"Jesús se muestra desde la resurrección en camino, en marcha, actuando" Cardenal Aguiar: "Actuemos con la confianza de que Dios nos acompaña, de que Dios va por delante"
"Si no tenemos un desarrollo espiritual, somos hombres perdidos, flaqueamos ante cualquier tentación"
"Entre otros grandes Santos, San Ignacio de Loyola extendió esta indispensable necesidad de adquirir la capacidad de discernimiento"
"Es posible estar constantemente resucitando nuestra interioridad, cambiando nuestras maneras de ser y de ver las realidades, y así aprendemos a conducirnos en ellas de la manera como Dios está esperando"
"Es posible estar constantemente resucitando nuestra interioridad, cambiando nuestras maneras de ser y de ver las realidades, y así aprendemos a conducirnos en ellas de la manera como Dios está esperando"
| Cardenal Carlos Aguiar Retes arzobispo primado de México
“Y creó Dios al hombre. A su imagen, a imagen suya lo creó. Varón y mujer los creó.”
En este primer libro del Génesis, que hemos escuchado nos recuerda, que el matrimonio es un proyecto de Dios. Un proyecto importantísimo para la vida social. Tanto el matrimonio como en consecuencia, la familia. De esta manera, Dios no solamente favorece la relación para que haya hijos, sino también para hacer presente en el mundo una manera concreta de aprender a amar. ¿Por qué nos hizo a su imagen, quien es Dios? Dios es una comunidad trinitaria: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero son una sola naturaleza: el amor. ¿Y en esa imagen Dios diseñó la creación del ser humano: varón y mujer? Es así como en el mundo puede haber este fuerte testimonio, este fuerte testimonio del amor y reflejar a Dios en nuestra vida de amor.
La segunda lectura del libro del Éxodo, expresa: “Diles a los israelitas que se pongan en marcha”. Que se pongan en marcha; es decir, a esta vida vinimos a desarrollar nuestras potencialidades con la creatividad, características y potencialidades de cada uno de nosotros. Y a Moisés le ordena: "y tú alza tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo para que los israelitas entren en el mar sin mojarse" Hay que confiar en las enseñanzas de Dios, que a través de Jesucristo y a través de los profetas fue dando indicaciones precisas de cómo vivir. Si seguimos esas indicaciones de Dios, sus enseñanzas, podremos vivir sin temor, podremos siempre ir adelante con esperanza, porque hacemos lo que Dios espera de nosotros.
En la lectura del libro del Profeta Isaías, la tercera que escuchábamos, el profeta afirma: Esto dice el Señor ¿Por qué gastar el dinero en lo que no es? ¿Y el salario en lo que no alimenta?". Qué oportunas vienen estas indicaciones del profeta, que habla en nombre de Dios, para nuestro tiempo: ¿Cómo se gasta dinero en lo que no alimenta? Cada uno pensemos en nuestra propia manera de administrar nuestras ganancias, nuestro dinero, nuestro salario. Y recordemos: “¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan? ¿Y el salario en lo que no alimenta?”. Por tanto, hay que discernir lo que es necesario, y aprovechar de la mejor manera nuestros ingresos.
También afirma el profeta: "Busquen al señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras está cerca". Qué importante es tener nosotros, como lo estamos viviendo aquí, una experiencia de Dios, una experiencia al escuchar su Palabra. Hay que aprovechar estas experiencias intensas, porque son las que nos van a permitir desarrollar en nuestro interior la espiritualidad. Si no tenemos un desarrollo espiritual, somos hombres perdidos, flaqueamos ante cualquier tentación. Pero si desarrollamos nuestro espíritu, entonces tendremos esta cercanía de Dios, constataremos como nuestra fortaleza va haciéndose cada día mayor.
¿Y cómo afrontamos con mayor valor las adversidades? El profeta en nombre de Dios afirma: “Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos”. Con estas palabras, nos está indicando, que debemos realizar un aprendizaje para descubrir lo que Dios quiere, y asumiremos así la espiritualidad cristiana.
Precisamente, entre otros grandes Santos, San Ignacio de Loyola extendió esta indispensable necesidad de adquirir la capacidad de discernimiento. Si discernimos lo que está sucediendo en nuestro alrededor, si discernimos ante nuestro contexto, ¿qué es lo que Dios me pide hacer? Y así lo hago, lo encomiendo a Él, tengan la seguridad de que van a llevarse las mayores sorpresas de su vida, porque no se van a realizar lo que ustedes esperan necesariamente, sino otras cosas que Dios aprovecha para hacerse presente mediante su espíritu en los que hacemos, y en favor de los que servimos.
Pasamos al Nuevo Testamento. Hemos escuchado al Apóstol San Pablo que se dirige a los católicos de Roma: "Así como Cristo resucitó de entre los muertos por la Gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva". Si creemos en la resurrección, que Cristo resucitó, confiemos en que también resucitaremos.
Pero ya desde esta vida lo podremos constatar hoy con mayor frecuencia cuando aumentan los suicidios, cuando encontramos tanta gente en depresión, sin ánimo de vivir o abrumado por las enfermedades. Si los conducimos al encuentro de Jesucristo recuperarán la vida.
Por eso afirma San Pablo: "Llevemos una vida nueva en esta misma vida". Es posible estar constantemente resucitando nuestra interioridad, cambiando nuestras maneras de ser y de ver las realidades, y así aprendemos a conducirnos en ellas de la manera como Dios está esperando. Y, por tanto, sin miedo al futuro. Muchas veces nos puede venir esa tentación de futurizar para ver qué es lo que me conviene. Confiemos en el Señor porque Cristo, vive en medio de nosotros a través del Espíritu Santo. Así se lo pidió al Padre, y así les indicó a sus apóstoles que lo iba a hacer. Y la prueba de que así sucede es cuando así actuamos, también experimentamos la presencia divina.
Finalmente, vayamos al Evangelio de San Marcos. Dice que María Magdalena y María van al sepulcro porque al día siguiente quieren embalsamar el cuerpo de Cristo. Van caminando y se preguntan: "¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?". Interesante esta pregunta porque refleja nuestros miedos, nuestras fragilidades, nuestros temores ante lo que debemos hacer o queremos hacer. Y así van estas mujeres ¿Quién? ¿Quién nos quitará, no tenemos la fuerza para mover esa piedra? ¿Y qué sucede? Al llegar vieron que la piedra ya estaba quitada a pesar de ser muy grande. Nuestros miedos, nuestras fragilidades y temores los resuelve Dios de alguna manera y nos sorprende.
Finalmente, cuando ya entran y no encuentran el cuerpo, un joven vestido de blanco les dijo: "Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. No está aquí. Ha resucitado. Ahora vayan a decirles a sus discípulos y a Pedro. Él irá delante de ustedes a Galilea. Allá lo verán".
Jesús se muestra desde la resurrección en camino, en marcha, actuando. No se quedó ahí esperando. Salió del sepulcro y va a Galilea cumpliendo siempre con plena confianza lo que había prometido. Así debemos ir como Jesús, con espíritu firme a cumplir nuestras responsabilidades.
No tengamos miedo a las responsabilidades. Asumámoslas. Actuemos con la confianza de que Dios nos acompaña, de que Dios va por delante. Y allá lo verán cuando cumplimos nuestras tareas. Allí lo encontraremos, él ya se nos adelantó.
Que el Señor con esta fe que hoy renovaremos y que recibimos desde nuestro bautismo, y que fue confirmado con ese sacramento hermoso de la Confirmación. Explicaba Santo Tomás de Aquino que es el envío, porque el bautismo nos hace hijos, pero la confirmación nos hace discípulos misioneros.
Con esa confianza los invito a que de corazón no dejemos solamente a esta mujer que hoy después de todo un proceso de catecumenado va a recibir el sacramento del bautismo, de la confirmación, y de su primera comunión.
Cada quien tiene sus tiempos para descubrir y conocer a Dios. Con esos sentimientos vamos a acompañar a ella. Pero también renovemos nosotros la conciencia de ser hijos de Dios, ser discípulos misioneros suyos, ser enviados para hacerlo presente a través de nosotros en medio de nuestro mundo. Que así sea.
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