Que unas Clarisas de Córdoba corran el riesgo de perder su convento por reformarlo y tratar de sacarlo adelante me parece sorprendente. Pero lo que me horroriza de toda esta historia es que tengan que pedirle dinero prestado a un banco el dinero cuando nuestra querida Conferencia Episcopal y las diócesis están pensando en invertir su dinero en la bolsa. Y me parece que esas Clarisas no son cuatro ni media docena, por la foto parece que son bastantes.
Pues mientras nuestros obispos especulan en la bolsa, a unas religiosas las expulsan de su convento. Y a todo esto se une un déficit de 15 millones de euros de la Santa Sede, donde los lujos cuestan demasiado. Se ve que el dinero que dejan peregrinos y toda la Iglesia en general no da para más.
Yo no digo que la Iglesia se deshaga de sus posesiones, pero se agradecería un poco más que por lo menos en su seno se administren más los dineros. Por un sitio unas monjas lo pasan mal por el dinero, y eso que viven en sus extremos votos de pobreza, por otro lado unos obispos presumen de sus grandes beneficios en la bolsa, y a todo esto contrasta con el Vaticano donde los números rojos indican que allí se despilfarra. Algo no funciona bien y eso se nota, y si los unos malgastan, los otros especulan y unas monjas se quedan sin techo sin que pueda prestarles, que no regalarles, un dinero la Conferencia Episcopal es que algo sin duda va mal.