Tras el Encuentro Misionero en Dueñas (Palencia) "La parábola nos ha convocado a fundamentar nuestra vida cristiana en la misión"
"El calendario judío les recordaba a cada israelita el gran regalo de Dios que era la tierra por la cual habían luchado"
"Jesús ha aceptado la invitación de amigos como Marta, María, Lázaro en Betania. Se sienta a la mesa con un publicano y lo dignifica invitándolo a seguirle"
"La comida y bebida para un pueblo pobre era motivo de alegría, fiesta y celebración de la vida y de recordar su historia"
"La comida y bebida para un pueblo pobre era motivo de alegría, fiesta y celebración de la vida y de recordar su historia"
| Euquerio Ferreras sdv
La XII Asamblea Sinodal en Roma en torno a la Palabra de Dios produjo en 2008 un interesante documento, la Exhortación Apostólica Verbum Domini o la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia. El papa Benedicto XVI nos recordaba después, en 2010, con el documento postsinodal: "Nunca hemos de olvidar que el fundamento de toda espiritualidad cristiana auténtica y viva es la Palabra de Dios anunciada, acogida, celebrada y meditada en la Iglesia" (Verbum Domini, 121).
El cristianismo es la “religión de la Palabra de Dios”
También en ese octubre del 2008 nacía el Encuentro Nacional Misionero en Dueñas (Palencia) y en este octubre de 2019 estamos celebrando su edición XII con el lema El Verbo se hizo carne… nos convoca y envía.
La parábola Invitados al banquete de Lucas 14,15-24 nos ha convocado, motivado, reflexionado-meditado, también celebrado, a los 70 participantes a fundamentar bien nuestra vida cristiana, misionera: “Ven, todo está preparado”.
Jesús contó, narró parábolas para transmitir su mensaje y actualizarlo dándole sentido, para dar pistas de reflexión y para que, mediante esas comparaciones, ilustraciones que le ocurren a los personajes, nos veamos reflejados en ellos como en un espejo.
Al comprender y situarnos dentro de la parábola, nos quiere provocar un compromiso para nuestra vida cristiana en el creer, pensar, vivir, actuar y amar. Él mismo al despertar, ilusionar el gran sueño de Dios, el reino con el banquete al cual estamos todos invitados, su plan de salvación, Él es la gran parábola de Dios, en su persona, en su obra, palabra y vida.
"Con la presencia de los misioneros nuestro mundo en más rico"
Invitación al banquete
Tomando como base la parábola de Lucas, siguiendo el ver, juzgar, actuar, iniciamos nuestro camino siguiendo el folleto Ven, todo está preparado, del Equipo Bíblico Verbo publicado por la Editorial Verbo Divino que cada participante recibió, acogió, leyó, meditó, y celebró.
La oración inicial, preparada por Gerci, misionera sierva del Espíritu Santo de Ponferrada (León) fue una invitación a recibir el buen regalo. La aceptación como primer paso.
Óscar González nos explicó el Encuentro Misionero, con su temática, pasos a dar, con la explicación del cartel preparado por Manu Gantir y del folleto. Comentó, después, ampliamente el texto, con preguntas intercaladas, que nos llevaron a una buena profundización.
Con apoyos bíblicos y citas bíblicas que nos iluminaron el caminar de Jesús, nos metimos de lleno en el tema, dado por Euquerio Ferreras en tres claves:
· La Pascua del pueblo judío, AntiguoTestamento, Éxodo capítulos 12-14 recordando y celebrando la liberación del pueblo.
· La pascua cristiana en la Última Cena, del Nuevo Testamento que Jesús actualizó. La invitación como comunidad cristiana en la Iglesia en el banquete de la Eucaristía o misa, Nuevo Testamento, que nos ilumina, nutre aquí y ahora. Banquete que va más allá de la comida y bebida en sí, que pone el amor de Dios por encima de eso en celebración hablada, cantada, danzada, meditada y agradecida.
· Y la culminación en el gran banquete en otra dimensión, en otro tiempo, en otro reino, que Dios tiene preparado para todos.
En nuestros calendarios hemos reservado estos días para el Encuentro Misionero como fiesta. El calendario judío les recordaba a cada israelita el gran regalo de Dios que era la tierra por la cual habían luchado. Les recordaba también que eran su pueblo, sus hijos, otro gran regalo. Hijos de la tierra e hijos de Dios, y lo celebraban con encuentros festivos.
Es el gran ideal común, sueño de todos los pueblos: libertad, tierra, dignidad, pan, igualdad, trabajo, vida, educación, salud, derechos humanos en definitiva. Desde el gran ideal-sueño del profeta Isaías 25,6 , desde la realidad no realizada y denunciada por el profeta Amós, que levanta la voz contra ciertas falsas seguridades, sibaritismos en comida, bebida, riquezas y lujos excesivos, dimos el salto al nuevo testamento.
Jesús en el banquete de su vida, la Última Cena, Lc 22, 15-20 y Mt 26, 26-29, la prepara, invita, celebra, le da nuevo sentido, nos manda hacerlo en su memoria. Reunida la comunidad, proclamada su palabra, alimentada y enviada, cuerpo entregado, sangre derramada, sus palabras sagradas adquieren dimensiones infinitas, salvadoras.
Lo relaciona con el banquete del reino celeste. Revive la Pascua judía dándole sentido, plenitud, y ahora él es la nueva pascua, la nueva alianza sellada con su sangre. En “memoria mía”. Cae lo viejo, empieza lo nuevo. El maestro de Nazaret, el Rabí, tiene autoridad y experiencia para decirlo y hacerlo. Ha experimentado las alegrías y fiestas de su pueblo, ha participado en la boda de Caná (Jn 12, 1-12). Ha aceptado la invitación de amigos como Marta, María, Lázaro en Betania. (Jn 12,1-7). Va a casa del fariseo Simón, donde hay una fuerte discusión, y acepta la confesión de la mujer arrepentida. Se sienta a la mesa con un publicano (Mt 9,10) lo dignifica invitándolo a seguirle. Se auto invita a la casa de Zaqueo (Lc 19,1-0) lo dignifica, y le sale caro aquel encuentro al curioso recaudador de impuestos.
Ha observado el comportamiento humano en esas celebraciones con motivo de nacimientos, bodas, funerales, cumpleaños, empezar una casa, la siembra, la cosecha de uvas, grano de trigo, de lana, encuentros con amigos, llegada de huéspedes distinguidos, llegada de parientes, llegada del hijo pródigo a casa, pactos entre amigos, entre familias, entre clanes, entre pueblos, pacto o alianza de Dios con el pueblo, con su ungido. Conocía la historia de alianzas de Dios con Abrahán, Moisés, inicios del año nuevo, inicio de las estaciones, peregrinaciones. La comida y bebida para un pueblo pobre era motivo de alegría, fiesta y celebración de la vida y de recordar su historia, también era signo de amistad. Una buena metáfora del Reino que ya está con su persona y del banquete futuro, escatológico, en el reino celeste. Jesús con su presencia en las comidas les da el valor pleno, las dignifica.
En todo esto no todo es trigo limpio. Jesús lo experimente en la crítica que le hacen, en la traición que recibe, en la negación de que objeto, en que el ser humano es mitad cielo y mitad suelo. En la hostilidad que recibe del poder civil y religioso. En la increencia de los suyos. Aprovecha los encuentros de comidas y cenas para dar su punto de vista, corregir costumbres y dar nuevos sentidos a personas e instituciones. Y la Iglesia sigue su camino.
La vida sigue. En los Hechos 2, 42-46, los primeros cristianos y comunidades tienen en este plan, proyecto de vida, ocho puntos fundamentales para contrastar con la vida, con la realidad, el ideal presentado por Lucas, que tampoco se logró en plenitud. Enseñanza con los apóstoles, convivencia fraterna o vida en común, bienes compartidos, fracción del pan, oraciones judías y después propias, acudir diariamente al templo, sinagoga o en casa de los cristianos, alabanza a Dios, y como fruto, el pueblo los quería, hay nuevos miembros para el grupo, es decir misión. Pablo, que abre la iglesia a nuevos miembros, nuevos pueblos, ve como la Fracción del pan o Eucaristía va perdiendo su centralidad en la vida cristiana. En la 1ª carta a los Corintios 17, 21-22 llama la atención con dureza porque el compartir se estaba perdiendo, ya que los ricos comían lo que llevaban y dejaban en feo a los pobres.
Jesús, el resucitado, el Señor, se da a conocer a los suyos durante una comida. (Lc 24,30) Repartidos en grupos se profundizó en la parábola Invitados al banquete viendo sus personajes, sus excusas y actualizando personajes. Excusas como cosas negativas, y otras cosas positivas que fueron compartidas en una puesta en común para sacar compromisos.
Marcos Hernández, facilitador-animador del Encuentro, nos actualizó las excusas que damos cuando recibimos invitaciones para participar en el proyecto actual de Jesús, en su Iglesia. No puedo. No tengo tiempo. Estoy muy ocupado, con mucho trabajo. Yo no valgo para eso, soy mayor, yo no soy el responsable, no sé hacerlo. Nadie me lo dijo, o se me olvidó. La próxima ocasión será…
También nos actualizó las facetas positivas, las respuestas que damos. Sí puedo, cuenta conmigo. Ya sacaré tiempo como sea. Yo puedo ayudar. Deja que me haga responsable, puedo, estoy aprendiendo. Mañana mismo estoy aquí, dime la hora. Me uno a vosotros. Te llamo y quedamos en firme.
La respuesta depende de la persona, más allá de su situación personal, laboral, familiar, social, porque el que quiere, puede. Es convencimiento, es fe, son ganas de participar, de enriquecerse y enriquecer a otros, es decirle a Dios, gracias por la invitación, voy, asisto, cuenta conmigo. Nos invitó presentarnos, con nuestro nombre, de dónde venimos, y qué actividad hacemos a favor de otros.
Y Jesús nos contó y narró esta parábola…
El testimonio de Juan José Ortigosa, misionero en Colombia, de Joaquín Azcona, misionero en México y Cuba nos abrieron horizontes, enriquecieron, porque son personas creyentes que siguen invitando al plan de Dios, a su proyecto del Reino, a gentes de hoy. Les agradecemos su entrega, y que Dios por su medio, tiene nuevos invitados que si aceptan su banquete.
Con la presencia de los misioneros nuestro mundo en más rico porque lo hacen más humano, más digno, más cristiano. El trabajo en grupo fue rico, y además de la excusas de la parábola, he comprado unas tierras, cinco yuntas de bueyes, me he casado, discúlpame por favor. Oímos otras muchas excusas… En la luces, cosas positivas, escuchamos muchas también que son nuestro compromiso. Soy llamado a ser servidor del Señor en su Iglesia, aporto la riqueza de mi vida. Tu palabra es vida, y quiero que otros quieran la Biblia. Voy a convocar a otros compartiendo mis satisfacciones y convicciones.
Mis actos, mis gestos, mi vida, mi ejemplo convocará a otros. Quiero romper fronteras e ir más allá de mi grupo. Cristo es quien invita, las personas son medios, Él es el centro. Quiero experimentar que el compromiso es enriquecedor. En la mesa abierta para todos quiero que tengan sitio los pobres, y los sin dignidad. Es gratuidad de Dios.
La iglesia que es universal, celebra su fiesta misionera en este mes de octubre, “Bautizados y enviados”, está de fiesta porque J. Henri Newman, se convirtió del anglicanismo al cristianismo, y ha sido canonizado hoy, hecho santo en Roma.
La Eucaristía como fundamento de la vida cristiana, fiesta para creyentes de Vietnam, de Kenia, de Indonesia, de India. O filipinos, palentinos, vallisoletanos, navarros, leoneses, jóvenes de Alcorcón en Madrid, jóvenes de Olmedo en Valladolid, fue presidida por Juan José Ortigosa, misionero en Colombia, y solemnizada con canciones, y muy participativa. También compartimos y gustamos una rica paella.
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