Antonio Aradillas recuerda el histórico Via Crucis de Cibeles en la JMJ 2011 España: un Via Crucis de arte, devoción e historia

(Antonio Aradillas).- La del "Vía Crucis" -"Víacrucis" o "Vía-camino de la Cruz"-, que es una de las devociones más extendidas por el orbe católico, tiene su origen en los primeros tiempos de la Iglesia.

La orden de san Francisco de Asís la adoptó bien pronto como propia, y en sus catorce estaciones se conmemoran, y se intentan revivir, los pasos, episodios y momentos de la Pasión del Señor, desde la Santa Cena y cuando fuera aprehendido en el Huerto de los Olivos, hasta su crucifixión y sepultura.

En los tiempos actuales, la piedad del pueblo, con aquiescencias jerárquicas, le añadió otra estación -la decimoquinta- con el título y el recuerdo especial para "La Soledad de la Virgen", con la confianza de que cuanto antes la Resurrección se hiciera, y se haga, presente y también como principio, fundamento y esperanza de la fe cristiana. En la época de las Cruzadas, el "Vía Crucis" alcanzó máximas cotas de devoción y su rezo llegó a eliminar la obligación de confesar hasta los pecados mortales.

Además de insondable misterio, la vida es un "Vía Crucis". Personas, comunidades y colectivos, cristianos o no, afrontan y viven todas y cada una de sus estaciones, necesitados de que su final no sea la muerte y el sepulcro, sino la resurrección -con-resurrección-, con Jesús.

En los tiempos litúrgicos semanasanteros en los que nos encontramos, nos parece de interés y devoción, andar -caminar- es decir, proceder-, siguiendo las estaciones del "Vía Crucis", confundiendo nuestros pasos y sentimientos con los de Jesús. Me sirve de guión el que fuera trazado y revivido por el papa Benedicto XVI, en la celebración de la XXVI "Jornada Mundial de la Juventud", que tuvo lugar en Madrid en los primeros días del mes de agosto del año 2011, cuando se dieron cita Hermandades y Cofradías, con sus pasos procesionales, tallas y esculturas tan singulares, cargadas de historia, de arte y de religiosidad, y cuya cabal referencia recoge el tomo segundo de la obra que propicia la declaración por parte de la Unesco, de la Semana Santa como "Patrimonio de la Humanidad".

Nada más y nada menos que el genio levantino de Francisco Salzillo, uno de los "dioses de la madera" de la escultura española y mundial, es el artista autor de la imagen de "La Sagrada Cena del Señor" (a.1761), que se venera en la iglesia de Jesús, de Murcia, procesionó en la PRIMERA ESTACIÓN por las calle de Madrid en el "Vía Crucis" pontificio. El grupo escultórico es el titular de la "Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno" de la capital murciana, de la que hay constancia oficial ya el día 3 de septiembre del año 1,600. La Iglesia es la "Cena" por antonomasia, y en ella se plasma a la perfección la devoción eucarística de los cofrades y de todo el pueblo.

"El beso de Judas" es la referencia escultórica de la SEGUNDA ESTACIÓN. Su autor es Antonio Castrillo Lastrucci (a.1963), se venera en la parroquia de la Divina Pastora y Santa Teresa de Jesús, de Málaga y pertenece a la "Fervorosa y Muy Ilustre Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Prendimiento y María Santísima del Perdón". El grupo de "El Ósculo" responde al ciclo del "Prendimiento", con la asumida presencia tremenda de sayones y esbirros.

"Negaciones de san Pedro" es el tema/eje de la TERCERA ESTACIÓN, con imagen del escultor madrileño Federico Coullaut-Valera (a.1958). Su sede habitual es la iglesia de Nuestra Señora de la Merced de Orihuela y preside la "Pontificia, Ilustre y Real Hermandad de Nuestro Padre Jesús en el Paso del Prendimiento". El conjunto oriolano está compuesto de siete imágenes, "realizado con proyección descriptiva y docente, con relevantes alusiones a los Evangelios Apócrifos".

"Jesús es sentenciado a muerte" es la imagen de autor anónimo del siglo XVII, conocido como "El Cristo de Medinaceli" de Madrid, excepcional punto de referencia piadosa, de devoción y de culto, que identifica y enaltece la CUARTA ESTACIÓN. Su sede habitual es la iglesia de Jesús (PP. Capuchinos) y en esta ocasión la cofradía de la que es su titular es "Archicofradía Primaria de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno". El testimonio de piedad y religión que los primeros viernes de marzo, con el concurrido besa pies, es inigualable y supera a cualquier otra muestra religiosa que se registre en Madrid y en España. La expresión de su rostro nos remite al "Ecce Homo" evocador de su supremo sacrificio. El descubrimiento legendario y misterioso de la imagen sagrada retrotrae a devotos y devotas a la plaza española de Mámora, en el reino de Marruecos.

A la QUINTA ESTACIÓN -"Jesús cargado con la cruz"- le confiere sentido y contenido iconográficos la imagen de "Nuestro Padre Jesús del Gran Poder", del escultor José R. Fernández- Andes (a. 1942), que se venera en la iglesia del Buen Consejo y San Isidro de Madrid. La cofradía que preside es conocida como "Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad del Gran Poder y María Santísima de la Esperanza Macarena". "La tipología protagonizada en solitario por Jesús con la cruz a hombros recoge el intenso simbolismo que caracteriza el apesadumbrado caminar hacia el Calvario"

"Jesús cae bajo el peso de la Cruz -SEXTA ESTACIÓN- se encarna a la perfección, artística y sobrenatural, en la bellísima y estremecedora imagen de "Nuestro Padre Jesús de la Caída", que esculpiera el valenciano Mariano Benlliure Gil el año 1942. Su sede es el convento franciscano de santa Clara de Úbeda -Jaén- y es titular de la "Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Caída y María Santísima de la Amargura". El rostro de Jesús es de un dramatismo contenido. Y es que toda la vida, por el hecho de serlo, es también caída. También es levantamiento. No hay caída -"caía"- sin levantamiento, al igual que no hay levantamiento sin ella. Es vocación y destino de la humanidad.

"El Cireneo ayuda a llevar la Cruz" le proporciona argumentos sublimes, pletóricos de Iglesia y de actualidad, a la SÉPTIMA ESTACIÓN de nuestro "Vía Crucis", en cuya edición, los encarna la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de autor anónimo, del siglo XVII, con sede en la capilla de santa Nonia en la ciudad de León, venerado de forma muy especial por los miembros de la "Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno", fundada el año 1612. De este Nazareno leonés se ha destacado con conocimiento de causa "su elevada profundidad y el majestuoso dramatismo impreso en su rostro". La Cofradía organiza en la mañana del Viernes Santo la denominada "Procesión de los Pasos", en la que toman parte sus trece pasos, portados a hombros por los hermanos braceros. Consta que la procedencia familiar de Simón de Cirene era de esta ciudad de Libia, que fuera conquistada por Alejandro Magno, y posteriormente por Roma.

"La Verónica enjuga el rostro de Jesús", intitula la "OCTAVA ESTACIÓN, en nuestro caso con la imagen de "Nuestro Padre Jesús de las Misericordias", del escultor Francisco Pinto Berraquero (a. 1977) con sede en la iglesia de santa Ana, de Jerez de la Frontera. La cofradía es larga y generosamente conocida como "Hermandad del Santísimo Sacramento del Altar y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Misericordias, María Santísima de la Candelaria y Santa Mujer Verónica". El término "Verónica", en fiel conformidad con los Evangelios Apócrifos, nos remite al relato de la hemorroísa, mujer cananea, o sirio-fenicia, en aproximada coincidencia con la leyenda, la devoción y la historia.

"Jesús despojado de sus vestiduras", a la vez que sobrenombre de la NOVENA ESTACIÓN, es la imagen-escultura del artista sevillano Manuel Ramos Corona (a.1986) que se venera en la parroquia de san Emilio de la ciudad de Granada, con otras siete imágenes resueltas en madera de cedro real. La sola y escueta enunciación oficial de la cofradía es una lección de catequesis adoctrinara y certera: "Hermandad de Penitencia del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras, María Santísima del Dulce Nombre y san Juan Evangelista". El culto piadoso, así como el de la generosidad, el altruismo y el desasimiento "en nombre de Dios" son notas características de los miembros pertenecientes a tal cofradía.

La imagen de "La Crucifixión " del escultor Ramón Álvarez Pinto (a. 1884), que se conserva en el Museo de la Semana Santa de Zamora, es una de las referencias exactas de lo que es y significa la DÉCIMA ESTACIÓN. Es titular de la "Cofradía "Jesús Nazareno, vulgo Congregación", y "los clavos y la fiereza empleada por sayones y esbirros simbolizados con expresiva crueldad se encarnan y perfilan en los distintos personajes del conjunto procesional imaginero". Como dato curioso, consta que el " precio del conjunto procesional quedó fijado en 2,750 pesetas, pagaderas en cuatro plazos, con la entrega final el día 31 de marzo de 1885".

"Jesús muere en la Cruz", o "La Crucifixión", constituye el eje central de la iconografía de la Pasión y le da nombre a la DÉCIMOPRIMERA ESTACIÓN. En nuestro devoto "Camino de la Cruz", le prestamos fervorosa atención a la imagen del "Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas", de Francisco Palma Burgos (a. 1942), venerada en la iglesia de santo Domingo, de Málaga y que preside la "Pontificia y Real Congregación del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas y Nuestra Señora de la Soledad (Mena)". El conocido "Cristo de los Legionarios" responde a la titularidad de la Buena Muerte, sublimada en el prototipo como imagen titular. Las "Siete Palabras" son síntesis de evangelio y de vida, a la vez que manual de convivencia y religiosidad perfectas.

La DUODÉCIMA ESTACIÓN -"El Descendimiento"- está maravillosa y devotamente descrita y esculpida por Luís Marco Pérez (a. 1945), que se venera en la iglesia de san Esteban de la misteriosa ciudad de Cuenca, al amparo de la "Muy Ilustre y Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Salud". Es provechoso recordar que, tanto los franciscanos como los dominicos, desde el Medievo, alentaron el piadoso ejercicio. "remembranza mística del Dios doliente, crucificado y muerto, en la meditación, paso a paso, del Camino de la Cruz y de la Luz".

"Jesús en brazos de su Madre" es título y argumento de la "DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN, representado y presentado con razonamientos artísticos sublimes, por Gregorio Fernández en su obra escultórica "La Quinta Angustia!" (a. 1625), a la que se le rinde culto en la iglesia de san Martín - Descalzas Reales, de Valladolid, presidiendo la "Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de la Piedad". Apenas si se le puede pedir más al arte, a la espiritualidad, al catecismo y a la Iglesia, que lo que puede darnos, y nos da, con tan sagrada generosidad, en el portentoso y redentor manual de teología encuadernada soberanamente en imágenes como todas las salidas de la gubia de Gregorio Fernández. Jesús en brazos de su Madre -Quinta Angustia-, es de actualidad conmovedora. Brazo y abrazo son, y hacen, de columnas de la Iglesia y del mundo entero.

También de la escuela de Gregorio Fernández, aunque de autor anónimo, es la imagen del Cristo Yacente, que le aporta titularidad a la DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN. Es del siglo XVII y se la venera en la capilla del Descendimiento de la catedral de Segovia. Destaca de forma excepcional e impresionante entre las imágenes llamadas narrativas, con advocaciones similares a las de la Buena Muerte, Buen Fin, Socorro, Paz, Perdón Salud, Santo Madero y otras.

Y con la recientemente añadida "DÉCIMOQUINTA ESTACIÓN - "La Soledad de la Virgen"-, le colocamos por ahora, el punto y aparte al recorrido que iniciamos en "La Santa Cena" y el "Prendimiento" en el Huerto de los Olivos. De la iconografía de la última estación destaco la imagen de Nuestra Señora de Regla, de autor anónimo, del siglo XVII, con sede en la capilla de San Andrés de Sevilla, titular de la "Pontificia, Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad y Archicofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús en su Prendimiento , María Santísima de Regla y san Andrés Apóstol", que se fundara el día 3 de febrero del 1601 , y que popularmente es conocida con el sobrenombre de "Los Panaderos".

Como complemento necesario -esencial- del "Vía Crucis", y de todas y cada una de las Estaciones, hay que adoctrinar que nuestro camino no concluye con la muerte, sino con la Resurrección y la Vida. Todo "Vía Crucis" -"Vía Lucis" , es luminosa vocación cristiana y justifica los "pasos" dolorosos dados, solos o acompañados, en el proceso ascético y místico de la educación en la fe.

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