Virgen de la Merced, consuelo de los migrantes Facilitemos unas buenas condiciones de vida a aquellas personas que han llegado forzadas a nuestro país
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"Este domingo 24 de septiembre se celebra la 109 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. En esta ocasión coincide con la fiesta de la patrona de nuestra ciudad y de la Provincia Eclesiástica de Barcelona, la Virgen de la Merced, liberadora de cautivos"
"El mensaje que el Santo Padre nos dirige para esta Jornada gira en torno a la libertad que debería caracterizar siempre la decisión de dejar la propia tierra"
"Debería ser una preocupación pastoral compartida y prioritaria facilitar unas buenas condiciones de vida a aquellas personas que han llegado forzadas a nuestro país y que intentan rehacer su vida"
"Que la Virgen de la Merced nos ayude a edificar un mundo más humano y fraterno"
"Debería ser una preocupación pastoral compartida y prioritaria facilitar unas buenas condiciones de vida a aquellas personas que han llegado forzadas a nuestro país y que intentan rehacer su vida"
"Que la Virgen de la Merced nos ayude a edificar un mundo más humano y fraterno"
El último domingo de septiembre la Iglesia dedica una Jornada a sensibilizarnos, reflexionar y rezar por todos los migrantes y refugiados que, en la mayoría de los casos, se ven obligados a dejar su tierra. A menudo nos llegan noticias trágicas sobre la muerte de personas en las fronteras y en las rutas inseguras hacia los países ricos.
Así, pues, este domingo 24 de septiembre se celebra la 109 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. En esta ocasión coincide con la fiesta de la patrona de nuestra ciudad y de la Provincia Eclesiástica de Barcelona, la Virgen de la Merced, liberadora de cautivos. Hoy, haciendo nuestra la mirada y la sensibilidad de nuestra patrona, hagamos que aquellos que lleguen a nuestra archidiócesis, forzados o con el deseo de una vida mejor, encuentren en nosotros la voz, los brazos y la mirada de una madre protectora y la acogida que ahora necesitan. Por un momento podemos imaginar qué pasaría si nosotros estuviéramos en su lugar.
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El mensaje que el Santo Padre nos dirige para esta Jornada gira en torno a la libertad que debería caracterizar siempre la decisión de dejar la propia tierra, una decisión que cuando es forzada se convierte en una experiencia traumática y dolorosa. Sabemos que revertir esta situación es una tarea muy compleja que corresponde, en primer lugar, a los gobernantes, los de los países de origen de esta migración y también a los de los países receptores, como el nuestro. Lamentablemente, los intereses económicos pasan, en ocasiones, por encima de las personas y contribuyen a su miseria.
La comunidad internacional debería promover la paz, la estabilidad política y el crecimiento económico de los países pobres que son foco de migración irregular. Nosotros, como comunidad cristiana, tenemos también una responsabilidad en esta dolorosa situación.
"Debería ser una preocupación pastoral compartida y prioritaria facilitar unas buenas condiciones de vida a aquellas personas que han llegado forzadas a nuestro país y que intentan rehacer su vida"
Debería ser una preocupación pastoral compartida y prioritaria facilitar unas buenas condiciones de vida a aquellas personas que han llegado forzadas a nuestro país y que intentan rehacer su vida. No es solo la labor de Cáritas Diocesana de Barcelona, del Secretariado de Pastoral con los Migrantes o de otras entidades de Iglesia, que hacen buen trabajo con sus limitadas posibilidades, sino que toda la comunidad debería estar dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todo el mundo, sin dejar fuera a nadie. Este es un gran reto para la Iglesia y también para la sociedad.
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El camino sinodal que nos propone el Papa nos lleva a dirigir la mirada hacia las personas vulnerables, entre ellas muchas personas migrantes o refugiadas, los «compañeros de viaje especiales que debemos amar». Oremos intensamente para que nadie tenga que abandonar su casa por razón de la guerra, del hambre o de unas condiciones indignas de vida.
Queridos hermanos y hermanas, que la Virgen de la Merced nos ayude a edificar un mundo más humano y fraterno. Que ella, la liberadora de cautivos, abra nuestros ojos y corazones para que sepamos acoger a los que llegan a nuestra tierra en busca de una oportunidad.
Felicitamos a todas las Mercedes y también a los padres mercedarios por su labor pastoral en nuestra diócesis, especialmente por la atención que dedican a los presos.
¡Feliz fiesta de la Virgen de la Merced a todos!
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