a Jesús. Es decir, lo  acogió en su corazón y en sus entrañas, y después dio testimonio de Él, con toda su vida. También  nosotros estamos llamados, como María, a dejar espacio al Espíritu Santo para que actúe en nosotros.  Cuando atravesemos situaciones difíciles, renovemos nuestra confianza en el Señor recordando las  palabras del ángel: “No hay nada imposible para Dios”.  

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. La semana próxima celebraremos  la solemnidad de la Asunción de la Virgen María. Pidámosle a nuestra Madre del cielo que interceda  por nosotros para que acojamos las palabras de su Hijo, las encarnemos en nuestro obrar y vivamos  siempre orientados hacia Él. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.

Anunciación

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