Una imagen de la Iglesia en la Fiesta de Santiago "¡Más adelante! ¡Más arriba!"… Santiago, elogio del peregrino de la fe

Camino de Santiago
Camino de Santiago

"Cada día, contemplo y admiro a los peregrinos que entran en el Casco Antiguo de Pamplona haciéndolo por el Portal de Francia"

"Seres humanos expectantes, buscadores del infinito, escrutadores del cielo, los peregrinos nos invitan al viaje"

"La peregrinación es la posibilidad de dar dirección y perspectiva a nuestra mirada: y esto es esperanza"

Camino del peregrino… una imagen de la Iglesia en la Fiesta de Santiago: Más adelante - Más arriba. Cada día, contemplo y admiro a los peregrinos que entran en el Casco Antiguo de Pamplona haciéndolo por el Portal de Francia. A muy pocos metros de esa entrada y de ese camino se encuentra mi casa. Y pertenezco a una Congregación, los Misioneros Claretianos, que en su último Capítulo General -agosto de 2021- quiso repensar su identidad misionera retomando expresamente esta clave espiritual, la peregrinación: “soñamos una congregación peregrina”. 

El viaje de tus sueños, con RD

Si caminar es purificación y meditación, si caminar es conciencia y crecimiento interior, si caminar es una forma de ponerse en movimiento para ver el mundo a la velocidad de pasos lentos, ¿cómo abordar este caminar?

Camino de Santiago
Camino de Santiago

Mientras tanto, comienzo pensando, orando,…, con lo que es caminar. Caminar es un movimiento en el que se levanta un pie del suelo, mientras el otro permanece apoyado en el suelo. Hemos olvidado este simple gesto. Tenemos que aprender a caminar de nuevo. Con conciencia. Como todos los gestos simples, incluso el gesto de caminar puede convertirse en un arte, en el sentido profundo, sapiencial, místico del término, del mismo modo que lo son el arte de vivir, el arte de morir, el arte de contemplar,… En tiempos de prisas y carreras sin sentido, caminar significa reducir el ritmo. Si caminas enfocado en tu aquí y ahora, en el presente, entonces se logra el primer paso. Quita de tu mente el deseo de llegar, el “cuanto antes nos vayamos, antes llegamos”. Hay que darle valor al caminar en sí mismo, como un gesto absoluto.

En la cultura oriental, caminar es una forma de arte y de meditación. Los budistas saben cómo transformar el caminar en meditación, y nosotros también podemos hacerlo, porque caminar es un mantra, es un movimiento repetitivo con muchas pequeñas variaciones; caminar es una sinfonía de micro movimientos como las variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach. Caminar en el presente significa también estar abierto al encuentro y, por tanto, caminar se convierte en una oportunidad para entrar en una relación profunda con el mundo que nos rodea.

"Quita de tu mente el deseo de llegar, el 'cuanto antes nos vayamos, antes llegamos'. Hay que darle valor al caminar en sí mismo, como un gesto absoluto"

En el arte de caminar el caminar es la única forma de moverse que te permite detenerte cuando quieres, que permite una visión completa, puedes girar en todas direcciones sin miedo a caer como sucedería al andar en bicicleta, por ejemplo. Y puedes detenerte a hablar, puedes desviar tu camino cruzando un prado y dirigirte hacia un campesino, puedes detenerte dos horas para hablar en la plaza del pueblo con un habitante local, tomándote el tiempo necesario, un gesto cada vez más precioso y revolucionario hoy en día.

Un paso importante es adquirir el equipo adecuado. Prestar atención a la calidad. Gastar menos casi nunca es un buen negocio. Buenas botas, altas hasta el tobillo para evitar torceduras, de cuero por fuera y por dentro, porque el cuerpo respira mejor si los materiales son naturales. Así, por seguir poniendo algún ejemplo, incluso la ropa natural, las camisetas de lana merina o de algodón orgánico, son mucho más cómodas que las sintéticas. Una mochila ergonómica, que deposita el peso en las caderas, un buen saco de dormir ligero pero calentito, y listo. 

Equipo
Equipo

"Tomándote el tiempo necesario… un gesto cada vez más precioso y revolucionario hoy en día"

¿Ir a dónde? Mi propuesta al nuevo viajero es empezar desde casa. Ponte las botas, ponte la mochila al hombro y sal de casa. Tomando el camino a la montaña, o el camino al mar. O el camino que lleva a la ciudad cercana. Es sorprendente cómo aún hoy las ciudades conservan vías de escape para peatones, olvidadas por los constructores y los cementeros. Toma estos ríos verdes y vete, pero tómate tu tiempo, camina al menos tres o cuatro días, menos es muy poco.

Los beneficios del arte de caminar se pueden sentir al cabo de unos días. Al cabo de unos días te sentirás renacer, entrarás en una nueva dimensión, respirarás un aire diferente, profundamente, y a partir de ese momento tu vida cambiará para siempre, porque quien se convierta en caminante o en peregrino lo sigue siendo para siempre.

Somos también nuestros caminos… El alma eterna del ser humano que busca, sale y peregrina… Comparo la búsqueda interior y el camino con la inquietud que siempre ha habitado también en nuestros corazones. 

Toda la vida es una Epifanía en la que celebramos el canto del camino: el de Dios, que parte hacia la humanidad y en Jesús se manifiesta a toda criatura y a todos los pueblos; y la del ser humano que, deslumbrado por la luz de esta estrella que ha descendido a la tierra, y que es Jesús, siente el profundo deseo de ir más allá de sí mismo, de ir más allá de lo inmediato, de escudriñar el cielo para interrogarse sobre el sentido profundo de la vida, de salir en busca del rostro de Dios, sintiendo en el fondo que Él es precisamente la felicidad última que acompaña, alienta, sostiene… el camino de la vida. 

Siguiendo el camino de estos inquietos viajeros de los Magos de Oriente hacia la cueva, podremos dar voz a nuestro anhelo de felicidad, a las preguntas que viven en nuestro interior, al deseo de plenitud que nos mueve y a nuestra propia búsqueda de Dios. 

Los peregrinos miran hacia el cielo. No están satisfechos con lo que son y con lo que tienen, no viven la vida con la mirada hacia abajo, no permanecen prisioneros de las cosas cotidianas, no encierran toda la experiencia de su vida en lo que pueden ver y tocar. Tienen la mirada vuelta hacia el cielo, miran hacia arriba, buscan algo que va más allá de ellos mismos, se dejan perturbar por la luz de la estrella.

Nos enseñan que no siempre podemos organizar la vida dentro de nuestros propios patrones; que no podemos preferir la comodidad al riesgo del viaje; que no siempre podemos controlarlo todo y pensar que ya lo sabemos todo en lugar de buscar humildemente la verdad; que no podemos encasillar la realidad, los demás e incluso nosotros mismos en las etiquetas que hemos construido o en los prejuicios que la propia sociedad a menudo produce.

Los peregrinos nos enseñan esto: si pensamos que la vida está "toda aquí" y que no hay más allá, entonces se apaga, se nos escapa de las manos, muere en nuestros brazos. Se vuelve inmóvil, un cuerpo sin vida, un cuadro fijado para siempre en la misma pared.

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Los peregrinos parten. A veces como peregrinos en la noche, siguiendo la luz de la estrella.

Son el símbolo de todos los buscadores de Dios, de todos los que no se rinden ante la noche sino que buscan la luz, de todos los que buscan la verdad a toda costa, de los que no se resignan a vivir en la superficie, de los que no queremos aplanar la vida en hábitos o aprisionarla en la mediocridad. 

Nos enseñan que la vida es un éxodo, es salir de uno mismo, es salida, es superación de la inacción para enfrentarse a los demás y a las situaciones cotidianas sin miedo. 

Nos enseñan que la mayor tentación es rendirse a la noche, detener el camino, pensar que ya hemos llegado. 

Los peregrinos ponen la mirada en el horizonte del itinerario. El objetivo final del viaje es la verdadera luz que ilumina el mundo, de la que la estrella en el cielo es un signo.

Nos enseñan que no debemos detenernos en la luz de la estrella, porque siempre indica algo más. Es decir, nuestra demanda de significado y felicidad no puede ser satisfecha sólo por lo que conquistamos, por lo que parece satisfacernos en el momento, por las cosas que construimos o logramos poseer. Estas conquistas "intermedias" y estas alegrías fugaces no son más que la imagen de la verdadera alegría: sentirnos amados y sostenidos por un amor que nos acompaña y nos preservará incluso en el trágico naufragio de la muerte.

Dios es la plenitud de la felicidad: en Él se cumple nuestra expectativa, nuestra esperanza última, todo lo que buscamos y por lo que nos inquietamos. Sólo al encontrarle nuestra vida cambia, conquista la noche, se abre a la alegría.

Sophia - Despliega el alma

"Seres humanos expectantes, buscadores del infinito, escrutadores del cielo, los peregrinos nos invitan al viaje"

Seres humanos expectantes, buscadores del infinito, escrutadores del cielo, los peregrinos nos invitan al viaje. Aprendamos de ellos a emprender un camino. No dejemos de buscar la verdad profunda de las cosas, el significado de lo que vivimos, el verdadero rostro de las personas que pasan por nuestro lado, el bien posible por hacer, el amor que podemos ofrecer y con el que podemos sanar las heridas del mundo.

Al buscar, nos daremos cuenta de que en cada cuestión de nuestra vida, en realidad hemos comenzado a buscar a Dios.

Y, con inmenso asombro, descubriremos que Dios, como una estrella brillante, ya nos ha seguido y ha venido a nuestro encuentro como Aquel que quiere iluminar las noches de nuestra vida. 

La peregrinación como experiencia simbólica y existencial es una parte profunda de la dimensión religiosa de todas las religiones, en todas las latitudes históricas y geográficas.

Los antiguos griegos peregrinaban al santuario de Delfos; los latinos al santuario de Diana Nemorensis; los peregrinos hindúes se agolpan en las orillas del Ganges en Benarés; los fieles musulmanes acuden en masa a la ciudad santa de La Meca; los judíos suben al Templo de Jerusalén con motivo de las fiestas de Pesaj, Shavuot y Sucot.

DELFOS. EL ORÁCULO DE APOLO - VIATOR IMPERI

En la historia del cristianismo, el rito de la peregrinación nació hacia el año 327, con el viaje a los Lugares Santos realizado por la anciana emperatriz Helena, madre de Constantino. A lo largo de los siglos se trazarán otros caminos, además de los que conducen a Tierra Santa, y desde las tumbas de San Pedro en Roma y de Santiago en Galicia los caminos de los peregrinos conducirán a los innumerables lugares de las apariciones marianas.

En la diversidad y multiplicidad de motivaciones individuales que han empujado y siguen empujando a personas de todas las épocas, edades, religiones y horizontes geográficos a viajar hacia lugares significativos para su experiencia de fe, algunos elementos regresan como constantes para vincular experiencias tan diferentes.

En primer lugar, peregrinar es, siempre, una acción que implica transitar, atravesar otros lugares y otras situaciones existenciales. La peregrinación es siempre un cruce de geografías, de mundos, de horizontes culturales y espirituales.

Pero este dinamismo del peregrinar, de este paso, de este cruce, encierra siempre en sí una disposición pasiva y receptiva: porque en la peregrinación el gesto de cruzar no es impermeable, cerrado en sí mismo, circunscrito en sí mismo, sino que es, de hecho, permeable y abierto. 

En la peregrinación atravesamos lugares, experiencias, situaciones y, al mismo tiempo, nos dejamos atravesar por ellos: como en una especie de bautismo por inmersión, el cruce presupone porosidad, es decir, la voluntad de dejarse ser, atravesado y fecundado por lo que estás viviendo.

"La peregrinación es la posibilidad de dar dirección y perspectiva a nuestra mirada: y esto es esperanza"

La peregrinación, vivida como disposición abierta al encuentro -a cruzar y dejarse cruzar-. Desde esta perspectiva, la experiencia de peregrinar se convierte en un pasaje transformador que transfigura las ansiedades inconexas e inexpresadas, generadas por un futuro con contornos cada vez más inciertos, en una confianza consciente y una mirada capaz de ver... más allá de lo inmediato… más allá de la superficie. La peregrinación es la posibilidad de dar dirección y perspectiva a nuestra mirada: y esto es esperanza. 

¡Buen camino también tú, Iglesia peregrina! Si el Señor es quien nos precede… mira entonces hacia adelante… hacia lo que está por acontecer y venir… hacia el futuro… ¡Más adelante! ¡Más arriba!

Sinodalidad, camino de la Iglesia

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