“Mujeres e Iglesia: un análisis histórico desde la perspectiva de género. Del asistencialismo piadoso a la movilización católica (1875-1975)” La mujer es el sacerdote de la familia
El feminismo católico cuesta de ser aceptado por los colectivos feministas no creyentes
Tenemos deudas con la generación de mujeres que han dado mucho, que dieron su vida, sin ningún tipo de reconocimiento público
“Mujeres e Iglesia: un análisis histórico desde la perspectiva de género. Del asistencialismo piadoso a la movilización católica (1875-1975)” es el título de un Seminario que se desarrolla en el hermoso y funcional Palau de Pineda, sito en pleno corazón del barrio del Carmen de Valencia, frente por frente del que fuera imponente convento del Carmelo Descalzo. El palacio, sede de la UIMP, es digna sede de este foro de análisis y debate dedicado a un novedoso tema y de viva actualidad, el papel de la mujer en la Iglesia, y por ende en la religión, ponencias que imparten prestigiosos docentes universitarios.
El histórico inmueble, conocido también como Palacio del Intendente Pineda, fue construido entre los años 1728 y 1731 por Francisco Salvador Pineda, Intendente General de los Reinos de Valencia y Murcia y Justicia Mayor de Valencia. Le va el lugar al encuentro como anillo al dedo, pues el grueso de la materia en cocción tiene su origen en el siglo XVIII, aunque no ha terminado de despuntar hasta los primeros años del siglo XXI.
Difícil condensar –voy a intentarlo- en los breves renglones de una crónica la densidad de las intervenciones y de los coloquios de este encuentro dirigido por Monserrat Escribano, Vicente Comes y Vicente Pons, todos doctores y expertos en las materias que se trata. La primera de las ponencias fue de la doctora y catedrática María Cruz Romeo Mateo, profesora de la Universidad de Valencia, experta en el siglo XIX y en la modernidad católica, quien trató de “Mujeres e Iglesia: una revisión historiográfica desde la perspectiva de género”.
Habló de lo que había sido el papel y la consideración de la mujer en la Iglesia desde el siglo XVII hasta el Vaticano II, un feminismo con importantes coincidencias con el feminismo de la sociedad de cada uno de sus tiempos y que ha devenido en un feminismo católico que cuesta de ser aceptado por los colectivos feministas no creyentes que entienden que el feminismo pasa por la emancipación de la mujer de toda aquella estructura que la aboca a la subordinación
Hasta el siglo XVIII, la mujer era considerada inferior al varón y en el XIX los pensadores liberales la situaron teóricamente en el plano de igualdad con el hombre, la mujer es diferente, pero no inferior, sin embargo, poco o nada hicieron para traducir ello en las leyes, su situación real poco cambió, los secularistas no movieron el dedo por cambiar el Código Civil. La teoría liberal se construyó sobre una división binaria, de sexos, blanco o negro. La mujer era igual, pero tenía que estar en casa, en lo privado, no en lo público, ni en lo social o político.
Sin embargo, a mediados del siglo XVIII hay mujeres católicas que se organizan, asociaciones, se movilizan en defensa de aquello en lo que creen y consiguen realidades. Hay mujeres creyentes preocupadas por los social, mujeres obreras. Se acogieron a los derechos que les concedió el sexenio liberal para defender lo que se estaba atacando de la religión en la que creían.
La intervención va desgranando constataciones sobre la presencia femenina en la Iglesia. La mujer es mucho más religiosa que el hombre. Las mujeres son más numerosas en los puntos religiosos. Practican más la devoción que el hombre, que es más materialista, impío y promiscuo. La figura y el papel de la mujer en la Iglesia hay que contemplarla en su contexto social y religioso.
Es importante recuperar el papel de la mujer en la Iglesia, su femineidad y sensibilidad. Que han puesto en marcha obras y realidades importantes. Recuperar el papel de lo femenino, de la mujer, que muchas veces ha estado en un segundo plano. Tenemos deudas con la generación de mujeres que han dado mucho, que dieron su vida, sin ningún tipo de reconocimiento público.
Éste es el objetivo del Seminario: prestar atención a la historia de las mujeres creyentes, el feminismo católico, en especial de la Iglesia de Valencia, dentro de los contextos en los que vivieron, su protagonismo en cada época y a partir del Vaticano II. Percibir cómo fueron modificándose las creencias religiosas del colectivo femenino y adaptándose a las nuevas circunstancias y desenvolviéndose en cada una de las etapas. No se puede separar la historia de la Iglesia del de la sociedad y al revés.
La historia de las mujeres y del género y la historia religiosa han discurrido durante mucho tiempo por caminos independientes en España y en el ámbito internacional. Las razones han sido varias por el poco interés de los historiadores de la iglesia. La historiografía feminista tampoco ha estado receptiva a cuestiones de la religión. El proyecto feminista se sustentaba en la idea de que toda religión era una rémora, un obstáculo para la emancipación femenina y todo lo que podía obstruirla no se consideraba. La religión se ha considerado como una de las causas de la opresión de las mujeres. Había ciertas dificultades de la historia feminista o de género para entender el mensaje cristiano, que puede presentar una cierta tensión que no era muy del agrado de proyectos feministas. El cristianismo podía ser concebido como una desigualdad entre hombre y mujeres. Pablo en los Corintios era un lugar común de cita para el feminismo para el que la Iglesia era opresión, patriarcado y sometimiento.
Los investigadores académicos han sido reticentes a entrar en estos temas de la propia religión. Además, para historiadores nacidos durante el franquismo la dictadura aparece vinculada con la Iglesia Católica. Ha habido pocos historiadores dedicados a la historia de la religión, la historia contemporánea discurría independientemente de la historia religiosa. Los pocos eran considerados como historiadores solitarios.
Es en la década de los pasados 90 cuando comienza relacionarse historia religiosa y mujeres. A pesar de las teorías de la secularización, que procede de los padres de la sociología del siglo XIX, la religión no había sido abandonada, el cristianismo, ni el catolicismo. No se había producido un retroceso inexorable absoluto de lo religioso en el mundo. La religión no podía por tanto ser considerada marginal a las formaciones culturales modernas.
De la quiebra de las grandes explicaciones totalizadoras de la sociología, que bebían mucho de las tesis de la secularización, surgió el giro cultural y la categoría género a finales de los pasados 80, que permitió buscar unas conexiones, que plantearon una apertura de líneas de investigación que han sido muy fecundas en el siglo XXI, dos de ellas con quiebras de paradigmas, no todo es blanco y negro.
Propuso la ponente, María Cruz Romeo Mateo, hacer una lectura de género del proceso de secularización, la del secularismo. Lo que se ha hecho una lectura de género y la otra línea de reflexión es el tema de la acción, cómo explicamos la acción de las creyentes desde marcos religiosos, espirituales, y que estos marcos no estén al lado de la emancipación, igualdad y superación de la sumisión. La secularización lo que pretende es la emancipación de la esfera de tutelas religiosas y normas religiosas, el declive de las creencias religiosas en la sociedad y la política. El secularismo es la pérdida de influencia de la religión el espacio político y cultural, que sostiene y promueve la secularización. El secularismo pretende que lo religioso no salga al espacio público.
En la lectura de género, el proyecto de secularización se construyó a partir de dicotomías sexuales. El proyecto de secularismo del XIX se organizó en torno a una dicotomía sexual basada en un conjunto de combinaciones binarias: hombre-mujer, público- privado; el hombre encarnaba la política, lo público, la razón, lo masculino, y, por otro lado, la mujer, lo femenino, la religión , lo privado la emoción, la sensibilidad.
El anticlericalismo es un proyecto del secularismo, una variante. Y tiene un discurso de género absoluto, rotundo. Entiende que las mujeres católicas son decrépitas, no son mujeres autónomas. La literatura republicana está imbuida de es anticlericalismo. Mientras tanto la Iglesia se acomoda al concepto burgués sobre la mujer para no buscar tensiones. Hay casos especiales en la Iglesia como el fundador de los Teatinos que llama a la mujer a salir de los retretes de las casas. La mujer es el bastión, el sacerdote, de la familia y tiene que expresarse y manifestarse. La Iglesia comienza a cambiar como respuesta al embate liberal y desde dentro como una propuesta de adaptarse a los nuevos tiempos. Hay una hibridación.
La igualdad de género no es una variable intrínseca a la secularización. Las culturas políticas comparten muchos elementos de cultura política y católica. El destino de la mujer es ser madre. La cultura católica facilita la presencia pública de las mujeres. La cultura católica no distingue el discurso de la separación de esferas, una cosa es el ámbito público o privado. Los católicos no entienden que la religión sea marginalizada al espacio privado.