"Si nuestro corazón está lleno de Dios nos entenderán. Todos" Si la gente del mundo ya no entiende a la Iglesia, ¿estaremos en Babel o en Pentecostés?
"Pentecostés contra Babel. Perdón que cura las heridas, que restaura las relaciones caídas, que conforta cuando el sol del mediodía no te deja una sombra en el camino en donde guarecerte"
"Babel nos agota. Hemiciclos de políticos que se arrojan palabras como dardos, que juegan con las cifras de los muertos y los parados como un bingo indecente"
Arrastrar cubos de barro y de agua, levantar tablones que te llenan las manos de espigones, sudar escalera arriba y abajo por el laberinto de Babel, sin saber si alguien entiende una puñetera palabra de lo que estás diciendo. Eso es Babel, nuestro mundo de prisas, de proyectos megalómanos, sueños de enanos que se creen gigantes y acaban arrinconados por bichos pequeños e invisibles, virus cobardes que nacieron de las entrañas de un murciélago o de un laboratorio secretísimo. Babel nos agota. Hemiciclos de políticos que se arrojan palabras como dardos, que juegan con las cifras de los muertos y los parados como un bingo indecente.
Y después, cuando cae el telón, se toman un cafecito en el bar de la esquina mientras los peones se sacan los ojos por las calles. Babel de familias cuyas generaciones hablan lenguajes ininteligibles; Babel de matrimonios que han naufragado contra el iceberg del confinamiento inaguantable para quien no se ama ya. Babel que siembra cuñas de hielo en el corazón de las naciones y las hace añicos imposibles de recomponer. Babel que convierte nuestro mundo en un laberinto de locos, conversaciones eternas de besugos con memoria de pez. Babel que te enfrenta a los distintos, que te llena de miedo, que te vuelve paranoico y acabas tapiando tu ventana por miedos a los otros, que dejaron ser humanos o hermanos, y ya son solo “los otros”. Babel, Babel.
Y a este Babel sin hilo de Ariadna, ha llegado Jesús de nuevo y ha enviado el fuego del Espíritu como un estallido de neutrones de paz y de ánimo. Los temerosos arrancan las persianas y salen a la calle a pecho descubierto, ante el pelotón de fusilamiento y crítica que les llama borrachos y está presto a lapidarlos, crucificarlos, a destruirlos como a un mosquito pesado de verano. Y todos les entienden.
Babel se desmorona cuando la gente habla con el corazón lleno de Dios
No hay prejuicios, no hay partos, medos, elamitas y ni habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; no hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos ni cretenses y árabes; Ahora sólo hay hombre hermanos que escuchan la verdadera lengua de Dios. No hay negros, no hay homosexuales, no hay gitanos, no hay banqueros, no hay del Madrid ni el Barsa, no hay de Podemos ni de Vox. En Pentecostés solo hay hombre y mujeres que escuchan unas palabras que les llenan de Paz. Porque la paz de alma es un tesoro raro que todos ansiamos sin siquiera saberlo. Ya pueden caer chuzos de punta que si uno está en paz la existencia te vuelve un superhéroe que no se deja arrastrar por el miedo, la vergüenza o el cansancio. Si la gente del mundo ya no entiende a la Iglesia, ¿Estaremos en Babel o en Pentecostés?
Pentecostés contra Babel. Perdón que cura las heridas, que restaura las relaciones caídas, que conforta cuando el sol del mediodía no te deja una sombra en el camino en donde guarecerte.
¡Ven Espíritu Santo,que estamos saturados de Babel confinado! Yo quiero salir ya a la terraza a encontrarme con mis vecinos supervivientes para contarles que “hoy todo va a salir bien”. Porqué Jesús está en medio de nosotros, como un jueves bendito. Y el Espíritu Santo, Santísimo sigue encendiendo nuestras pobres brasas como antorchas eternas. Pentecostés. Salgamos sin miedo al encuentro del mundo, rompamos nuestros muros de prejuicios. Y si nuestro corazón está lleno de Dios nos entenderán. Todos.