(Vatican News).- Al celebrar los 200 años de la Consumación de la Independencia de México, los obispos han publicado un comunicado en el que reiteran a los mexicanos "la necesidad de construir unidad desde una diversidad derivada de formas de vida, costumbres e incluso visiones divergentes", mostrándose disponibles "para contribuir al bien común con justicia e igualdad".
Siendo conscientes de que este aniversario nacional llega en medio de una crisis sanitaria, económica y social, los prelados comparten con todo el pueblo, palabras de esperanza:
“Este momento, festivo sin duda, también es ocasión de reflexión sobre nuestra identidad y sobre el destino común, inmediato y mediato, de nuestro pueblo. Queremos elevar una plegaria de gratitud por los dones tan preciosos de la Patria, la libertad y la vocación de unidad, que el Señor de la historia nos concede para construir el presente y el futuro de México”
Recuperar los colores de la bandera mexicana
Además, como Pastores del pueblo mexicano, los mitrados ofrecen algunas consideraciones que brotan de la fe, de la certeza de que el Señor de la historia conduce a las personas y a los pueblos hacia la plenitud de su Reino, que desde ahora nos compromete a la construcción de una sociedad fraterna, justa y pacífica.
En primer lugar, puntualizan que los cristianos estamos llamados a ser protagonistas y fermento de nuestra vida en común: "escudriñando los signos de los tiempos, tanto a la luz de la razón como de la fe, para celebrar los bienes heredados y corregir los rezagos e injusticias que dañan a grandes sectores de nuestra sociedad en su dignidad y en sus esperanzas".
Y en segundo lugar, plantean dos cuestiones: "¿Qué nos dice hoy la Consumación de nuestra Independencia? y ¿qué nos enseña su modo de hacerla?"
Para contestar estos interrogantes, los mitrados explican que hay recuperar los colores de la bandera mexicana que significaron originalmente las Tres Garantías: el verde la Independencia, el blanco la Religión y el rojo la Unión:
"Dichas garantías representan los pilares sobre los que se construyó inicialmente la Nación, pero algo ha cambiado desde entonces. Si bien nadie objetará nuestra absoluta independencia como Estado soberano, tampoco la unión y la igualdad civil entre sus habitantes; es cierto que no se puede mantener ya el blanco de nuestra bandera como símbolo de una única religión que deba ser preservada por el poder político", escriben los obispos.
Convivencia fraternal en la diversidad
Asimismo, los prelados subrayan en el comunicado que también el significado original del rojo de la bandera nacional, es decir, "la unión"; ha de ser corregido y enriquecido, "mediante una unión que no signifique uniformidad, sino convivencia fraternal en la diversidad; en el respeto de nuestras diferencias y particulares modos de entender lo social, lo político y lo religioso".
"Hemos de defender la unidad dentro de una vida plenamente democrática y plural -añaden- donde los más altos valores del espíritu y todos los derechos fundados en la naturaleza humana sean reconocidos y eficazmente salvaguardados por el poder político y por todos y cada uno de los habitantes del Estado, así como por los fieles de todas las asociaciones religiosas".
Las problemáticas que afligen a México
Finalmente, los prelados piden al Señor que conceda al pueblo la mirada de ternura "con la cual Él mismo mira las problemáticas que afligen a nuestra sociedad", como la violencia, las desigualdades sociales y económicas, la polarización, corrupción y la falta de esperanza:
“Una mirada de reconciliación que nos haga capaces de tejer los distintos hilos que se han debilitado o cortado en la multicolor tilma de culturas que conforma el tejido social y religioso de nuestra nación. Una mirada de fraternidad para poner en evidencia los puntos de conexión e interacción en el seno de las culturas y en la comunidad eclesial. Una mirada que facilite la comunión y la participación fraterna; una mirada que anime y guíe a todos a ser respetuosos de nuestra casa común y constructores de un mundo nuevo en colaboración con todos los hombres y mujeres de buena voluntad”
"Hoy, como hace 200 años -concluyen los mitrados mexicanos- nos seguimos encomendando a la Santísima Virgen de Guadalupe. Ella, verdadera Madre de nuestro pueblo, custodie y proteja a nuestras familias, nuestra cultura y nuestros valores más auténticos".
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