Un simposio acerca esta realidad surgida tras el Vaticano II y que ha prendido en España Laura Zamora: "Las Familias Eclesiales de Vida Consagrada no somos el relevo vocacional de las congregaciones tradicionales"
"A mediados del siglo pasado surgieron en España, Francia, Italia, etc. comunidades cristianas que tenían en común una fuerte aspiración a la vida según el evangelio: la oración personal y en común desde la meditación de la Palabra de Dios, la sencillez, la pobreza, la fraternidad entre todos, la dedicación a los pobres, el testimonio de vida, la misión de dar a conocer el evangelio a todos, etc. Algunas no pasaron de ser pequeñas comunidades que no crecieron, pero otras sí e incluso se expandieron a otros países. Por eso tuvieron que comenzar un itinerario de discernimiento con los pastores de la Iglesia para su institucionalización"
"En las Familias Eclesiales, en un mismo instituto se integran las dos ramas célibes, más los casados. ¿Esto cómo se vive? Es una comunión que engloba diversos estados de vida en el mismo espíritu y misión. De ahí que la denominación de “eclesiales” signifique que están constituidos por los tres estados de vida. Y la denominación de “familia” signifique que sea más que una fraternidad, que sea una sola familia"
Tal vez la nota que más llama la atención es que haya miembros casados; esto responde a la aspiración a que el matrimonio y la virginidad consagrada sean realidades no excluyentes, sino complementarias en reciprocidad, en una relación de comunión, de necesidad de lo uno para lo otro o en lo otro, en una relación de circularidad, al estilo de las relaciones de la Trinidad, donde nadie es a partir del otro, sino con el otro"
Tal vez la nota que más llama la atención es que haya miembros casados; esto responde a la aspiración a que el matrimonio y la virginidad consagrada sean realidades no excluyentes, sino complementarias en reciprocidad, en una relación de comunión, de necesidad de lo uno para lo otro o en lo otro, en una relación de circularidad, al estilo de las relaciones de la Trinidad, donde nadie es a partir del otro, sino con el otro"
"Aportar su pequeño grano de arena en este camino de discernimiento". Este es el objetivo del Simposio sobre Familias Eclesiales de Vida Consagrada que, organizado por el Instituto Teológico Verbum Dei (ITVD) y el Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR), se clausura este sábado en Madrid, tras dos jornadas de reflexión, que fueron inauguradas por el franciscano José Rodríguez Carballo, arzobispo coadjutor de Mérida-Badajoz.
"Desde el Concilio Vaticano II ha surgido un gran número de experiencias eclesiales, con características propias, que no encontraron su encuadre en las formas ya existentes (institutos de vida consagrada o sociedades de vida apostólica)", aclara Laura Zamora, de la Fraternidad Misionera Verbum Dei (fmvd) y secretaria académica del ITVR, quien aclara, rotunda, que "las nuevas formas de vida consagrada no han suplantado a las precedentes".
¿Cuál es la finalidad de este Simposio?
Desde la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada se han organizado en los últimos años diversos encuentros, encaminados a dar a conocer y a reflexionar sobre las Familias Eclesiales de Vida Consagrada. Se trata de una propuesta que en nuestros días se ha convertido en una voz del Espíritu. Ante esta realidad, el Dicasterio para la Vida Consagrada ha pedido también que se intensifiquen los encuentros y la reflexión sobre esta nueva forma de vida eclesial.
Dos institutos muy comprometidos con la Vida Consagrada, aunque desde distintos puntos de vista: el Instituto Teológico Verbum Dei, dirigido por una de las familias eclesiales ya aprobadas,—la Fraternidad Misionera Verbum Dei—, y el Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR), han unido sus fuerzas en este simposio para aportar su pequeño grano de arena en este camino de discernimiento.
¿Qué son las Familias Eclesiales de Vida Consagrada?
Son nuevas comunidades presentes en la Iglesia, que han surgido en torno al Concilio Vaticano II y que en el Código de Derecho Canónico, en el c. 605, se las contempló como nuevas formas de vida consagrada; desde hace algunos años en la praxis vaticana se les ha llamado Familias Eclesiales de Vida Consagrada.
¿Por qué se les llamó nuevas formas? Porque son formas distintas de las contempladas en el ordenamiento canónico actual. Esto quiere decir que, históricamente, desde el Concilio Vaticano II ha surgido un gran número de experiencias eclesiales, con características propias, que no encontraron su encuadre en las formas ya existentes (institutos de vida consagrada o sociedades de vida apostólica).
Por ello, estas nuevas fundaciones continuaron en la búsqueda y discernimiento de su marco canónico, para encontrar cada una su aprobación, pues respondían a una nueva tipología; como se ha indicado, el Dicasterio ahora las denomina familias eclesiales de vida consagrada. La razón es que el Dicasterio considera que nuevas formas de vida consagrada es un término muy genérico y dice poco de su naturaleza. Sin embargo, hablar de familias eclesiales de vida consagrada es más específico y un término más sinodal.
¿Cuáles serían las principales similitudes y cuáles las principales diferencias con respecto a las congregaciones religiosas ‘clásicas’?
Como afirma el n. 62 de Vita Consecrata,las nuevas formas de vida consagrada no han suplantado a las precedentes. No sólo eso, sino que para hablar de vida consagrada en las familias eclesiales, ellas también deben tener como principio fundamental y como criterio de discernimiento, la continuidad con los elementos esenciales de la vida consagrada, pues asumen los valores evangélicos y espirituales propios de la Vida Consagrada.
La novedad que el Espíritu Santo con la Familias Eclesiales es una de las notas que las caracteriza: quieren vivir y expresar de una forma u otra el misterio de la Iglesia, bajo la perspectiva de un carisma concreto; más en concreto, quieren manifestar el misterio de la Iglesia viviendo, dentro de su ámbito o radio de acción carismática, la comunión entre todos los estados de vida eclesiales, ya que ésta es la esencia de la vida trinitaria y del misterio de la Iglesia.
Recordemos que son comunidades que han surgido contemporáneamente o después del Concilio Vaticano II, de cuyos documentos la idea central y fundamental es la “eclesiología de comunión”. Es así como la Iglesia se entiende a sí misma, como comunión; lo es esencialmente y así se quiere manifestar.
¿Cóm expresan que la Iglesia es una comunión desde sus respectivos carismas?
Las familias eclesiales quieren expresar el elemento teológico de la comunión desde dos aspectos: con su pertenencia o inclusión en la Iglesia, es decir, con su integración armónica en la vida del Pueblo de Dios y, además, con la presencia de los diversos estados de vida de la Iglesia, en la comunión de un mismo carisma, así como de la gran pluralidad de sus miembros, pues son formas carismáticas integradas por hombres y mujeres; por célibes, clérigos y casados.
Dicho de otra manera, en las Familias Eclesiales, en un mismo instituto se integran las dos ramas célibes, más los casados. ¿Esto cómo se vive? Es una comunión que engloba diversos estados de vida en el mismo espíritu y misión. De ahí que la denominación de “eclesiales” signifique que están constituidos por los tres estados de vida. Y la denominación de “familia” signifique que sea más que una fraternidad, que sea una sola familia.
Esta realidad de comunión eclesial ilumina y configura novedosamente cada dimensión del carisma: identidad y estructuración, espiritualidad y formación, consagración y amor fraterno, gobierno y administración, y la misión
El segundo elemento teológico muy importante en las familias eclesiales para garantizar esta comunión en la diversidad es el énfasis en la Palabra de Dios. Recordemos que la comunión en la Iglesia se edifica por medio de la Palabra de Dios y de los Sacramentos. En las Familias eclesiales es significativa la importancia que adquiere la Palabra de Dios como generadora de comunión.
Esta realidad de comunión eclesial ilumina y configura novedosamente cada dimensión del carisma: identidad y estructuración, espiritualidad y formación, consagración y amor fraterno, gobierno y administración, y la misión.
Y desde la perspectiva de la organización, ¿qué les caracteriza?
Muy someramente puedo decir que en su identidad se trata de comunidades cristianas que se presentan como espacios de experiencia de fe (contemplación-oración), de un compartir espiritual y fraterno (vida fraterna), de celo misionero (misión) para laicos y consagrados, para casados y célibes, con la finalidad de lograr una mayor eficacia en la extensión de la fe en Cristo y la evangelización en la Iglesia, es decir, para ser comunidades más evangelizadoras y generadoras de comunidades de vida evangélica con el espíritu de la primera comunidad cristiana, no como un círculo cerrado en sí mismo, sino como fermento en la masa.
Son institutos mixtos y esto implica muchas cosas: no se trata de que cada uno desde su estado de vida vive en comunión con los demás desde un carisma con una relación meramente funcional. Se trata de un carisma único que genera comunión entre los estados de vida, es decir, existe la relación de comunión entre hombres y mujeres consagrados por igual, entre las dos ramas célibes; luego entre las dos ramas célibes y casados por igual; después entre las distintas nacionalidades, lenguas, culturas, sensibilidades. Y desde ahí hacia un movimiento apostólico, hacia la Iglesia, hacia el mundo.
Tal vez la nota que más llama la atención es que haya miembros casados; esto responde a la aspiración a que el matrimonio y la virginidad consagrada sean realidades no excluyentes, sino complementarias en reciprocidad, en una relación de comunión, de necesidad de lo uno para lo otro o en lo otro, en una relación de circularidad, al estilo de las relaciones de la Trinidad, donde nadie es a partir del otro, sino con el otro.
¿Cuándo surgen y por qué?
Como hemos afirmado anteriormente, estas nuevas comunidades surgieron en torno al Concilio Vaticano II. La razón profunda por la que surgen es obviamente el don que el Espíritu Santo hace a la Iglesia con una serie de nuevas fundaciones. Como se ha indicado la palabra clave que resume la visión de la Iglesia en los documentos del Concilio es comunión.
La realidad es que a mediados del siglo pasado surgieron en España, Francia, Italia, etc. comunidades cristianas que tenían en común una fuerte aspiración a la vida según el evangelio: la oración personal y en común desde la meditación de la Palabra de Dios, la sencillez, la pobreza, la fraternidad entre todos, la dedicación a los pobres, el testimonio de vida, la misión de dar a conocer el evangelio a todos, etc. Algunas no pasaron de ser pequeñas comunidades que no crecieron, pero otras sí e incluso se expandieron a otros países. Por eso tuvieron que comenzar un itinerario de discernimiento con los pastores de la Iglesia para su institucionalización.
¿Cómo está siendo su implantación en España? ¿Cuántas familias hay?
Hay que decir que un buen grupo de estas familias eclesiales nacieron en España; de las seis que tienen aprobación pontificia, tres son fundaciones españolas: la Obra de la Iglesia aprobada en 1997, la Fraternidad Misionera Verbum Dei, en 2000 y el Instituto Id de Cristo Redentor, misioneras y misioneros Identes en 2009. Las otras reseñadas en el Anuario Pontificio son las siguientes: la Familia Monástica de Belén, fundación francesa aprobada en 1998, y la Familia Espiritual La Obra, fundada en Bélgica y aprobada en 2001. Hay otras que tienen aprobación diocesana, algunas están bastante extendidas y consolidadas, por lo que también han solicitado la aprobación pontificia, y otras van haciendo su itinerario para discernir su carisma y su organización.
En España hay una presencia bastante importante de las familias eclesiales de vida consagrada, pero es muy difícil dar un número porque a veces es una pequeña comunidad; sin embargo, como cifra orientativa se puede decir que hay más de una veintena, como se constató el 29 de octubre de 2022 en el encuentro de Familias Eclesiales de Vida Consagrada que tuvo lugar en Madrid, presidido por monseñor Luis Ángel de las Heras, obispo de León y presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada de la CEE.
A la hora de las vocaciones, ¿son el ‘relevo’ de las congregaciones religiosas tradicionales?
No son el relevo, porque no hay un deseo de que lo nuevo sustituya a lo antiguo, cada forma de vida consagrada tiene su especificidad y la llamada que puede sentir un fiel a una forma u otra no es intercambiable. Podría parecer que las familias eclesiales tienen un mayor atractivo sobre todo entre la gente joven, pero es una apariencia engañosa ya que los monasterios y las congregaciones e institutos religiosos siguen atrayendo vocaciones. Además, hay que dejar muy claro que el matrimonio también es una vocación cristiana y en las familias eclesiales tienen muy claros los criterios de discernimiento vocacional para que no se confunda la llamada al celibato y al matrimonio.
¿Cómo es la relación entre ellas?
Ya se ha hablado del encuentro que se tuvo en Madrid en 2022, una de cuyas intenciones era formalizar la presencia de representantes de las familias eclesiales de vida consagrada en la Comisión de Obispos y Superiores Mayores de la CEE. Hay que añadir una serie de iniciativas de las que se ha hablado en este simposio: el encuentro bianual que se realiza en Roma desde 2011 y el foro que se constituyó también en Roma como grupo de trabajo conjunto con el Dicasterio. Al ser muy novedosas los encuentros, sean formales como informales, son muy importantes para poderse ayudar mutuamente en el camino de discernimiento y de institucionalización.
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