En África, el 80% de los trabajadores están en situación de extrema pobreza El Vaticano reclama en la ONU que el mundo del trabajo necesita una economía del cuidado

Una mujer trabajando en el campo
Una mujer trabajando en el campo Dibakar Roy

Monseñor Ettore Balestrero, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra, intervino en la 112ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo: la injusticia está demasiado extendida en algunas zonas del mundo, en el África subsahariana más del 80% de las personas que trabajan se encuentran en situación de extrema pobreza, sin protección social.

(L'Osservatore Romano/Vatican News).- Que los pueblos del mundo "abracen y protejan" la importancia del trabajo digno, en el camino hacia una economía que - retomando las palabras del Papa - pueda definirse ante todo como "del cuidado". Este fue el deseo expresado ayer por monseñor Ettore Balestrero, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales en Ginebra, en la 112ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo. 

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A nivel mundial, señaló el nuncio apostólico, es evidente "el impacto persistente y profundo de las desigualdades sociales": en África subsahariana, más del 80% de la mano de obra depende del sector informal, carente de protección social, en un contexto de extrema pobreza. Aspectos similares se observan también en Asia Meridional, América Latina y el Caribe.

En muchas regiones, añadió, las mujeres siguen estando en desventaja a la hora de acceder al mercado laboral y la falta de empleo empuja a los jóvenes hacia las drogas y la delincuencia. Y también hay millones de personas que emigran en busca de trabajo o porque se ven obligadas a huir a causa de las guerras, desde Ucrania a Gaza, la violencia, el cambio climático, la persecución y la pobreza.

Manifestacion por un trabajo digno
Manifestacion por un trabajo digno

Pero la Santa Sede también llamó "con preocupación" la atención sobre algunos datos demográficos: con el envejecimiento de la población, "el número de trabajadores ancianos aumenta constantemente" y las bajas tasas de natalidad ponen en peligro las previsiones habituales en materia de seguridad y servicios sociales. Al mismo tiempo, en muchas de las economías menos desarrolladas, la población es joven y está creciendo, lo que hace necesarias nuevas oportunidades de empleo.

El impacto creciente de las nuevas tecnologías y el riesgo -ya enunciado por el Pontífice- "de una ventaja desproporcionada para unos pocos a costa del empobrecimiento de muchos" también forman parte de este panorama. El llamamiento final fue, pues, en favor de una justicia social que sigue siendo "esencial" hoy, en un contexto en el que el valor de la persona se ve seriamente amenazado por meros criterios de utilidad.

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