"Hemos de estar preparados, analizar el fenómeno y regular", afirma el secretario en París Polvani: "La IA traerá cambios de una magnitud similar a los de la Revolución Industrial"

Réplica de San Pedro creada mediante Inteligencia Artificial
Réplica de San Pedro creada mediante Inteligencia Artificial

El Secretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación reflexiona sobre el impacto de las nuevas tecnologías, tema central del AI Action Summit previsto en París. Se enfatiza la necesidad de definir objetivos que coloquen al ser humano en el centro del progreso tecnológico

La nota Antiqua et Nova representa una advertencia a la comunidad global para aprovechar las oportunidades que ofrece la innovación, manteniendo siempre el control sobre las máquinas

"La pregunta es: ¿las sociedades que viven en un momento histórico se dan cuenta de ello? Estamos en medio de este momento", comenta Polvani

(Vatican News).- Un "momento histórico", una verdadera "revolución" comparable a la industrial del siglo XIX. Un cambio de época en el que la Iglesia se propone como interlocutora activa, con el objetivo de tener al ser humano en el centro y utilizar las nuevas tecnologías para difundir la Palabra de Dios de forma innovadora. Esta es la perspectiva trazada por Monseñor Carlo Maria Polvani, Secretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación, respecto al uso de la inteligencia artificial (IA), tema central del AI Action Summit

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La reunión internacional, que se celebra hoy y mañana (10 y 11 de febrero) en París, reúne a más de mil expertos del sector para definir las bases de la gobernanza global de la IA. Polvani, uno de los redactores de Antiqua et Nova  -documento publicado por su Dicasterio en colaboración con el de la Doctrina de la Fe- reflexiona, entrevistado por los medios vaticanos, sobre el impacto que las nuevas tecnologías podrían tener en el futuro de la comunidad cristiana y, más en general, de la humanidad.

-¿Cómo definiría el alcance de la revolución de la Inteligencia Artificial y la necesidad de que la Santa Sede la aborde?

-Cuando Maquiavelo escribía El Príncipe, San Erasmo pensaba en el Humanismo, Europa descubría América y los españoles y portugueses llegaban a las Indias. La pregunta es: ¿las sociedades que viven en un momento histórico se dan cuenta de ello? Estamos en medio de este momento. Podemos entender lo que la inteligencia artificial le hará a nuestro planeta y a la humanidad usando como analogía lo que hizo la Revolución Industrial a partir de 1800.

Nos encontramos ante cambios muy grandes, comparables a los trastornos sociológicos y antropológicos de la época. El orden de magnitud es más difícil de predecir: ¿será diez veces mayor, cien veces mayor o mil veces mayor? Con la IA y las NBIC (nanotecnología, biotecnología, tecnología de la información y ciencia cognitiva), la posición más extrema es pensar que la humanidad se está convirtiendo en la primera especie de este planeta en ser dueña de su propio destino desde un punto de vista evolutivo. Lo más razonable es que no podamos saberlo hasta dentro de cincuenta años. Pero podemos esperar cambios de un orden de magnitud muy grande.

-En este contexto “vertiginoso”, ¿qué podemos esperar de la Iglesia? ¿Cuál era la intención detrás de la nota Antiqua et Nova?

-La Iglesia no puede permanecer en silencio ante un fenómeno de tal magnitud. En primer lugar, no debemos demonizar ni idealizar la inteligencia artificial. Debemos ver los peligros, pero también los beneficios para la humanidad. No se trata de perder la cabeza y ponerse del lado de los derrotistas, convencidos de que se acerca el desastroso fin de la humanidad, o de los entusiastas, que sostienen que la raza humana cambiará completamente.

Es posible regular la inteligencia artificial? La 'IA buena' contra la 'IA  mala'

Necesitamos analizar el fenómeno. Un buen ejemplo de estas dos caras de la misma moneda es el Hospital Cochin de París, que utiliza inteligencia artificial para detectar casos de cáncer de mama. El resultado es un número increíble de vidas salvadas. También podemos imaginar que esta misma herramienta algún día se utilizará para decidir qué mujer recibirá el tratamiento primero, sin que un ser humano o un médico lo decida. La Iglesia pone en el centro a la persona humana y el cuidado de los más débiles. La IA no debe exacerbar las desigualdades.

Lamentablemente, la Revolución Industrial a la que nos referimos antes ciertamente aumentó el nivel de vida general, pero también tuvo efectos perjudiciales. Hay que decir que su desarrollo no estuvo bien regulado. Si aplicamos este razonamiento a la IA, existe el peligro de no regularla. Debemos tomar ahora decisiones a nivel político, antropológico, filosófico y científico para limitar sus peligrosos efectos, el primero de los cuales ha sido subrayado repetidamente por el Papa: el de privar al hombre de su dignidad de elegir y determinar.

-¿Cómo responder a la tentación de la IA de hacer creer al hombre que es su propio demiurgo y que a veces compite con el plan divino?

-Leyendo la primera parte del documento, se observa cómo la inteligencia artificial encaja en la historia del análisis de la racionalidad y las inteligencias en la filosofía clásica y la antropología. Hay diferentes tipos de inteligencia. Hoy sabemos a nivel científico que la inteligencia emocional no es lo mismo que la inteligencia intelectual. Necesitamos hacer este análisis, porque sin él se corre el riesgo de ver la inteligencia artificial como la respuesta a todo y a todos. Pero ese no es el caso. La inteligencia artificial debe mantenerse dentro de un marco específico de objetivos decididos por la humanidad. El día que la humanidad pierda el control de los objetivos, pierda el control del instrumento, será el momento del peligro.

-¿Qué tipo de relación se establecerá entre el hombre y la máquina y cómo se verá afectada la antropología cristiana?

-En la década de 1940, hace casi cien años, Georges Bernanos explicó en Revolución y libertad que el problema no es el mayor número de máquinas, sino el mayor número de personas que sólo quieren lo que las máquinas pueden dar. La tecnología en sí misma se convierte en un problema cuando intentas entender cómo la gente la interpreta y la utiliza. El otro problema de la IA en comparación con otras herramientas como la televisión, la radio u otros desarrollos tecnológicos es que trabaja sola. A diferencia de una radio o un televisor que tengo que apagar y encender, la inteligencia artificial, una vez programada para resolver un problema, seguirá haciéndolo, y no sólo seguirá haciéndolo, sino que será cada vez más capaz de hacerlo, porque habrá almacenado más detalles y más datos. Su software funcionará mejor. El riesgo pues es el de tener una vida prácticamente fuera de nuestro control.

-¿Cuáles son los peligros de la IA para la fe? ¿Alterará nuestra relación con Dios, el Verbo hecho carne?

-La forma en que la inteligencia artificial podría incidir en cuestiones de fe es cambiando nuestra antropología, la forma en que nos vemos como cristianos, y especialmente como católicos. Siempre vemos la naturaleza como un receptáculo de la Gracia y este es un aspecto que nos distingue de otras denominaciones cristianas. Para nosotros nunca hay oposición entre Gracia y naturaleza, excepto en el caso del pecado. Si existe una herramienta que cambia el modo en que concebimos nuestra naturaleza humana, entonces también existe el riesgo de concebir la gracia y la relación entre gracia y naturaleza de manera diferente. Estos son conceptos muy clásicos. Se remontan a Aristóteles y Santo Tomás. Nada nuevo bajo el sol. Sólo que ni Santo Tomás ni Aristóteles podían imaginar que existiría una máquina que hiciera creer al hombre que era diferente.

Os voy a dar un ejemplo extremo: los que creen en el transhumanismo. Creen que el Homo sapiens es simplemente un animal como cualquier otro, una especie como cualquier otra, y que la inteligencia artificial nos ayudará a convertirnos en otro Homo, en un superhombre. Esto, por supuesto, significaría destruir la raza humana. Significaría negar que el hombre como hombre ha tenido el privilegio de ver a su Dios encarnado en un hombre.

-Estamos en un año jubilar. ¿Cómo podemos conectar la IA con la esperanza? ¿Podría su uso ayudarnos a ser mejores personas?

-La inteligencia artificial es uno de los problemas más complejos a los que nos enfrentaremos en el futuro. Debemos tener esperanza en que los humanos somos capaces de afrontar los desafíos. El Santo Padre está convencido de ello. La Iglesia está convencida de ello. No debemos desesperarnos: tenemos una oportunidad extraordinaria. Podemos hacer muchísimo bien. Debemos esperar que esta herramienta sea bien utilizada. Seguramente habrá momentos en que cometeremos errores, la humanidad siempre los ha cometido, pero esto no significa que debamos desesperarnos y pensar en una especie de Armagedón. No es así. La esperanza nos da la certeza de que al final el hombre triunfará y utilizará bien esta herramienta.

-¿Cuál es el lugar adecuado para la inteligencia artificial en nuestra civilización?

-Se pueden realizar todo tipo de aplicaciones para mejorar a las personas. Por ejemplo, en lugar de crear desigualdades sociales, la inteligencia artificial puede ser una herramienta increíble para reducirlas. En educación, la IA se puede utilizar de formas sorprendentes, pero también muy negativas. Muchos estudiantes aprovechan esto y escriben sus ensayos en tres minutos. Pero el lado positivo puede ser muy útil: simplemente porque al otro lado del mundo, incluso aquellos que no tienen acceso a una biblioteca, que no tienen nada, pueden encontrar cualquier tipo de datos.

Hay un aspecto de democratización del conocimiento. Es por esto que los cristianos necesitan involucrarse en la IA: porque necesitan estar presentes, porque es una herramienta que acumula datos, y no debería acumular solo ciertas categorías de datos. El conocimiento colectivo disponible a través de herramientas como la IA debe ser verdaderamente representativo. Y esto ya lo ha dicho el Papa refiriéndose a los pueblos y culturas indígenas. Si hubiéramos tenido inteligencia artificial hace 500 años, podríamos haber salvado las lenguas de México, Brasil y la Amazonia. El potencial para hacer el bien es tremendo, incluso desde una perspectiva cultural. La humanidad puede hacerlo. Tenemos confianza.

-¿Qué usos de la IA recomendaría a la Santa Sede?

-La Iglesia Católica, con sus estructuras centralizadas, es una de las religiones que posee una cantidad extraordinaria de datos. Pensemos, por ejemplo, en el anuario estadístico que elabora la Secretaría de Estado. Tenemos todo tipo de estadísticas sobre cuántas monjas hay en una diócesis, cuántos laicos hay en una diócesis. También tenemos muchos datos digitalizados en el Dicasterio para la Cultura y la Educación. Sin olvidar todo lo que podemos hacer para que nuestro trabajo y nuestra atención pastoral sean más eficaces, especialmente en las zonas aisladas. Pienso en países donde la gente no puede viajar porque las carreteras están en mal estado. Una catequesis realizada en un lugar puede fácilmente difundirse a 100, 200 kilómetros de distancia. Esto permite a los catequistas hacer preguntas a quienes reciben catequesis y aprender. Difundir la Palabra de Dios es mucho más fácil con sistemas de IA que sin ellos.

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