Nuevo testamento fílmico de Martin Scorsese El irlandés ¿Puede la misericordia de Dios vencer al mal contumaz?
190 minutos que son una vida y preparan las 9 secuencias finales
| Peio Sánchez
209 minutos de una obra maestra del genio de Martin Scorsese. En el terreno donde se hizo maestro, los gangsters y el crimen organizado italo-americano. En ella lo espiritual queda aparentemente ausente hasta los veinte minutos últimos, que son todo un testamento fílmico. Una puerta entreabierta a la misericordia de Dios tras el mal radical y consciente.
La película está protagonizada por un trío de viejas glorias- Robert De Niro, Al Pacino y Joe Pesci- acompañados por siete magníficos secundarios: Ray Romano, Bobby Cannavale, Anna Paquin, Stephen Graham, Stephanie Kurtzuba, Jesse Plemons y Harvey Keitel. Toda una historia del cine entrando por la rendija del postcine de Netflix. Aunque el propio Scorsese ha advertido: “por favor, han de verla en pantalla grande y nunca lo hagan en el móvil”. Y aquí el director muerde la mano de quien ha sido el inversor que había puesto 140 millones. Genio y figura hasta la sepultura.
Porque de eso mismo trata la película de la muerte, del mal y de la redención. La historia de Frank Sheeran, un sicario de la familia criminal Bufalino, que cuenta como traicionó a su amigo y famoso líder sindical de los camioneros Jimmy Hoffa desaparecido el 31 de julio de 1975 y sin dejar rastro hasta hoy. Inspirada en un cuestionado libro “Heard You Paint Houses” de Charles Brandt donde se cuentan las confesiones del pistolero que alude a como la sangre salpica las paredes tras sus asesinatos.
Frank/De Niro no es Hannibal Lecter, sin formación trabajaba de camionero y llega a aparecer como un tipo normal incluso un preocupado padre de familia. La obediencia debida de la banalidad del mal aquí no es al nazismo sino al mafioso Bufalino/Pesci. La víctima tampoco es un inocente, Hoffa/Al Pacino es un líder ególatra, corrupto y fajador. Los tres son una metáfora del mundo, de nuestro mundo de corrupción: los Kennedy y Nixon proyectan su sombra alargada sobre una época donde el Joker y Maléfica fascinan. La banalidad toma forma ontológica de mal escondido sobre una máscara de encubrimiento.
La pregunta radical: ¿por qué el ser humano es incapaz de arrepentimiento y conversión? El escalofrío como un resplandor recorre el espinazo de la película, cada minuto, cada arruga de los rostros, cada diálogo entre líneas. Como las hijas del protagonista el espectador no puede hablar y solo acierta a alejarse para no verse proyectado-manchado.
9 secuencias. El ajuste de cuentas. La despedida. La oscura mentira. El Cadillac para el cielo. En el cementerio. Con dos polis. ¿Algún remordimiento? Lo rápido que pasa el tiempo. Finalmente, la puerta entreabierta. Como si 190 minutos fueran una vida y 20 minutos fueran la última oportunidad entre el cielo y el infierno.
La pregunta más radical: ¿hasta dónde puede llegar la misericordia de Dios? Una meditación al estilo de la primera semana ignaciana para «estar siempre en regla con Dios». Aquí “Silencio” se proyecta sobre El Irlandés: “Písame. Yo he venido al mundo para que vosotros me piséis, he cargado con la cruz para compartir vuestro dolor”. Y cargar con vuestra contumacia en el mal, añado.