Fiesta de Nuestra Señora de Suyapa ¿Tiene sentido que recemos a la madre de Jesús como "Reina de la paz" y al mismo tiempo se le den distinciones y méritos militares?
Tal vez haya que esperar años para encontrar una generación de cristianos que sienta ante tales situaciones lo mismo que los cristianos actuales sentimos cuando nos hablan de las cruzadas o de la inquisición
Recientemente en la parroquia que estoy en Honduras tuvimos la visita de Nuestra Señora de Suyapa, patrona de Honduras, que con ocasión del 25 aniversario de Ángel Garachana como obispo de esta diócesis, ha peregrinado por diversas parroquias de la diócesis de San Pedro. Ha sido una ocasión especial y llena de emotividad las casi 24 horas que ha podido estar con nosotros.
Sin embargo, más allá de lo bello de ver a un pueblo ante una ocasión tan especial y que tanto celebra, mis sensaciones de alegría contagiada por el fervor popular se mezclaban con la negativa sensación que me proporciona ver gente armada, y es que en todo momento la imagen de Nuestra Señora de Suyapa estuvo acompañada por el ejército y la policía, que la llevó en hombros hasta nuestro templo y la custodió dentro de el mismo.
Así que me pasé un tiempo reflexionando sobre la militarización que se contempla en el país, que hasta alcanza a una imagen religiosa, a la que han dado una distinción en el ejército. ¿Tiene sentido que recemos a la madre de Jesús como "Reina de la paz" y al mismo tiempo se le den distinciones y méritos militares? Si a todo el mundo le resultaría extraño ver a Jesús portando un arma, ¿qué hace natural ver a gente portando armas con Jesús? Mientras me hacía preguntas como esta, pensaba en cómo la situación en España podría verse extraña, hasta que caí en la cuenta de que en España la situación no es mejor.
En España hay un arzobispado castrense, cuyo titular es elegido de una terna que presenta el rey. A partir de aquí podemos descender al nivel que queramos, porque en todos los niveles hay unión militar o policial con la religiosa; tenemos ejército sacando en procesión a imágenes en semana santa, tuvimos a un gobierno que ordenaba disparar a personas ahogándose en el Tarajal, pero que limpiaba su imagen condecorando imágenes de la madre de Jesús, como si las medallas a imágenes religiosas pudisese contrarrestar el dolor hecho no solo a quienes murieron en el Estrecho, sino también a quienes después de sobrevivir se les llevó a centros de internamiento sin derechos, o se les devolvió en caliente y sin juicio. Yendo a lo local, en mi antigua diócesis, donde tristemente gana el partido de la xenofobia y el odio, las imágenes religiosas que procesionan en Murcia en viernes santo lo hacen acompañadas de militares que, para animar el acto, hacen malabarismos con armas de fuego ante la fachada del gran palacio rococó en el que reside el obispo que ve el espectáculo desde el balcón. La misma imagen de la Virgen de la Fuensanta, patrona de Murcia, está vestida con un fajín de general como el que llevaba el genocida Franco, si bien no es el mismo, ya que ese lo porta la imagen sevillana de Nuestra Señora del Baratillo.
¿Qué nos hace ver esto normal? ¿No deberíamos de ser quienes más nos opusiéramos a la violencia si queremos representar a quien más se opuso a ella? Tal vez haya que esperar años para encontrar una generación de cristianos que sienta ante tales situaciones lo mismo que los cristianos actuales sentimos cuando nos hablan de las cruzadas o de la inquisición. Yo seguiré empeñado en que la violencia, y las armas diseñadas para ello, así como los cuerpos pensados para la misma, son incompatibles con la paz que quiso enseñar Jesús de Nazaret, que leemos en el Evangelio y que deseo que un día se logre. La paz, algo necesario, y que solo se logrará con una justicia por la que día a día debemos trabajar, pero no se logrará ni con armas ni con violencia.