Bodas de Oro de la diócesis de La Guaira Baltazar Porras: "La pandemia que sufrimos no apagará la llama de la gracia que se ha derramado a lo largo de los siglos en La Guaira"
"La programación para conmemorar el medio siglo de existencia de la diócesis era promisora para festejar la gracia de ser una pujante experiencia de evangelización en la amalgama de tradiciones"
"Hacer memoria es uno de los proyectos en marcha, dando a conocer las tradiciones religiosas, con sabor afro y con manifestaciones hermosas en sus devociones y peregrinaciones en esa playa estrecha custodiada por el pie de monte que cae abruptamente al Caribe"
Justo a mediados de abril de 1970 el Papa Pablo VI creaba la diócesis de La Guaira desprendiéndola del territorio de la de Caracas. El Modus Vivendi que regula las relaciones entre el estado venezolano y el Vaticano estipula en uno de sus artículos que las circunscripciones eclesiásticas deben ceñirse a los límites de los estados. La vida impone comportamientos que superan la norma. Es la máxima evangélica de que el sábado es para el hombre y no al revés. En esto, la Iglesia se ha adelantado a la división político territorial que con casi un siglo y cuarto de vigencia mantiene casi intacta la configuración de los estados, cuando apenas tenía el país tres millones de habitantes y buena parte era todavía virgen, desconocida y abandonada.
Duró poco la ley a la que hacíamos referencia, pues en 1965, un año después de la promulgación del Convenio, se creó la diócesis de Los Teques para los límites del estado Miranda, menos el distrito Sucre que quedó con Caracas. En 1970, siendo el Distrito Federal una entidad única, todo el litoral, el departamento Vargas, pasó a formar la nueva diócesis costera. El tiempo ha dado la razón a la creación de nuevas diócesis que casi dobla al de los estados. Estar cerca de la gente, de su cultura y de sus exigencias religiosas y sociales, ha dado fruto abundante.
La programación para conmemorar el medio siglo de existencia de la diócesis era promisora para festejar la gracia de ser una pujante experiencia de evangelización en la amalgama de tradiciones, en la condición de puerta abierta, el aeropuerto y el puerto, vida junto con el turismo y la pesca, para los habitantes litoralenses. Hacer memoria es uno de los proyectos en marcha, dando a conocer las tradiciones religiosas, con sabor afro y con manifestaciones hermosas en sus devociones y peregrinaciones en esa playa estrecha custodiada por el pie de monte que cae abruptamente al Caribe.
Hoy luce una iglesia adulta y en pleno crecimiento. Buen número de clero nativo, programas de formación y servicio evangelizador y social que involucra a numerosos fieles. Seminario para la formación del clero lugareño que acoge a jóvenes de varias diócesis. Nueva y moderna curia diocesana para la atención de las crecientes demandas pastorales. La pandemia que sufrimos no apagará la llama de la gracia que se ha derramado a lo largo de los siglos y que en este último medio siglo marca la adultez y madurez de la fe, con desafíos que son asumidos con creatividad y esperanza.
En la catedral de San Pedro, el obispo Mons. Raúl Biord Castillo, acompañado solamente por los sacerdotes más longevos, elevará la plegaria eucarística por el pueblo que peregrina en la costa central. A través de las redes, llegarán las oraciones a lo alto como una bendición de suave olor. Vendrán tiempos mejores a pesar de las limitaciones que impondrá el futuro cercano para celebrar al calor de sus fieles, con los sones propios y con las imágenes de sus devociones más sentidas para que el Señor y la Virgen sigan bendiciendo al pueblo fiel y alegre, que con esperanza surge de la superación de la muerte en la resurrección del Señor.
La Iglesia toda en Venezuela se une a esta efemérides áurea con el afecto y la oración, “porque no hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera” (EG 280). ¡Ad multos annos!