Un hombre libre, dialogante, amable y afable Josep Miquel Bausset: Rafael Sanus, un obispo del Vaticano II
El pasado 13 de mayo, se cumplieron diez años de la muerte del obispo Rafael Sanus
Pero además, este 2020 se cumplen veinte años que el obispo Sanus dimitió como obispo auxiliar, por las serias diferencias con el arzobispo de València, Agustín García Gasco y por la marginación que sufrió por parte del arzobispo
Creía que el documento Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa, "había de despertar a los obispos españoles, envueltos en la nube del nacionalcatolicismo, de su sueño dogmático"
Y es que para el obispo Sanus, el gran problema de la Iglesia no era "la moral sexual, ni la bioética, ni la defensa de la vida, sino despertar la sed de Dios que tienen los hombres de nuestro tiempo"
Creía que el documento Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa, "había de despertar a los obispos españoles, envueltos en la nube del nacionalcatolicismo, de su sueño dogmático"
Y es que para el obispo Sanus, el gran problema de la Iglesia no era "la moral sexual, ni la bioética, ni la defensa de la vida, sino despertar la sed de Dios que tienen los hombres de nuestro tiempo"
El pasado 13 de mayo, en plena pandemia (y por eso pasó desapercibido este aniversario) se cumplieron diez años de la muerte del obispo Rafael Sanus, un pastor bueno, seguidor de la línea aperturista del cardenal Tarancon y fiel al Vaticano II. Pero además, este 2020 se cumplen veinte años que el obispo Sanus dimitió como obispo auxiliar, por las serias diferencias con el arzobispo de València, Agustín García Gasco y por la marginación que sufrió por parte del arzobispo. Por eso podemos considerar al obispo Sanus bienaventurado, por haber sido perseguido por causa de la justicia.
Aunque fue nombrado obispo auxiliar de València en 1989, 24 años después de la clausura del Concilio, el obispo Rafael Sanus fue siempre un hombre del cardenal Tarancon y por eso mismo, un obispo plenamente conciliar, un hombre fiel al Vaticano II.
Nacido en Alcoi el 29 de agosto de 1931, Rafael Sanus fue profesor de la Facultad de Teología de València, director del colegio San Juan de Ribera de Burjassot (1960-1969), rector del seminario de València (1969-1976), rector del colegio seminario del Corpus Christi de València (1985-1989) y obispo auxiliar (1988) del arzobispo Miguel Roca Cabanellas, primero y posteriormente del arzobispo Agustín Garcia Gasco, que tuvo a Sanus en un total ostracismo.
El obispo Sanus era un hombre libre, dialogante, amable y afable, que sabía escuchar y que aconsejaba con prudencia y sentido común. Alejado de posturas intransigentes y de actitudes fundamentalistas, Rafael Sanus fue un obispo que, en palabras de Rafa Roca (del consejo de redacción de la revista Saó) era “una referencia para todos los que queremos una Iglesia valenciana”.
El obispo Sanus, colaborador de Saó y de Cresol, revistas que defienden la necesidad de una valencianización de la Iglesia en el País Valenciano, fue un hombree da una gran nobleza y bonhomía. Rafael Sanus soñaba conseguir la independencia entre la Iglesia y el Estado. En un artículo suyo del año 2005, el obispo Sanus decía: “El Estado confesional, no solamente no constituye un ideal para la Iglesia, sino que fácilmente se convierte en un obstáculo”. Por eso el obispo Rafael Sanus, en sintonía con lo que había defendido el cardenal Tarancon, pedía que la Iglesia hiciese “un esfuerzo para cambiar de mentalidad y asumir las consecuencias de la aconfesionalidad del Estado”. La postura del obispo Sanus era valiente y plenamente evangélica: “¿Qué pasaría si la Iglesia renunciara a la ayuda económica del Estado? Nada. Que estaría más cerca de la primera de las Bienaventuranzas y ganaría libertad”. Y Sanus continuaba así: “Si la Iglesia quiere ser libre, ha de cortar los lazos que la atan al Estado”.
Con un lenguaje sencillo y cercano y nada autoritario, el obispo Sanus sabía transmitir el Evangelio con una voz libre. Rafael Sanus era consciente que el documento del Vaticano II Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa, había de provocar en la Iglesia un giro de 180º en su relación con la sociedad civil, plural y democrática. Por eso creía que este documento “había de despertar a los obispos españoles, envueltos en la nube del nacionalcatolicismo, de su sueño dogmático”. Para el obispo Sanus el espíritu de la Dignitatis humanae asumía el núcleo esencial de la antropología moderna: la dignidad de la persona, fundamentada en la libertad.
Y es que para el obispo Sanus, el gran problema de la Iglesia no era “la moral sexual, ni la bioética, ni la defensa de la vida, sino despertar la sed de Dios que tienen los hombres de nuestro tiempo”.
Rafael Sanus sufría por la situación de la Iglesia, porqué “algunos obispos hablan con una arrogancia y seguridad y con un sentido autoritario, que producen alergia en aquellos que los escuchan. Pare, decía Rafael Sanus, que siempre hablen contra alguien. No es ese el estilo de Jesús en la parábola de la oveja perdida”, decía Sanus.
Este 2020 hace veinte años que Rafael Sanus, por su libertad evangélica, dimitió, después de ocho años, como decía el periodista Alfons Garcia (Información, 15 de mayo de 2010) de “relación tormentosa con el arzobispo Garcia Gasco, aunque Sanus no reveló los detalles de este desencuentro”. Su dimisión, como Sanus explicaba en privado, fue debida a que había de elegir entre “la fe y el obispado. Y decidió quedarse con la fe”.
Rafael Sanus sufrió humillaciones e injusticias, y como recordaba el periodista Alfons Garcia, “después de las Navidades del 2000”, el año que dimitió, Sanus “recibió la notificación que había de dejar el colegio seminario del Corpus Christi, donde vivía desde hacía más de veinte años”.
Otra humillación que sufrió el obispo Sanus, com decía Alfons Garcia, tuvo lugar el 2002, cuando el PP valenciano, con EduardoZaplana al frente, “rechazó que Sanus entrara en el Consell Valencià de Cultura en una lista de consenso”. Por eso Sanus renunció a estar en el CVC solo con los votos del PSPV.
“Obispo del diálogo y de la solidaridad”, como lo definió el periodista Alfons Garcia, el Rafael Sanus fue “un hombre del pueblo que sufrió mucho”.
El obispo Rafael Sanus fue, además, un gran defensor de la liturgia en valenciano. De hecho en su último artículo público (en la revista Saó, el 2010), como recogía el periodista Alfons Garcia (Información, 15 de mayo de 2010), Sanus “pedía al arzobispo Osoro, que reuniese a los obispos de las diócesis valencianas, para iniciar los trámites para aprobar el misal en valenciano”. Rafael Sanus pedía al arzobispo Osoro, “que no siguiese el ejemplo de indiferencia y desprecio hacia el valenciano de la etapa de Garcia Gasco”. Como decía Alfons Garcia, “Rafael Sanus murió y todo continua igual para la liturgia en valenciano”. Y diez años después de la muerte del querido obispo Rafael Sanus, el valenciano continúa marginado y despreciado por los obispos valencianos.
"No sé qué nos pasa a los obispos, porque cuando nos ponen la mitra en la cabeza, alguna cosa nos afecta al cerebro, y ya no somos como éramos antes"
El obispo Rafael Sanus amaba Montserrat con todo su corazón y siempre que venía al santuario, acompañado del buen amigo Alfons Llorenç, concelebraba la Eucaristía y almorzaba con los monjes e incluso pasaba algunos días en la hospedería. Por ser yo valenciano como él, tenía con el obispo Sanus una sintonía especial. Con su humor tan característico y nada malicioso, me comentaba: “No sé qué nos pasa a los obispos, porque cuando nos ponen la mitra en la cabeza, alguna cosa nos afecta al cerebro, y ya no somos como éramos antes”. Con todo, a él la mitra no lo hizo cambiar de cómo había sido siempre y por eso continuó siendo una persona sencilla y acogedora, un servidor fiel del Evangelio y de los hombres.
Rafael Sanus fue un hombre lleno de bondad, que soñaba con una Iglesia valenciana abierta a la esperanza, que hiciese posible un camino de diálogo y de entendimiento con el mundo. El obispo Sanus soñaba con una Iglesia alejada de la crispación, de la connivencia con un partido político concreto y de la confrontación sistemática con la sociedad.
Diez años después de su muerte, la diócesis de València habría de organizar un homenaje al obispo Rafael Sanus, un hombre humilde y fiel a su conciencia, que además supo animar y acoger a muchos sacerdotes valencianos, en un momento difícil como fue el episcopado de García Gasco.
“Siervo fiel y prudente”, el obispo Sanus fue un hombre comprensivo y compasivo, amigo de sus amigos, fiel servidor del Evangelio y de los hombres.
Como dijo José Manuel Vidal, director de Religión Digital, “D. Rafael fue un símbolo de libertad, de respeto a la propia conciencia y a las propias convicciones, sin romper la comunión eclesial”.