La campaña contra el Papa.
Pero además, con sus acusaciones de encubrimiento contra todo el mundo, Viganó deja en evidencia a los dos pontificados anteriores. Sobre todo culpable debe ser Juan Pablo II, que no daba crédito a muchas de las acusaciones, aunque en menor medida Benedicto XVI. Aunque en el caso de Benedicto XVI algo no estaría nada claro para que no fulminase del cardenalato a McCarrick como finalmente si hizo Francisco. Respecto a Francisco por lo menos ha conseguido que dimitiera de Cardenal el propio McCarrick 5 años después de ser elegido pontífice.
Quien hace cardenal y arzobispo a McCarrick es Juan Pablo II, y cuando se le hace cardenal y arzobispo, alguien como un nuncio, iría buscando información sobre él. De repente hoy, aparecen rumores de la década de 1980 que tenía fama de ser un depredador de seminaristas, aparecen acusadores silenciados, aparecen arzobispos, obispo, sacerdotes y hasta cardenales que todo lo sabían, y hasta el propio Viganó se enteró de ello antes incluso de que Benedicto XVI renunciase y se convocase aquel cónclave en el que se expulsó al cardenal irlandés Keith O’brian por abusos sexuales. ¿Como llega alguien así a donde ha llegado sino es por negligencia y encubrimiento? ¿Como puede ser queMcCarrick campase a sus anchas en Roma entre los cardenales que entrarían al cónclave y concediese entrevistas?
La carta de Viganó no es una carta de denuncia, sino la carta de un gran fanático, resentido y traidor. Si a esto agregamos los propios prejuicios de Viganó en su carta, debo no dar credibilidad a la misma. Viganó puede estar mezclando verdades con mentiras, y aprovechando un momento vulnerable del Papa Francisco, ha lanzado esto en venganza, tal y como hizo bajo el pontificado de Benedicto XVI.
Si algo deben hacer los obispos, es limpiar el clero no solo de esa insignificante cantidad de pedófilos, sino de la corrupción que el odio y la mentira genera en sus sacerdotes como es el caso de Viganó. El Papa debe ser firme y seguir adelante.