"La enseñanza es básica: cuando comprendamos que somo hermanos, encontraremos el camino" Cardenal Arizmendi: "'Fratelli tutti' es una encíclica extraordinaria, lamento que muchos no le den la importancia que merece"
El Cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, México, comenta la recepción de la Encíclica del Papa Francisco "Fratelli tutti" en América Latina
"Ojalá que la invitación del Papa llegue a todos para que en vez de estas guerras a pedazos, que él llama, haya fraternidad, que es lo que Dios quiere para todos"
| Renato Martinez / Manuel Cubías
(Vatican News).- “Ojalá que está Encíclica y la invitación del Papa llegue a todos para que ya en vez de estas guerras a pedazos, como él lo llama, pues haya fraternidad, que es lo que Dios quiere para todos”, lo dijo el Cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, México, comentando la recepción de la Encíclica del Papa Francisco “Fratelli tutti”, en América Latina. Dialogando con nuestro colega, Padre Manuel Cubías, el neo Cardenal señaló que la Encíclica es una invitación al diálogo y a vivir el Evangelio al lado de los que más sufren.
Entrevista con el Cardenal Felipe Arizmendi Esquivel
- ¿Qué comentario le merece a usted, vista desde América Latina, la Encíclica del Papa Francisco?
En primer lugar, es un recordarnos lo que el Evangelio mismo nos dice, que nos amemos unos a otros. El Papa no está inventando nada, no está saliéndose de su misión, nos está recordando a vivir el Evangelio, sobre todo la actitud del Buen Samaritano, estar cerca del que sufre. Pero es a partir del principio básico de que nos amemos unos a otros, poniendo como modelo y base la Santísima Trinidad, que Dios es puro amor y las tres divinas personas son uno siendo diferentes.
Para mí ha sido una Encíclica extraordinaria, lamento que muchos no le den la importancia que merece, lamento que muchos ahora ya no lean casi, leen mensajes cortos en su celular, a veces ya ni los sacerdotes leen estos documentos que son tan importantes. A mí me llevó varios días estar leyendo diario tres o cuatro numeritos, pero subrayando, meditando, orando, con ellos. Acabo de concluir esta forma meditada de leer la Encíclica. Para mí es un aporte muy importante ya no solamente para los creyentes sino para toda la humanidad, invitando al mundo que ya pasemos de tanta confrontación y nos veamos como hermanos, creyentes y no creyentes, es una Encíclica de mucha trascendencia.
- ¿Qué luces ofrece Encíclica para la Iglesia Latinoamericana en este momento de crisis, sanitaria y social? Me refiero al aumento de la pobreza, de la corrupción, el aumento del desempleo, el tema de las migraciones, el tema del impacto que tiene el narcotráfico, etc.
Al comienzo de la Encíclica el Papa describe varios panoramas muy oscuros, muy tristes, de nuestra realidad, no solamente de América Latina sino del mundo. Pero después nos ofrece el Evangelio. No está dando consejos como si fuera un antropólogo, un sociólogo, un psicólogo, sino como un creyente. A partir de la Palabra de Dios nos dice: somos hermanos aunque podemos pensar diferente, ser de partidos distintos, de culturas diferentes, de razas, de raíces, de religiones distintas. Pero en el fondo somos personas, somos imagen de Dios, somos hermanos.
Él insiste mucho en que si no logramos partir de esta trascendencia, no vamos a lograr la fraternidad. La trascendencia es: creemos en un Dios que nos ha hecho a su imagen y semejanza a todos, creyentes y no creyentes, incluso gente buena y gente mala. Somos imagen de Dios. Entonces, ¿qué nos puede ofrecer la Encíclica?, un camino: ya basta de tantas diferencias, de tantos pleitos, de tantas guerras, de tanta producción de armas para destruirnos unos a otros.
A nosotros nos llamó mucho la atención esta Encíclica porque, por ejemplo, Estados Unidos produce muchísimas armas y tiene libertad para hacerlo. Pero estas armas llegan a México y llegan a las bandas de criminales. Estados Unidos no se preocupa por controlar la producción y la venta de armas porque es un negocio y ellos viven de eso. Su economía depende de cuestiones armamentistas que, sin embargo, son para destruir. Ojalá que esta Encíclica nos ayude. Hay quienes ni caso le hacen, les importa solo el dinero, los intereses. Aún así, ojalá que la invitación del Papa llegue a todos para que ya en vez de estas guerras a pedazos, que él llama, haya fraternidad, que es lo que Dios quiere para todos.
- ¿Qué caminos ofrece la Encíclica para reconstruir las relaciones humanas dañadas por la violencia y la indiferencia?
El Papa insiste mucho en el diálogo y da unas pautas muy interesantes. El diálogo no significa que yo esté de acuerdo en todo con el otro, sino que lo sepa escuchar, sepa ponerme en el lugar del otro, entender su razones y también dar mi aporte. No significa que todo vale lo mismo, que todas las religiones son igual, no, no. Cada quién tenemos nuestra identidad y tenemos que aportar lo que somos nosotros como creyentes. Aportar lo que somos. No somos una ONG, una organización empresarial humanitaria meramente social; somos creyentes y aportamos nuestra fe y nuestra fe indica que lo importante para Dios es la unidad. Es cierto que en la historia, también de la Iglesia, hubo excesos como la inquisición y otras cosas. Pero tenemos que aprender de la historia. Y el Papa insiste mucho: no más guerras, no más producción de armamentos. Ojalá que se le hiciera caso, al menos poniendo en práctica uno de los medios, en que él insiste mucho, el diálogo. Pero, además, para nosotros, como creyentes, la base siempre será nuestra fe.
Qué nos pide el Señor: ámense, quiéranse, eso es lo fundamental.
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