'Annona', fundado en 1932, cuenta con una treintena de empleados La crisis obliga al Vaticano a "privatizar" su supermercado

La crisis obliga al Vaticano a "privatizar" su supermercado
La crisis obliga al Vaticano a "privatizar" su supermercado Messaggero

La privatización sería efectiva antes de finales de año, aunque quedan muchas incógnitas por aclarar. La primera de ellas, saber qué cadena de distribución se hará cargo de la explotación del establecimiento. También, las razones por las que el Governatorato vaticano se haya querido desprender de un negocio emblemático

Una de las peculiaridades del 'Annona' está en que en el Vaticano no hay IVA ni impuestos sobre el alcohol, el combustible o el tabaco

Fue fuendado en 1932 y, durante casi un siglo, ha servido como el supermercado estatal de la Ciudad del Vaticano. Ahora, angustiado por la crisis y por las exenciones de impuestos, la Santa Sede se estaría planteando privatizar el 'Annona', en el que actualmente trabajan una treintena de empleados.

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Tal y como apunta Il Messaggero, la privatización sería efectiva antes de finales de año, aunque quedan muchas incógnitas por aclarar. La primera de ellas, saber qué cadena de distribución se hará cargo de la explotación del establecimiento. También, las razones por las que el Governatorato vaticano se haya querido desprender de un negocio emblemático.

Sea como fuere, lo cierto es que una de las condiciones que podría haber puesto el Vaticano para la cesión de la actividadd sería el mantenimiento de los puestos de trabajo, pues una de las obsesiones de Francisco en este sentido es la de no despedir a nadie.

Supermercado en el Vaticano

La otra condición, hasta ahora imprescindible, pasaba por que el supermercado continuara siendo accesible únicamente para los empleados del Vaticano, algo que no parece convencer a los potenciales compradores. Y es que una de las peculiaridades del 'Annona' está en que en el Vaticano no hay IVA ni impuestos sobre el alcohol, el combustible o el tabaco. De abrirse el 'mercado', podría suponer un incremento de clientes, pero también una distorsión con los sumermercados romanos, donde los precios están obligados a incluir un 22% del Impuesto sobre el Valor Añadido.

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