1 de septiembre, Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación El cuidado de la creación
"Ante una casa común que sufre por la destrucción progresiva de la tierra y por la tendencia destructiva entre los hermanos, la gran familia de la Iglesia quiere ser ese río de vida que, guiada por el Espíritu Santo, pueda rehacer los puentes, curar las heridas, reparar lo roto, abrir los canales de comunicación"
"Seguir a Jesús exige, como Él lo hizo, dirigir la mirada y la atención a quienes más sufren, a tantos hermanos nuestros que quedan excluidos por las crecientes desigualdades económicas y sociales"
Durante el mes de septiembre, los cristianos de todo el mundo estamos llamados a profundizar nuestra relación con el Creador, con todos nuestros hermanos y con toda la creación. Cada primer día de septiembre celebramos la Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación, con la que comienza el Tiempo de la Creación.
Este tiempo finalizará el 4 de octubre con la celebración de la memoria de san Francisco de Asís, proclamado patrón de la ecología por san Juan Pablo II en 1979. Este año, su conmemoración coincidirá con el inicio de la XVI Asamblea General del Sínodo sobre la sinodalidad que tendrá lugar en Roma hasta el 29 de octubre.
El Tiempo de la Creación es también una iniciativa ecuménica que quiere unir a todos los seguidores de Jesucristo en un mismo camino de respeto y acción de gracias a Dios por el don de la creación. La llamada de Jesucristo a la unidad de todos los cristianos la conseguiremos con la oración, con el diálogo entre los teólogos y también con las acciones conjuntas en el campo de la evangelización y de la defensa del bien común, como sucede con el cuidado de la casa común que Dios nos ha confiado.
El lema de este año, «Que la justicia y la paz fluyan», se acompaña de la imagen de un río caudaloso, inspirado en las palabras del profeta Amós: «Que fluya como agua el derecho y la justicia como arroyo perenne.» (Am 5,24).
En el mensaje que el papa Francisco ha preparado para esta Jornada, también se juega con la imagen fluvial para hablarnos de la sinodalidad: «Como un río es fuente de vida para el entorno que lo rodea, así nuestra Iglesia sinodal debe ser fuente de vida para la casa común y para todos aquellos que la habitan.»
Ante una casa común que sufre por la destrucción progresiva de la tierra y por la tendencia destructiva entre los hermanos, la gran familia de la Iglesia quiere ser ese río de vida que, guiada por el Espíritu Santo, pueda rehacer los puentes, curar las heridas, reparar lo roto, abrir los canales de comunicación, mostrar la belleza de lo mucho que nos une y presentar el rostro y la persona de Jesucristo, el único capaz de regalar la vida, la alegría profunda y la paz del alma que el mundo busca con ansia.
Seguir a Jesús exige, como Él lo hizo, dirigir la mirada y la atención a quienes más sufren, a tantos hermanos nuestros que quedan excluidos por las crecientes desigualdades económicas y sociales. Una situación muy dura que se ve agravada por las consecuencias de la crisis climática y ecológica que estamos viviendo y que responde en parte a una sobreexplotación abusiva de nuestro planeta.
Queridos hermanos y hermanas, en este Tiempo de la Creación, participemos unidos todos los cristianos con iniciativas de oración y proyectos de sostenibilidad al servicio del ser humano y del bien común. Os animo a caminar juntos como Pueblo de Dios en comunión bajo la guía del Espíritu Santo para que la justicia y la paz fluyan.
† Card. Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona
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