El arzobispo de La Habana recibirá la púrpura esta tarde de manos del Papa Francisco Juan de la Caridad García, el neocardenal que no deja solos a los descartados
Para él siempre es necesario "dialogar para que la Iglesia encuentre espacio para su misión evangelizadora, educativa y caritativa", consciente de que "la Iglesia vive el Evangelio, lo proclama y denuncia lo que está mal para que se pueda progresar" para el bien de cada persona
| Vatican News
(Vatican News).- Juan García nació el 11 de julio de 1948 en Camagüey, en el seno de una familia sencilla. Fue el primero de seis hijos. Su madre era ama de casa y su padre trabajaba en el ferrocarril.
De adolescente ingresó en el seminario de San Basilio Magno de El Cobre. Durante un año asistió al seminario de El Buen Pastor en La Habana y luego completó su formación teológica en el seminario de San Carlos y San Ambrosio, también en la capital. Sus compañeros, que vivieron todo el período de formación sacerdotal en Cuba, fueron ordenados entre 1970 y 1971; en cambio, fue ordenado sacerdote en la iglesia parroquial de Morón el 25 de enero de 1972, cuando aún no tenía veinticuatro años. "Iré a todos aquellos a los que me envíes; diré todo lo que me mandas": es el compromiso de ese día.
Obispo de Camagüey: "Ve y anuncia el Evangelio"
El 15 de marzo de 1997, el Papa Wojtyła lo eligió para la sede titular de Gummi di Proconsolare nombrándolo obispo auxiliar de Camagüey, donde recibió la ordenación episcopal el 7 de junio del mismo año, en la iglesia de Nuestra Señora de la Merced, de manos de Monseñor Adolfo Rodríguez Herrera, quien ya lo había ordenado presbítero. “Ve y anuncia el Evangelio” es su lema episcopal.
En 1998 la diócesis de Camagüey fue elevada al rango de sede metropolitana y el 10 de junio de 2002 Monseñor Juan de la Caridad García Rodríguez fue promovido arzobispo. Particularmente atento al cuidado pastoral de las vocaciones, de los laicos y de las necesidades de los más pobres, desarrolló programas de evangelización en los que valoró el papel de los abuelos en la formación religiosa de los más jóvenes, estableciendo también una pastoral específica para los presos.
Presidió la Conferencia Episcopal Cubana en 2006 y participó en la Conferencia de Aparecida en 2007. Ese mismo año fue nombrado miembro del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz.
Como arzobispo de Camagüey, el 29 de noviembre de 2008 recibió al cardenal José Saraiva Martins, prefecto emérito de la Congregación para las Causas de los Santos, para la beatificación de José Olallo Valdés, el religioso de los Fate bene fratelli -el primer cubano proclamado bienaventurado en la isla- que en el siglo XIX dedicó toda su vida a ayudar a los pobres, los esclavos y los desfavorecidos. Y también inició el proceso de beatificación de su predecesor al frente del arquidiócesis, el siervo Dios Monseñor Adolfo Rodríguez Herrera.
Estar cerca de los "descartados"
Como Arzobispo de La Habana muestra un estilo misionero que le lleva a estar cerca de los "descartados". Para él siempre es necesario "dialogar para que la Iglesia encuentre espacio para su misión evangelizadora, educativa y caritativa", consciente de que "la Iglesia vive el Evangelio, lo proclama y denuncia lo que está mal para que se pueda progresar" para el bien de cada persona.
Actualmente es miembro del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Cuba y presidente de la Comisión Nacional para la Misión y la Familia: en este cargo fue elegido representante del episcopado en el Sínodo Ordinario sobre la Familia en 2014. Y al año siguiente -como ya había hecho en 1998 con Juan Pablo II y en 2012 con Benedicto XVI- fue uno de los obispos que acogieron al Papa Francisco durante su viaje apostólico a la isla caribeña.