Felices fiestas, por ser feliz Pascua Año Nuevo, Luz de Vida
Natal de Luz y Epifanía de la Vida
| Juan Masiá SJ
Natal de la Luz y Epifanía de la Vida
(Prosigue la serie de posts en este blog: “Pensar la vida y cantar la fe, con Unamuno ante el Cristo de Velázquez”, n. 5)
Con permiso de los liturgistas elijo como primera lectura estos días de comienzo de año fragmentos del Cristo de Velázquez:
Es tu cuerpo, Cristo, espejo
del Padre de la luz, del sol vivífico...
...Solo tu luz lunar en nuestra noche cuenta que vive
el sol...
La luz de Dios se espeja como en foco
dentro tu corazón, que ya no late,
y es tu cuerpo cortina trasparente
del corazón. Tu blanco pecho quieto,
de la lámpara velo, no respira;
lago sin ondas, retratando al cielo
en su quietud serena y resignada,
nos da la lumbre inmoble y sin principio.
¡Oh luz queda, sin olas, luz sin tiempo,
mar de la luz sin fondo y sin riberas,
mar de la muerte que no se corrompe
y de la vida que no pasa mar!
Pero para leer el Evangelio el último día del año y el primero de Año Nuevo, lo más apropiado es san Juan (1, 1-5):
En el Origen-Genesis está siempre la Sabiduría de la Vida, viviendo de cara a la Fuente de la Vida. La Sabiduría es la Fuente misma, Vida de la vida. La vida es luz para el mundo humano, brilla en las tinieblas, que no pueden sofocarla...
El monje del templo budista de mi barrio en Tokyo ha caligrafiado en el frontispicio de su altar mayor el siguiente Kôan:
La Vida te vive
Me alegra la coincidencia con la espiritualidad joánica.
Un ultra-liturgista me escribe; “No te digo felices Pascuas, porque Pascua es en Semana Santa”. Y un “ultralaicista” me dice: “Felices fiestas solamente”. El primero se pasa por un extremo y el segundo por el opuesto. Yo prefiero felicitar la Epifanía de la Luz y el Nacimiento de la Vida.
Por cierto, en japonés, Año Nuevo se dice Primavera Nueva: frente a mi ventana apuntan ya los brotes de los cerezos en flor abrileños. Prefiero felicitar, tanto en clave de religiosidad como de secularidad, con las palabras de la carta de San Juan:
La Noticia Buena es que hay Vida desde siempre en el Padre-Madre, Fuente de la Vida. La Vida se maniferstó en Jesús (reflejo del Sol vivífico). Nosotros lo palpamos y os lo anunciamos para que , en unión de Koinonía con nosotros, compartáis nuestro gozo...” (cf 1 Jn 1, 1-4)
Navidad y Año Nuevo se abrazan como Pascuas, es decir, como tránsitos de éxodo de las tinieblas a la luz y de la muerte a la vida.
En clase de español para japoneses el profesor tuvo que aclarar por qué se dice “felices Pascuas” en Navidad, si es en Semana Santa la Buena Pascua. La guía turística en japonés sobre España divulgaba así:«Navidad, 25 noviembre es cristiana, Año Nuevo es sintoista. 8 de Abril florido es budista (nacimiento de Shakamuni). Pero tanto en vacaciones de invierno como en las de primavera, sin connotación religiosa, se puede decir “felices fiestas” ( fiestas de invierno o de primavera para el mundo laico del consumo y del turismo).
Tiene sentido celebrar como pascuas desde las Pascuas navideñas hasta la Pascua Florida: Son la Epifanía de la Vida, la fiesta cristiana de tradición original. Ya en el siglo II era el Bautismo en el Jordán Manifestación de la Vida como lo habían sido las bodas en Caná de Galilea. Luego siguió el recuerdo de los peregrinos orientales (ni magos ni reyes, sino caminantes guiados de noche por las estrellas... La celebración de Navidad vino después, en la Roma del siglo III y en la Capadocia del siglo IV.
Cuando en el siglo VI se multiplican las fiestas marianas, se fija la natividad de María el 8 de septiembre, copiándola de la del Bautista, el 24 de Junio, y se pone la fiesta de la Inmaculada nueve meses antes, el 8 de Diciembre. Más tardía fue la determinación de colocar la Anunciación el 25 de marzo La piedad medieval ayudó para que arraigasen en el imaginario popular los evangelios de la infancia mediante la escenificación de los belenes.
Mientras este recortrido por la evolución histórica nos ayuda a relativizar sanamente las tradiciones (así como a reinterpretar las dogmatizaciones), el contacto con otras culturas y religiones nos redescubre la convergencia de fiestas, ritos y creencias en el renacer primaveral de Año Nuevo (o su equivalencia en el verano fructífero y fecundo del hemisferio sur) y, en todo caso, a la vez que revisamos Navidad y Reyes, recuperamos la vivencia originaria cristiana del Natal de Jesús, Luz de Vida y la Epifanía de Cristo, Vida de la Luz. (cf El que Vive. Relecturas de Evangelio, Bilbao, Desclée de Brower, 2017, pp.117-120).
Nota: No es este el momento de comentar la ridiculez anacrónica y nada evangélica de llamar "Pascua militar" a la fiesta de la Epifanía, secularizada así en el Estado español en tiempos de sacralización centralizadora de ejércitos y monarquías.