Desde el Centro de Internamiento de Extranjeros de Ushiku Inmigrantes detenidos en Japón piden ayuda al Papa aunque no podrán verle
Con ocasión del paso del Papa por Tokyo, llaman la atención sobre sus problemas y la vida en los centros de detención
Los detenidos que le han enviados las cartas al Papa son de varios países: Brasil, Camerún, Bangladesh, Irán, Perú, Nepal, Sri Lanka, Mongolia, Congo, Sierra Leona...
Desde el Tokyo Catholic International Center, hacemos regularmente visitas a los detenidos
Desde el Tokyo Catholic International Center, hacemos regularmente visitas a los detenidos
| Juan Masia SJ
Trabajadores inmigrantes, detenidos en los Centros de Internamiento de Extranjeros de Ushiku (prefectura de Ibaraki, en Japón) quieren, con ocasión del paso del Papa por Tokyo, llamar la atención sobre sus problemas.
Detenidos de más de una decena de países (Brasil, Camerún, Bangladesh, Irán, Perú, Nepal, Sri Lanka, Mongolia, Congo, Sierra Leona, etc…) han enviado cartas al Papa en más de diez lenguas diversas exponiendo los problemas de su situación en los centros de detención.
Desde el Centro diocesano de Pastoral de Migraciones (CTIC: Tokyo Catholic International Center), hacemos regularmente visitas a los detenidos, aunque las limitaciones que impone el sistema legal del país dejen poco margen para prestar el apoyo humano, social, jurídico y espiritual que necesitan.
No será posible que el Papa Francisco, en tan corto viaje de tan apretada agenda, visite un Centro de Detención (aunque sabemos que él bien que lo desearía). Tampoco podemos soñar con invitarle a tomar un te-mate en la modesta oficina diocesana en la que estamos traduciendo para él las cartas de los detenidos. Pero, al menos, deseamos que esas voces se escuchen entre las informaciones que se dan sobre la visita del Papa.
Kozue OSAKO es unaconsultante jurídico-social y agente de pastoral , que afirma así en una entrevista: “Entre los extranjeros que viven en Japón con diversos status de visado, se plantean situaciones que requieren apoyo humanitario, social y jurídico como las siguientes: 1) los trabajadores jóvenes llamados a compensar la carencia de mano de obra en el mundo laboral japonés, 2) Los extranjeros que buscan asilo en Japón con el estatuto de refugiados, 3) las familias de los extranjeros que han venido a Japón para formar parte del mundo laboral, 4) residentes en situación irregular (por ejemplo, retraso en renovar su permiso de residencia) que son recluidos en los Centros de Internamiento en espera de su deportación o de un permiso temporal de residencia, pero sin permiso para trabajar.
Los jóvenes extranjeros llamados a suplir la mano de obra en los trabajos que los jóvenes japoneses no querrían asumir son considerados “mano de obra barata”
Los jóvenes extranjeros llamados a suplir la mano de obra en los trabajos que los jóvenes japoneses no querrían asumir son considerados “mano de obra barata”y son objeto de explotación en muchos casos.
Muchos de los que vienen a Japón pidiendo asilo como refugiados, han de pasar un examen de evaluación de su caso que suele concluir con la decisión de que no se les reconoce el derecho a ser aceptados como refugiados. A veces pasan años detenidos en espera de su deportación con el pretexto de que su caso todavía se está estudiando. En los casos en que se les reconoce temporalmente un permiso extraordinario de residencia, no se les permite trabajar, su situación económica y familiar sufre las consecuencias y están expuestos a que, sin previo aviso, cuando llega la fecha de renovar su permiso se les detenga en el acto y se les interne en el Centro de Detención de Extranjeros, en el que algunos han pasado meses y años. Otros son deportados forzosamente sin previo aviso. Con motivo de las deportaciones surgen situaciones familiares penosas, por ejemplo, los hijos nacidos en Japón que se ven entre la espada y la pared: o acompañar a la familia al país de origen sin saber la lengua, o quedarse en Japón separados de su familia deportada…”
He citado estas palabras de una jurista, agente de pastoral y consultante social, porque sería larguísimo citar los casos de quienes piden ayuda a la sociedad y a la iglesia. Al visitar a los internados en el Centro de detención duele ver de cerca la angustia de los detenidos, recientemente en huelga de hambre con motivo del suicidio de uno de ellos en las dependencias del Centro de Ushiku, al noreste de Tokyo. Era el caso de una persona que llevaba tiempo con depresión ante la larga espera en detención.
A la hora de hablar de quienes esperan a Francisco en Japón me ha parecido oportuno aportar esta información a un foro de tanta difusión mundial como es el de Religión Digital. Puede que por esa ruta lleguen más rápidamente a Roma los gritos de las periferias, tardando muchísimo menos que el rodeo que tengan que dar las cartas de los detenidos a través de los cauces oficiales.
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