V Viernes de Cuaresma
Texto evangélico
“Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre». Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos.” (Jn 10, 35-39)
Octava estación del Via Crucis: Jesús se dirige a las mujeres de Jerusalén
“Jesús, volviéndose a ellas, dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos»” (Lucas 23,28).
“Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano». Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?» Le contestaron: «Señor, ven a verlo». Jesús se echó a llorar” (Jn 11, 32-34).
Consideración
Aquel que consuela las lágrimas de las mujeres también lloró.
Tres apotegmas bíblicos resumen la identidad divina: “Sed perfectos”. “Sed santos”. “Sed misericordiosos” como vuestro Dios es perfecto, santo y misericordioso. Y Jesús pronunció: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”.
“¿Por qué hemos de querer tantos bienes y deleites y gloria para sin fin, todos a costa del buen Jesús? ¿No lloraremos siquiera con las hijas de Jerusalén, ya que no le ayudemos a llevar la cruz con el Cirineo? ¿Que con placeres y pasatiempos hemos de gozar lo que Él nos ganó a costa de tanta sangre?” (Vida 27, 13)
Pregunta
¿Te sientes endurecido ante el dolor del prójimo? ¿Te conmueves y practicas alguna obra de misericordia? “Dichosos los que lloran, porque serán consolados”.