De origen religioso, tienen una fuerte connotación mariana Suspendidas las Fiestas de las Fallas y de la Magdalena
El Ministro de Sanidad instruyó a la Generalidad Valenciana para su suspensión por razones de salud pública.
La noticia ha supuesto un fuerte mazazo para la economía valenciana, especialmente para el sector turístico.
| Baltasar Bueno, corresponsal en Valencia
El presidente de la Generalidad Valenciana, Ximo Puig, ha anunciado la suspensión de las fiestas de la Magdalena de Castellón y de las Fallas de Valencia, al término de una larga reunión mantenida con miembros del Consell, donde se debatió la orden emanada del Ministerio de Sanidad del Gobierno Central en la que se instruía de la necesidad de tomar tal decisión en evitación de una mayor propagación del coronavirus. Para suavizar la noticia ha dicho que quedan aplazadas, sine die.
La noticia ha supuesto un fuerte mazazo para la Comunidad Valenciana, de espíritu profundamente festivo, y para la economía de los distintos mundos que viven alrededor de estos acontecimientos festivos, y especialmente para el turismo. La noticia ha llegado cuando muchísimos monumentos falleros ya están en la calle, en pleno proceso de montaje, y cuando ya estaba todo programado, previsto y contratado, desde la pirotecnia hasta las verbenas.
A ello se une que también ha sido suspendido el programa del Imserso, un millón de plazas, que ocupa a numerosos hoteles de la región valenciana, de manera singular en la provincia de Alicante y dentro de ella en Benidorm. Todo ello obligará a bastantes empresas a plantear eres de regulación de empleo.
A pesar del carácter secular de estas fiestas, tienen un origen religioso y son de gran sentimiento mariano. Las Fallas, además, están dedicadas a san José, patrón del Gremio de Carpinteros, de cuyas hogueras de primavera nacieron estas fiestas, que en el día de san José recibe un homenaje y ofrenda de las Fallas.
Importante es la Ofrenda de Flores a la Virgen de los Desamparados, en la plaza de su nombre, por donde pasan más de cien mil personas portando 55.000 ramos de flores y 43.000 conjuntos florales en dos interminables jornadas, concluyendo con la presentación de los ramos por las Falleras Mayores.
La Feria y Fiestas de la Magdalena de Castellón conmemoran los orígenes de la ciudad, recordando el traslado de la ciudad desde la colina de la Magdalena hasta el plano fértil litoral en 1251. Tienen una duración de 9 días y se celebran a partir del tercer sábado de cuaresma. Cuenta la leyenda más popular que los habitantes del Castillo de Fadrell dispusieron su bajada oficial para la tarde del tercer sábado de Cuaresma. Esa noche debían trasladarse a la recién levantada nueva ciudad las mujeres, los niños, las autoridades eclesiásticas con el Cristo Yacente, entonces patrón de la villa, y las autoridades forales de los recién constituidos Jurats, dejando en su antiguo asentamiento a un pequeño regimiento militar y al Alcaide de la fortaleza.
Con los años y la pacificación de la zona, el Castillo fue abandonado, por lo que ya no se producían las frecuentes visitas entre los dos núcleos de población. Aprovechándose de sus ruinas, un fraile eremita del cercano monasterio carmelitano del Desierto de las Palmas se instaló e inició su culto y dedicación en honor de Santa María Magdalena. Su muerte fue muy sentida por la población castellonense, que acudió en romería para celebrar su última despedida.
A la vuelta empezó a llover fuertemente, lo que les recordó a la leyenda del traslado y decidieron construir una ermita en honor de la santa y celebrar rogativas en los tiempos de sequía y necesidades, marcadas por un fuerte sentido religioso en pleno tiempo cuaresmal. El posterior descubrimiento de la Virgen de Lledópor Perot de Granyana y la construcción de numerosas ermitas más cercanas al núcleo de la villa hicieron decaer la devoción a la Magdalena, a la que solo se recurría en etapas de graves desastres.