(Vatican News).-La pandemia del Covid-19 continúa golpeando duramente al pueblo venezolano que desde hace años vive sumergido en los desastrosos efectos de una crisis económica, política y social que también ha originado una grave crisis sanitara: no hay camas en los hospitales, las estructuras están colapsadas, no hay medicinas y tampoco un plan claro de vacunación por parte del Gobierno para paliar los contagios que siguen aumentando.
Aumentan los contagios y faltan camas en los hospitales
En este contexto, Vatican News conversó con Monseñor Mario Moronta, obispo de la Diócesis de San Cristóbal en el estado de Táchira, y primer vicepresidente de la conferencia episcopal venezolana, quien describe la emergencia sanitaria en los hospitales de su país:
“Estamos viviendo un aumento de casos de Covid. Muchos de los enfermos están siendo atendidos de manera ambulatoria en sus casas sobre todo en los estados de Zulia y Yaracuy, así como en algunas partes de la Región Capital. El número de contagiados es tan grande que hay una crisis de camas en los hospitales, es decir, no se consiguen fácilmente puestos para ser atendido en los hospitales públicos. Tampoco es asequible acudir a las clínicas privadas ya que a causa de la devaluación de la moneda nacional, los precios resultan muy onerosos o excesivamente caros”
El prelado profundiza sobre la situación en su propia región, en la que tuvieron un gran pico de casos el pasado mes de diciembre y actualmente parece que la pandemia está volviendo a crecer y con ella sus consecuencias:
"Esto significa que estamos palpando y sufriendo con el Covid la expresión de una crisis que viene desde hace ya muchos años con el deterioro del sistema de salud", afirma el obispo de San Cristóbal haciendo hincapié en que los médicos están haciendo un gran esfuerzo: "Y lo puedo decir, tanto por mi región como por otros lugares, porque están llevando a cabo curaciones y atendiendo a pacientes de manera ambulatoria, es decir que los contagiados no tienen que estar necesariamente en los hospitales, a no ser que sean casos más críticos".
- El presidente Nicolás Maduro, dijo el domingo 23 de mayo, que Venezuela ha recibido 1 millón 300 mil vacunas de China con lo que se iniciará un plan de vacunación en los próximos días. ¿En qué punto se encuentra este plan de vacunación?
Efectivamente, el pasado 23 de mayo el presidente a cargo del poder ejecutivo anunció que ha recibido 1 millón 300 mil vacunas procedentes de China y que se iniciará un plan de vacunación en los próximos días. El problema que tenemos es que no creemos a nadie porque son engaños tras engaños. Y en este momento el plan de vacunación está muy por debajo de los niveles necesarios.
Nosotros en la Conferencia Episcopal estamos en contacto con el mejor grupo de médicos que hay en Venezuela y que conocen esta situación. Ellos dicen que si quisiéramos lograr que un alto porcentaje de la población (un 80 % aproximado) pudiera vacunarse de aquí a final del año, se necesitarían en este momento 14 millones de vacunas, que implicarían las dos dosis que hay que colocarse por persona.
Otro de los problemas que tenemos es que en varias regiones se iba a vacunar a médicos y personal de salud pero eso no se ha cumplido: se está vacunando solamente a los que tienen una afiliación política en el grupo del oficialismo y también a personas que quizás no lo requieren con tanta urgencia como otros grupos más vulnerables, como los médicos, los enfermeros, los bomberos, los operadores de salud y las personas mayores.
Respondiendo a la pregunta sobre en qué punto se encuentra el plan de vacunación, tenemos que decir que estamos muy por debajo de la media internacional y según algunas estadísticas estaríamos en el último o en el penúltimo puesto de la lista de países con bajo porcentaje de vacunación. Por eso, la Conferencia Episcopal y los obispos estamos reclamando la necesidad de una vacunación masiva y recordamos que esto no es un problema político ni de carácter partidista, aunque lamentablemente en eso lo han convertido los grupos que están en el debate político.
- Si las estructuras sanitarias no dan abasto, ¿tiene el Gobierno algún plan para acelerar la campaña de vacunación?
Si el Gobierno tiene un plan para acelerar las vacunaciones, nosotros no lo conocemos: se dedica a hacer anuncios y publicidades pero no conocemos ningún plan en concreto. Tanto la Iglesia, como otras instancias religiosas y de carácter social han ofrecido sus buenos oficios para colaborar en estas campañas de vacunación pero hasta ahora, tristemente, lo que tenemos son solo anuncios. En definitiva, 1 millón 300 mil vacunas, vengan de donde vengan, no llegan a cubrir ni siquiera una quinta parte de lo que se requiere en el país.
- ¿Cómo se está viviendo la pandemia en San Cristóbal, su Diócesis?
Nosotros tenemos en marcha varias iniciativas. La primera de ellas ha sido elaborar una serie de directrices para favorecer la bioprotección de los fieles que acuden a nuestros templos, no solo para actos de culto sino también para actos de evangelización, como las catequesis.
Y lo hemos hecho en comunión con todos los obispos de Venezuela, siguiendo también las directrices de la Santa Sede, de los organismos internacionales, así como las recomendaciones gubernamentales y los consejos de médicos expertos. Tuvimos que asumir el cierre de los templos por un período bastante largo y aquí en Venezuela nos hemos ido adaptando a las nuevas normativas que iban cambiando cada semana.
A esto se une la campaña de concienciación que se aplicó en todas las diócesis, pero especialmente aquí en San Cristóbal, gracias a nuestra plataforma comunicacional y gracias también a la asesoría de un grupo muy bueno de médicos católicos que nos acompaña.
- ¿Cómo está ayudando concretamente la Iglesia a los migrantes y personas más vulnerables?
La Iglesia está siempre ayudando a los migrantes junto con algunas organizaciones de carácter internacional y de carácter filantrópico ya que somos una de las pocas instituciones que se preocupa por los migrantes y por las personas más necesitadas. Tenemos que decir que el territorio de nuestra Diócesis es uno de los lugares por donde pasan miles y miles de migrantes que salen del país.
Por ello, en algunas parroquias se han ido creando, a lo largo del camino, lo que nosotros llamamos "casas de abrigo" es decir, sitios donde los migrantes pueden descansar tras haber caminado durante días, dormir, pasar la noche, ducharse, comer y recibir una atención adecuada. Tenemos dos "casas de abrigo" en la zona de frontera con Colombia y también otras dos en la zona que une el estado de Táchira con Caracas. Pero también en todas las parroquias de la zona se han organizado equipos que asisten a los migrantes. Es una situación muy dolorosa que amerita la preocupación de todos.
Y aquí comparto una anécdota: la parroquia San Antonio del Táchira está ubicada en un barrio muy pobre en donde la gente puede pasar de manera "no oficial" a Colombia. La gente que vive allí es muy pobre y sin embargo, la comunidad eclesial de base se ha organizado para dar de comer a los migrantes que pasan por la zona. Esto significa que la opción por los pobres es también "desde los pobres" y quizás ellos son los que más y mejor ayudan a los necesitados.
- Finalmente, Monseñor, en Venezuela están subiendo los casos de Covid y también el número de fallecidos: se trata de gente que no tiene la culpa de que aquellos que tienen el poder no se pongan de acuerdo para garantizar la salud pública. ¿Cuál es el mensaje de la Iglesia ante esta situación de injusticia social?
Hay dos tipos de mensajes. Por un lado, está el mensaje oral que damos con nuestras palabras y predicaciones. Por otro, siguiendo las indicaciones tanto del Evangelio como las enseñanzas del Papa Francisco, está el mensaje de cercanía con la gente.
Nosotros hemos aprendido (cada día más) que el Evangelio se predica, no solo desde los púlpitos y altares sino en medio de la gente. Para ello contamos con la inspiración de la Encarnación del Señor: Él nos ha dado este ejemplo, se hizo hombre y compartió todo con nosotros, siendo igual a nosotros menos en el pecado.
Por tanto, la primera voz de la Iglesia en esta situación de injusticia social es de cercanía, acompañamiento y solidaridad, haciendo que la voz de estas personas que sufren sea escuchada, aunque ello comporte a veces recibir críticas.
En nuestra Diócesis, la mejor voz es la de la cercanía y acompañamiento a las personas "con gestos concretos" de caridad y dignificación humana.
Por una Iglesia mejor informada