"Don Bosco lo entendió y fue un prodigio de creatividad pastoral, alegría y pasión por la juventud" ¡Pasen y vean! El camino del asombro
"¿Cuáles son los sentimientos que hacemos surgir en aquellas personas que vienen o frecuentan nuestras comunidades cristianas? El sueño, el aburrimiento mortal, el tedio profundo"
"Desgraciadamente la rutina y el tedio se han apoderado de nuestra sociedad y a veces de nuestra Iglesia"
"Jesús causaba asombro, expectación, maravilla, sorpresa y muchas veces escándalo. Primero por como hablaba, que era trending topic de Tierra Santa, con palabras que llegaban al corazón de todos, porque el hablaba y sabía lo que decía"
"Cuanta homilía con voz hueca y palabras vacías, cuanto rollo nos hemos tragado y aún estamos tragando. Cuanto documento que no sabe uno ni por dónde coger"
"Jesús causaba asombro, expectación, maravilla, sorpresa y muchas veces escándalo. Primero por como hablaba, que era trending topic de Tierra Santa, con palabras que llegaban al corazón de todos, porque el hablaba y sabía lo que decía"
"Cuanta homilía con voz hueca y palabras vacías, cuanto rollo nos hemos tragado y aún estamos tragando. Cuanto documento que no sabe uno ni por dónde coger"
El asombro. Quedarse con la boca abierta viendo algo o alguien a quien no esperábamos. El asombro rompe la rutina de nuestros prejuicios. La admiración ante lo bello e inesperado hace que lo más profundo de nosotros se conmueva, que sintamos esa conjunción de piel de gallina y mariposas en estómago que nos devuelve a aquellas caras de pasmarote que se te quedaba cuando veías salir las pompas de jabón, ingrávidas y sutiles como decía Machado cuando eras un niño en pantalones cortos. o aquellos trucos en el circo de palomas imposibles que salían de una chistera negra...
Desgraciadamente la rutina y el tedio se han apoderado de nuestra sociedad y a veces de nuestra Iglesia. Cada día vemos mil imágenes impactantes en nuestros móviles, historys que pretenden llamar nuestra atención, series en cientos de plataformas, efectos especiales sin fin en películas que no somos capaces de digerir. Todo está visto. Lo hemos probado todo: comida china, comida mexicana, comida italiana… Mucho hemos evolucionado de las lentejas de nuestros abuelos.
Viajamos con más facilidad, volamos en aviones que eran inalcanzables, ni siquiera sabemos qué plato poner en Navidad. La gente busca experiencias límite tirándose por los puentes con cuerdas o sin cuerdas en los pies, sumergiéndose en fiestas de drogas múltiples de colores, en citas de usar y tirar a la búsqueda de orgasmos compulsivos, como sísifos agotados en busca del agua de la felicidad que nunca llega.
Eso le pasaría a la pobre samarita que ya llevaba 4 maridos y estaba con uno que ni siquiera lo era, comidilla del pueblo, hasta que se encontró con Jesús.
Jesús causaba asombro, expectación, maravilla, sorpresa y muchas veces escándalo. Primero por como hablaba, que era trending topic de Tierra Santa, con palabras que llegaban al corazón de todos, porque el hablaba y sabía lo que decía. No como los otros, los profesionales de la religión que eran un tostonazo de leyes y rúbricas y sermones soporíferos. Sus parábolas, sus frases, se clavaban en ellos como una lanza en una diana. Ni el demonio le aguantaba, que se sabía vencido y expulsado de la tierra de los hombre gracias a la mano y a la voz de un carpintero que tenía todo el poder en sus manos callosas.
Y Jesús también hacía tambalearse al “gentío”, (me encanta esta palabra tan utilizada por el traductor del nuevo leccionario en español, que le den un cervantes ya por favor); pues eso que la gente “flipaba en colorines” por las cosas que hacía, ya sea curar, meterse en casa de todo bicho viviente, saltarse la ley, rezar bajo un árbol, hablar con todos, perdonar sin descanso… Su fama se extendía. Fama de alguien poderoso, raro, con igual número de detractores que admiradores. Y su fama le llevo a la cruz, duro final para alguien que fue tan aclamado. Pero Jesús bien sabía que “el éxito” es una mera bagatela; que su misión era mucho más grande que conseguir el óscar o un puesto pontificio.
¿Cuáles son los sentimientos que hacemos surgir en aquellas personas que vienen o frecuentan nuestras comunidades cristianas? El sueño, el aburrimiento mortal, el tedio profundo. Cuanta homilía con voz hueca y palabras vacías, cuanto rollo nos hemos tragado y aún estamos tragando. Cuanto documento que no sabe uno ni por dónde coger. Y no digamos cuando encima te echan la bronca por los que no vinieron... Anhelo los tiempos de los predicadores barrocos que hacían temblar al auditorio con sus prédicas, que les hacían emocionarse, incluso algunos, pocos, reír.
Dios es el maestro del asombro y la fascinación. La Iglesia experta en arte y belleza ojalá recupere el brillo del pasado. La riqueza de Jesucristo es inagotable. El Espíritu Santo continúa actuando en tantas personas, movimientos, congregaciones… Nacen nuevos modos de orar, de expresarse, de celebrar. Porque en esa creatividad fiel a lo que fuimos encontraremos el camino que nos lleve a encontrarnos con los jóvenes y con el mundo de hoy, con sus ojos fatigados de tanta serie mala y comida basura.
Don Bosco lo entendió y fue un prodigio de creatividad pastoral, alegría y pasión por la juventud. El es el patrono del cine, de la magia, del circo… todos lugares del más puro asombro. Porque encontrase con Dios, con la zarza que arde, con el Cristo que lava tus pies es maravillosamente… asombroso.
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Esta semana canción nueva: Don Bosco, tu estarás.
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