¿Qué buscas? ¿A quién buscas? El Cuarto Evangelio (I)
Durante el Tiempo Pascual, cada año, independientemente del ciclo litúrgico que corresponda, se proclama el Evangelio de san Juan no solo los domingos, sino cada día, por ser la visión más luminosa del Nuevo Testamento.
No es indiferente que el texto evangélico comience con la expresión “en el principio” (Jn 1, 1), términos que tienen su correspondencia con el inicio de la Biblia: “Al principio” (Gen 1, 1). Por esta concurrencia, cabe interpretar que el autor de este Evangelio nos ofrece el relato de la vida de Jesús en clave de una nueva creación. Esto se confirma, además, si al leer en el libro del Génesis la creación del hombre, encontramos: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne” (Gen 2, 24). Y en el prólogo del Evangelio se proclama: “El Verbo se hace carne” (Jn 1, 14). Ambas expresiones revelan desposorio, para decir que Dios se desposa con la humanidad en la Encarnación.
A la hora de contemplar el Cuarto Evangelio, caben muchas lecturas e interpretaciones. Una de ellas surge al observar la primera pregunta de Jesús a los discípulos de Juan el Bautista: “¿Qué buscáis?” (Jn 1, 38), y la primera pregunta del Resucitado a María Magdalena: “¿A quién buscas?” (Jn 20, 15). Al encontrar las dos preguntas al principio y al final del texto, es posible interpretar que la actitud adecuada que nos corresponde es la de buscar. Mas la esperanza de encontrar no se funda en el éxito de nuestro hallazgo, sino en la certeza de que es Jesús quien nos busca y desea nuestro amor.
Si el evangelista nos lleva al principio y nos sitúa en la opción de Dios de hacerse hombre, durante el Tiempo Pascual vamos a tener el acompañamiento de la declaración divina más sobrecogedora, la de sabernos amados de Dios, hasta el extremo de formar una sola cosa con Él, declaración que iremos descubriendo a lo largo del texto.
¿Qué buscas? ¿A quién buscas?
