Los obispos españoles invitan a la oración ante el Belén, en familia Amadeo Rodríguez: "Dejad que la Navidad siembre los deseos de Dios"

Belén en familia
Belén en familia

En el Belén podemos descubrir espiritualmente a Jesús, que nos ayuda a comprender que se hizo hombre para encontrarse con cada uno de nosotros

Los obispos españoles os invitamos a todos los fieles a celebrar el día de la Sagrada Familia con la oración de toda la familia junto al Belén de los hogares

Y como vuestro obispo, os llamo a abrir el corazón ante el Misterio de la Navidad, representado en el Belén, y a dejar que el mensaje navideño penetre en la vida de todos sus miembros

Un Belén con fantasía evangélica

Días antes de Navidad, el Papa Francisco ha escrito una carta apostólica, en la que quiere “alentar la hermosa tradición de nuestras familias para que en los días previos a la Navidad preparan el Belén”. Estimula, el Santo Padre, la “fantasía creativa” de todos cuantos continúan con una tradición tan nuestra, la más evangélica de todas, la de montar el Belén, que es la más auténtica manifestación del significado de las fiestas navideñas.

En el Belén podemos descubrir espiritualmente a Jesús, que nos ayuda a comprender que se hizo hombre para encontrarse con cada uno de nosotros. Por eso, como recuerda el Papa, sólo en la escena del nacimiento, en toda su creatividad, nosotros descubrimos que Dios nos ha amado hasta el punto de unirsea nosotros en Jesucristo; en la escena del nacimiento nos sentimos invitados a unirnos a Él. “El Belén, en efecto, es como el Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Escritura, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento”.

El nacimiento de Belén fue montado por el mismo Dios, con tiempo, ayudándose especialmente de los profetas, y lo hizo como un lugar de encuentro salvador para toda la familia humana. Lo preparó con María y José y lo organizó con el Arcángel Gabriel, enviado a Nazaret para pedir el “sí” generoso y libre de la Virgen. En el Belén encontramos el calor espiritual que, siendo familiar, nos hace a todos familia humana, en la que nadie es ajeno a las situaciones y problemas de los otros.

Amadeo y el belén

Todos en el Belén

Lo que Dios hizo, hagámoslo ahora nosotros; y pongamos mucha imaginación, para que nadie sobre ni falte en nuestros nacimientos. Ni la mula y el buey, que le prestan el heno como camita al Niño Dios; ni la naturaleza, con su cielo estrellado, con sus montañas, ríos, lagos y fuentes, que le ponen cercanía y sencillez a un acontecimiento que bajó del cielo a la tierra. Ni siquiera los que se hacen los sordos ante la evidente presencia de Dios, que hasta la sintieron desde tierras lejanas, como le sucede a Herodes y su mundo: estas están ausentes en esta representación, pero también son del Belén porque también son amados de Dios.

Tampoco faltan los que fueron los primeros en descubrir esa presencia con el canto de los ángeles y, con sencillez, aceptaron el verdadero sentido de lo que estaba sucediendo bajo el cielo estrellado y en medio del campo, en el que ellos guardaban el ganado como pastores. Los más pobres y sencillos le adoraron y se enternecieron al reconocer una presencia de Dios tan tierna en medio de nosotros. Y hasta de lejos, guiados por una estrella, vinieron unos viajeros, atraídos por el Niño, y le adoraron. Todos centraron su mirada en esa gruta en la que se unió el amor que vino de Dios como niño con lo que esperaban en sus corazones tantos seres humanos.

Para que esto suceda ahora en nosotros, hemos de situarnos entre las figuras del Belén que mejor representen el vivir y el sentir del mundo, que espera a Jesús cada año, para recibir de Él sentido y salvación. El pastor, el herrero, el panadero, los músicos; las mujeres que llevan las jarras y los niños que juegan, representan la santidad cotidiana, la alegría de hacer de manera extraordinaria las cosas de todos los días, porque Jesús comparte con nosotros su vida divina (Cf. Papa Francisco, El hermoso signo del pesebre). Pues ahí hemos de estar nosotros, moviéndonos entre ellos.

Rezar ante el Belén en familia

Hecha esta llamada a poner el Belén en todas partes, con corazón navideño, que es un corazón cristiano para el mundo, me dirijo de un modo especial a las familias, a todas las familias. Como sabéis, hay en el tiempo de Navidad una fiesta especial en la que se evoca a la Sagrada Familia, en la que, en torno a los tres grandes protagonistas del Belén, Jesús, María y José, muchas familias cristianas se reúnen para verse a sí mismas en sus valores más esenciales, entre los que, el primero de todos es que, en el proyecto de Dios para la convivencia humana, la familia tiene un carácter sagrado e inviolable.

Junto al pesebre del niño Dios, las familias, con todos sus miembros, sin que falte ninguno, sin que se descarte jamás a ninguno, harán muy bien en reunirse para verse a sí mismas reflejadas en el Belén, en oración y adoración; así lo hicieron muchos desde el primer momento del Nacimiento. Sólo en oración y adoración se puede encontrar la belleza, la sencillez, la verdad, la alegría, la paz de la Navidad; y sólo en esa bella escena se puede encontrar lo que el amor de Dios quiere ofrecer a todos los seres humanos con la vida familiar.

Don Amadeo y el belén

En oración ante el Belén, la familia está llamada a ser escuela y camino de santidad; es decir, lo que realmente le corresponde ser como Iglesia doméstica. Ante la sencillez del Belén, la familia ha de aprender a ser escuela de Evangelio, porque el Belén es siempre Evangelio vivo en su más pura esencia. Por eso, en todo Belén debería de haber una Biblia abierta por la narración del nacimiento y la infancia de Jesús del Evangelio de San Lucas. No hay nada que fomente más el amor, el perdón, el respeto mutuo que contemplar lo que mejor refleja el amor infinito de Dios Salvador; la presencia pequeña y entrañable de su Hijo en el pesebre, acompañada por la ternura de María, su Madre, y por la protección paternal de San José.

Los obispos españoles os invitamos a todos los fieles a celebrar el día de la Sagrada Familia con la oración de toda la familia junto al Belén de los hogares. Y como vuestro obispo, os llamo a abrir el corazón ante el Misterio de la Navidad, representado en el Belén, y a dejar que el mensaje navideño penetre en la vida de todos sus miembros.

En oración ante el Belén, pedidle a la Sagrada Familia que el espíritu de la Navidad se vaya desarrollando en actitudes, gestos, acciones que renueven y transformen la vida y los deseos de todos. Dejad que la Navidad siembre los deseos de Dios, que siempre son de bien, de paz, fraternidad, libertad y felicidad. Y si me lo permitís, os invito a escuchar también, entre el canto de los villancicos, un sencillo estribillo, que lo canta Jesús, acompañado por José y María, y que dice: compartid conmigo el sueño misionero de llegar a todos.

Feliz Navidad a todos.

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