"Para Dios no hay primero ni últimos. Hay únicos" Los últimos de la fila
Me pregunto quiénes son para Dios los primeros y los últimos. Mingote, un dibujante magistral español, pintaba a una señora muy endomingada que decía “Al cielo iremos las de siempre”
Todos estamos en la misma posición ante la medalla generosa de su amor
“Lo últimos serán los primeros, si los primeros son prudentes”, era la frase que decía un cura que cuidaba el comedor del seminario cuando éramos pequeños. Casa día se servía la mesa por un lado y te ponías tu ración con cuidado de no pasarte, para que llegase al último, que al día siguiente sería el primero y podría vengarse mañana de la injusticia alimenticia posible de hoy. Hasta contábamos las patatas fritas, cosas del tiempo de carestía….
Nadie quiere ser el último. Y siempre hay un último, en todas las carreras del mundo, en todas las ligas de fútbol, en todas las colas del pan, en todos los patios de vecinas. El último en enterarse de las noticas, como los tontos. El que se lleva la pieza de pan que queda y no puede elegir. El equipo que baja a segunda división, o a divisiones más profundas, que no soy ducho en el tema deportivo. El que llega a la meta cuando están ya recogiendo todo, y todos se fueron a la fiesta que dio el de la medalla de oro, el primero, hinchado como un pavo. Ser el último en ser elegido cuando se hacían dos equipos en los recreos, como un par suelto que nadie quiere… el premio Novel de la humillación infantil.
"Los últimos se ahogan en el mar y van a caer en fosas comunes con nombre escritos a boli, si es que alguien se enteró de cómo se llamaban y tuvo la generosidad de escribir su nombre quizá por última vez"
Los últimos del mundo son los que no cuentan, los que no salen en las noticias ni en las encuestas, los que duermen en los bancos de la plaza, sin buzón, sin futuro, sin apenas recuerdos de lo que era vivir en un hogar… Los últimos se ahogan en el mar y van a caer en fosas comunes con nombre escritos a boli, si es que alguien se enteró de cómo se llamaban y tuvo la generosidad de escribir su nombre quizá por última vez.
Me pregunto quiénes son para Dios los primeros y los últimos. Mingote, un dibujante magistral español, pintaba a una señora muy endomingada que decía “Al cielo iremos las de siempre”. Y es que hay personas en la Iglesia que siempre quieren ser las primeras, como el fariseo petulante de la parábola que miraba al desgraciaito del publicano como a un gusano… Gente que mira por encima del hombro de su superioridad moral a los que tienen la vida complicada y sobreviven y aman como pueden.
Para Dios no hay primero ni últimos. Hay únicos. Todos estamos en la misma posición ante la medalla generosa de su amor. Es más, los que por sus defectos se sienten lejanos o indignos, esos son los que están más cerca de su corazón. Los últimos del mundo, los que siempre pierden, serán los primeros en ocupar un sitio en la fiesta eterna de bufet libre celestial. Esos eran los últimos de la fila y ahora se encuentran sorprendidos en los fuertes brazos de Dios, el mejor pódium para los que siempre fueron vencidos.