La Religión, transtorno mental

Por lo menos desde el 2013, con ocasión de la aparición del último DSM-5, están apareciendo noticias en las que se afirma que bastantes psiquiatras están preparando el terreno para declarar la religión como una enfermedad mental. Seguro que los mismos psiquiatras que han eliminado la homosexualidad de los trastornos mentales, quieren ahora incluir la religión dentro de ese capítulo de enfermedades.

Dijimos en el post anterior que la ofensiva estaba planteada en toda regla y en todas las áreas. El área de la ciencia es el que más me interesa y me preocupa. Las demás áreas, sobre todo la social, van detrás de ella, aunque tratan con el tiempo de independizarse de ella y adquirir vida propia.

Y ahora quieren poner la religión psicológicamente bajo sospecha. Esto va a constituir un nuevo reto para la Iglesia y sobre todo, para el modo en que presentamos la fe y el modo en que la vivimos, ordenes religiosas incluidas...

Ni que decir tiene que si transmitimos una fe de culpabilidad, negación, humillación y sometimiento, de ritualismo y de sacramentalismo, moralismo, con alguna veta de masoquismo y de negación neurótica de uno mismo, la cantidad de transtornos que podemos inducir en las conciencias de la gente es incontable, y en ese caso, posiblemente tengan razón los que quieren declarar la religión como un trastorno mental. Igualmente pasaría con los exaltados espiritualistas, que encauzan su neurosis religiosa a través de prácticas histéricas.

Si por el contrario, predicamos una fe de redención, perdón y misericordia, sanación, liberación, resurrección y Pascua, una fe moralmente encarnada y de sacramentos celebrados en un entorno espiritual de conversión y de fe, posiblemente daremos menos argumentos a los enemigos de la fe y de la religión.

Como digo, una "pasada por la Pascua", tanto de las estructuras eclesiásticas, como y sobre todo de la predicación ordinaria de la Iglesia y de sus ministros, primero los primeros, arreglaría grandemente todo este asunto, y dejaría sin munición intelectual a aquellos que quieren acusar a la religión (sobre todo, la religión cristiano-católica, que es el verdadero enemigo) de trastorno mental.

Lo arreglaría grandemente, aunque quizás llegamos también a esto demasiado tarde...
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