Roma recuerda que los homosexuales no pueden ordenarse sacerdotes El Vaticano quiere que los curas sean "honrados, nunca hipócritas y con sentido estético"
(C. Doody/Agencias).- Humanidad, espiritualidad y discernimiento. Éstas son las calidades que deben demostrar los futuros sacerdotes, de acuerdo con las nuevas normas para su formación promulgadas hoy por el Vaticano. Según ha explicado el cardenal Beniamino Stella en una entrevista en L'Osservatore Romano, el nuevo documento busca superar a la "rigidez" en los seminaristas que puede conducir a una visión "burocrática" del sagrado ministerio.
Esta nueva guía completa de formación -promulgada bajo el nombre"El Don de la vocación presbiteral", pero más formalmente conocido como la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis- actualiza una anterior versión de hace treinta años. Aunque continúa con el veto al sacerdocio de las personas homosexuales, especificado por la Iglesia católica por primera vez en 2005, hace una excepción para las "tendencias homosexuales que sean únicamente la expresión de un problema transitorio como, por ejemplo, el de una adolescencia todavía no terminada".
El documento asimismo recuerda la necesidad de una "imposición voluntaria de la continencia". Sería "gravemente imprudente admitir al sacramento de la orden a un seminarista que no haya alcanzado una afectividad madura, serena y libre, casta y fiel al celibato", escribe el decreto, mientras que los futuros párrocos también necesitarán comprender "la realidad femenina".
La guía aborda, no obstante, numerosos otros temas, como por ejemplo la revolución digital. "Es necesario observar la prudencia que se impone en cuanto a los riesgos inevitables de la frecuentación del mundo digital, incluyendo las diferentes formas de dependencia que se puedan tratar por medios espirituales y psicológicos adecuados", recoge la directiva.
Al mismo tiempo, "será oportuno que las redes sociales formen parte de la vida cotidiana del seminario", agrega. Pues conviene aprovechar "las posibilidades de las nuevas relaciones interpersonales, de encuentro con los demás, de confrontación con el prójimo y de testimonio de la fe", según el Vaticano, muy activo en las redes sociales.
Entrevista al Prefecto de la Congregación para el Clero, el cardenal Beniamino Stella
L'Osservatore Romano, 7 de diciembre de 2016
En la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, la Congregación para el Clero promulga la nueva Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis, un instrumento para la formación de los presbíteros. ¿Por qué es necesario un nuevo documento para los futuros sacerdotes y cuáles han sido las líneas inspiradoras en la preparación del texto?
La última Ratio Fundamentalis se remonta a 1970, si bien fue actualizada en 1985. Desde entonces, como sabemos, bajo el efecto de la rápida evolución a la que el mundo actual está sometido, han cambiado los contextos históricos, socioculturales y eclesiales en los que el sacerdote está llamado a encarnar la misión de Cristo y de la Iglesia, no sin provocar significativos cambios relativos a otros aspectos: la imagen o la visión del sacerdote, las necesidades espirituales del Pueblo de Dios, los desafíos de la nueva evangelización, los lenguajes de la comunicación y otros muchos. Nos ha parecido que la formación de los sacerdotes tenía la necesidad de ser promovida, renovada y colocada en el centro; hemos sido animados e iluminados por el Magisterio del Papa Francisco: con la espiritualidad y la profecía que distinguen su palabra, el Santo Padre se ha dirigido a menudo a los sacerdotes, recordándoles que un presbítero no es un funcionario, es un pastor ungido para el Pueblo de Dios, con el corazón compasivo y misericordioso de Cristo por las muchedumbres cansadas y agobiadas. La palabra y las exhortaciones del Santo Padre, algunas referidas a las tentaciones ligadas al dinero, al ejercicio autoritario del poder, a la rigidez legalista o a la vanagloria, nos muestran como el cuidado de los sacerdotes y de su formación es un aspecto fundamental en la acción eclesial de este Pontificado y así deberá serlo, de forma creciente, para cada Obispo y cada Iglesia local.
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