Otro "santo" delatado Caso Abbé Pierre: Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres (Juan 8, 31)

El Abbé Pierre
El Abbé Pierre

El Abbé Pierre había confiado, en vida, su dificultad para observar el celibato. Pero no se trata sólo de celibato, sino de violencia contra las mujeres

No se trata sólo de un sacerdote que «no puede soportar» vivir el celibato. Un sacerdote debiera vivir su celibato aunque se encontrara con mujeres perfectamente dispuestas a consentir una relación sexual entre adultos

Aquí hay mucho más: abuso sexual de mujeres que no consintieron y, en algunos casos, menores de edad.

Otro «santo» delatado. La Croix dio la noticia, ampliamente difundida por webs y periódicos. El abate Pierre ha sido acusado de ser un maltratador de mujeres. El religioso sería responsable de numerosos episodios de violencia y acoso sexual cometidos por él entre finales de los años 70 y 2005. La investigación comenzó hace un año a raíz de la denuncia de una mujer, pero enseguida quedó claro que no se trataba de un hecho aislado.

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Por eso, Emaús Internacional, Emaús Francia y la Fundación Abbé Pierre encargaron a una empresa experimentada en la prevención de la violencia, el grupo Egea, que recogiera las demás denuncias. En particular, se escucharon los testimonios de siete mujeres. Una de ellas «era menor de edad en el momento de los primeros incidentes». Según la información recabada, varias mujeres más sufrieron incidentes similares, pero no fueron escuchadas.

A partir de entonces, prosigue el comunicado, «se estableció un sistema de recogida de testimonios y de apoyo, estrictamente confidencial, para las personas que habían sido víctimas o testigos de comportamientos inaceptables por parte del Abbé Pierre». La investigación condujo a la elaboración de un documento de ocho páginas. El propio artículo de La Croix reconoce que el documento es insuficiente y que es necesario seguir investigando. Pero también reconoce que los elementos reunidos son convergentes y significativos, y por tanto creíbles. El Abbé Pierre falleció el 5 de agosto de 2007, a la edad de 94 años.

El Abbé Pierre
El Abbé Pierre

De los simples datos se desprenden algunos elementos que invitan a la reflexión. El acoso sexual habría continuado hasta 2005, cuando el abate Pierre tenía 92 años. Posible, por supuesto, pero quizá por verificar. También en el caso del Abbé Pierre, el fenómeno se renueva: algunas alegaciones - sólo algunas - se refieren a hechos que se remontan a unos cincuenta años. También esto es posible, pero se mantiene la perplejidad ante retrasos tan importantes sobre hechos tan graves.

Al final de todas las consideraciones posibles, queda la tristeza de que un sacerdote tan comprometido y tan generoso haya sido encontrado culpable de faltas tan desagradablemente graves

Y luego, al final de todas las consideraciones posibles, queda la tristeza de que un sacerdote tan comprometido y tan generoso haya sido encontrado culpable de faltas tan desagradablemente graves. El Abbé Pierre había confiado, en vida, su dificultad para observar el celibato. Pero no se trata sólo de celibato, sino de violencia contra las mujeres. No se trata sólo de un sacerdote que «no puede soportar» vivir el celibato. Un sacerdote debiera vivir su celibato aunque se encontrara con mujeres perfectamente dispuestas a consentir una relación sexual entre adultos. Aquí hay mucho más: abuso sexual de mujeres que no consintieron y, en algunos casos, menores de edad.

A estas alturas, incluso este caso - en una cadena interminable de casos - reitera la situación desesperada en la que se encuentra constantemente la Iglesia. Obligada a anunciar cosas elevadas como los misterios de salvación, se ve obligada a enfrentarse a su situación concreta, que niega flagrantemente lo que anuncia. En cierto modo, la Iglesia es prisionera de sí misma. Y lo es, aún más ahora, cuando la cultura que respira la Iglesia en sus abusadores - de conciencia, de poder, de sexo,… - está muy alejada de sus valores. Es una cultura que ha consentido, por activa o por pasiva, los escándalos haciendo caso omiso al mensaje de cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar (Marcos 9, 42).

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