Desgraciadamente también en el mundo de la Iglesia hay muchas “personas buitres, piedras o zarzas”. Que enciman disfrazan sus intereses oscuros echando encima agua bendita… Y camuflan su voluntad como “voluntad de Dios”, que ahí es nada. Eres tierra buena
Hay quien cree en ti. Hay quien te mea encima. Pájaros, piedras, zarzas. Toda una aventura cultivar el huerto del propio corazón.
| Toño Casado
En la tierra de mi corazón cayeron muchas semillas buenas. Tantas y tantas personas que a lo largo de los años me transmitieron su fe en mí. Y así, recuerdo a aquellos profesores de la infancia que se sentaban en aquel despachito de sillón de skay, sillón traicionero y sudoroso que sonaba a peditos si te movías, y le decían a mi madre: ”es un niño muy estudioso y muy bueno”. Así decía mi profe d. Florindo, vaya nombrecito que se gastaba. Mi madre encantada. Y yo me crecía como un pavo sintiendo un calorcito en el interior. ¡Creían en mí, me querían, me estimaban!. Y así fueron muchos los que en esos años de infancia en los que escuche canciones de mi abuelo, y cuentos de mi madre; años en los que me regalaron unas plastidecor de 24 colores con los que yo pintaba arcoíris y arcoíris. Y una bandurria pequeña y estridente. Y así después de mucho insistirles me dejaron ir al seminario a los 11 años, qué locura, con la esperanza de que a la semana estaría en casa. Pero no volví. Hasta hoy, que sigo metido en estos asuntos eclesiásticos…
Muchos de mis salesianos formadores veían en mí buena tierra, tierra peculiar, que podía dar frutos diversos y no sé si decir exóticos. Y a los 14 años me mandaron a Madrid a hacer un curso de teatro. Y estudié para el conservatorio desgranado partituras sin fin en esas salas pequeñas de pianos. Escuche muchos buenos consejos y compartí la vida con gente grande que ya te veían como el que podrías llegar a ser.
Y también existen los otros, los pájaros, más bien buitres que te arrancan las ilusiones de las entrañas como le pasó a Prometeo, que por robar el fuego acabó como comedero de un águila que le devoraba el hígado en sesión de barra libre y eterna. Personas que te roban o te copian o se adueñan de tu arte, o de tus frases o de tu estilo. Vampiros de la creatividad ajena. Uf.
También están los que son como piedras y te dicen que nunca lo conseguirás. Que eres un desastre, un mierdecilla; que los sueños quedan bien para las frases motivadoras de las tazas de Mr. Wonderful. Piedras que te lanzan en cuanto fallas con la frase de “ya te lo decía yo”. Piedras de molino que te cuelgan al cuello cuando cometes un grave error, de esos que todos cometemos alguna vez. Jueces implacables con el corazón pétreo y vacío y con la cara también más dura que una piedra para estar todo el día señalando los naufragios ajenos mientras ellos se desentienden de su propia realidad y de sus miserias. Hay gente con el corazón duro y ajado, que sirve para golpear a los demás en la cara o macharle las uñas o los sueños sin un mínimo de misericordia.
No digamos de las “personas zarzas”, plantas venenosas que te asfixian con sus celos o con su envidia. Siendo mediocres y oscuras no soportan el brillo y el triunfo de los otros. Son el azote de los genios que todos llevamos dentro. Todos en tabla rasa, todos iguales, uniformados. A veces se mimetizan con su aparente cariño, abrazos traicioneros que solo busca estrangularte con sus celos o su desconfianza. Ellos no quieren que vueles, estúpido y descarado Juan Salvador Gaviota. Quieren que seas tan plano como ellos. Tan aburrido, tan gris, tan cuadriculado. Son coronas de espinas de los que quieren ser libres.
Desgraciadamente también en el mundo de la Iglesia hay muchas “personas buitres, piedras o zarzas”. Que enciman disfrazan sus intereses oscuros echando encima agua bendita… Y camuflan su voluntad como “voluntad de Dios”, que ahí es nada. Sobrevuelan espirituales las reuniones de los mortales dejando caer sus excrementos sobre todos los demás, porque como humanos también cagan y mean, con perdón; o sea que todo el mundo tiene sus defectos, y ellos también, por mucha voz meliflua o carita a las seis y diez que pongan.
Gracias a Dios hay tanta gente tierra buena, que no tengo artículo para describirles. Corazones heridos por el arado de la vida, porosos y llenos de abono (que estalógico ando hoy…), que acogen las semillas de Dios con humildad y gratitud y las trabajan como pueden. Y unos dan trigo y otros patatas y otros flores y otros secuoyas y otros romero y otros campanillas azules de las que huelen muy bien. Tierra buena de hombres y mujeres que desarrollan los maravillosos y diversos sueños que Dios puso en ellos. Y así todos comemos de sus frutos o nos sentamos en sus sombras o nos hacemos guirnaldas con sus flores. Bendita sea la tierra del corazón de las personas buenas.
Tierra buena. Dios siempre cree en ti, no lo olvides. A ver si también crees tu en tus posibilidades y en la próxima cosecha nos invitas a ensalada de tomates caseros y unas buenas risas.