"Cuando las cosas se pusieron difíciles todos se marcharon (...), pero Jesús nunca les dejó" "Dejaron barca, padre, costumbres y planes.... ¿Por qué? Porque Jesús tenía más capacidad de arrastre que un ballenero"
Y así hay personas que prefieren que otros les elijan la vida
También hoy en día algunos prefieren no pensar. Que los gobernantes nos lleven en sus manos, nosotros les votamos y “amén”. O aquellas personas religiosas que son dirigidas espiritualmente por maestros de la manipulación que los llevan como marionetas y … “amén”
Elegir es complicado. Acertar con el camino bueno, con el novio adecuado, con la carrera que te haga feliz o la vocación que te llene es todo un reto. Elegir el plato del menú a veces es arriesgado, sobre todo si está en francés... Porque de novios todos son maravillosos y luego algunos se convierten en trasgos violentos de puño fiero. La carrera que creías iba a ser preciosa es todo un rollo en la universidad y no tiene salidas y acabas en un burguer vestido con un mandil sirviendo “japimils” o sentado en un despacho rellenando documentos ahorcado por una corbata ridícula. O terminas siendo un cura amargado que se cree el dueño del mundo y de la moral porque le dieron una parroquia en no sé dónde, pero a fin de cuentas esta más solo que la una mirando una sopa fría. O eliges un plato del menú que es superpequeño y superaro y te quedas mirando al de la mesa de al lado que tiene una novia preciosa y un chuletón de 3x4 que se sale del plato.
Elegir es caminar por la cuerda sobre el abismo. Que se lo digan a Caperucita que eligió el camino largo y acabo tragada por el lobo travestido de abuelita. Nos gustaría tener una máquina del tiempo para desandar nuestros errores. Nos gustaría haber tenido información y criterio y experiencia para optar por lo acertado. Pero eso no se puede hacer. Cada cual carga con los interrogantes y el insomnio de nunca saber qué habría pasado si en vez de Lucía hubiera sido Irene, si en vez de abogacía hubiera sido artes, si en vez de ser cura le hubieras dicho que sí y tendrías familia, si en vez de esto hubiera sido aquello. Porque el que elige se equivoca. Y es duro vivir con el error o la decepción, como un caramelo amargo que nunca se gasta por muchas vueltas que le demos en la boca.
Y así hay personas que prefieren que otros les elijan la vida. Ha habido tiempos en los que uno no podía elegir nada. Seguías la profesión de tus padres, los matrimonios se pactaban en una mesa, incluso la religión era una cosa que el rey elegía y los demás “amén”. También hoy en día algunos prefieren no pensar. Que los gobernantes nos lleven en sus manos, nosotros les votamos y “amén”. O aquellas personas religiosas que son dirigidas espiritualmente por maestros de la manipulación que los llevan como marionetas y … “amén”. Suele ser un error de algunos clérigos el pensar que los laicos, o sea gente de a pie, viven en una inmadurez espiritual en la que hay que dirigirlos como ovejas de coeficiente ausente y que siempre digan… “amén”. Preferimos no pensar, preferimos no elegir, no lanzarnos a la piscina.
Y así un día Pedro, Juan y Santiago y Andrés estaban en su barca con su rutina de redes, peces, tempestades, bar, novias, impuestos, fiestas, redes, peces, tempestades, bar, etc etc etc… Hasta que llegó Jesús, un hombre que venía de las montañas y decidieron irse con Él. Dejaron barca, padre, costumbres, planes y se lanzaron a una aventura de la que no tenían ni la más mínima idea. ¿Por qué? Porque Jesús tenía más capacidad de arrastre que un ballenero. Jesús te miraba y delante de ti se abría un abismo que podría ser el cielo para ti. Ellos eligieron y… ¿Les fue bien? Pues parece que en la vida de Jesús compartieron una verdadera aventura apasionante. No le entendían mucho pero sentían que Él era el camino bueno, y no lo que le paso a Caperucita. Por eso cuando muchos otros se marchaban, cuando aquel joven rico prefirió sus cosas a un futuro incierto, cuando todos le abandonaron, Jesús les preguntó “¿Vosotros también queréis marcharos?” “Señor, ¿a quién vamos a ir? Sabemos que tú tienes palabras de vida eterna”. Y se quedaron con Él.
Pero no siempre. Cuando las cosas se pusieron difíciles todos se marcharon. Ahí seguro que pensaron que se habían equivocado. Como a veces nos pasa a nosotros.
Pero a pesar de eso Jesús nunca les dejó. Porque Jesús siempre pensó que había elegido lo correcto, que había elegido a todos bien. Incluido a ti. Jesús no se arrepiente de haberte elegido, jamás. Y Él bien que conoce el menú y el plato, a veces exquisito, a veces duro y pobre, del que estás hecho. Jesús está encantando con su elección y todos los días recuerda el primer día que te vio. Dijo “Será para mí, si quiere”. ¿Quieres?
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Si vuelve a nevar, en vez de un Cristo lo próximo será una Virgen del Pilar.
Gracias por vuestra acogida del libro LA VECINA DE JESUS. no os lo perdáis.