"Libres de elegir si migrar o quedarse" Morir de esperanza...celebrando nombres y vidas de inmigrantes ( Con Jose Cobo y Jorge Dompablo)
No es política, es ortopraxis de la verdadera ortodoxia. Dos son las claves de la vida eterna y de su camino: la fe y el amor. Juan nos dice que el que cree tiene ya la vida eterna y Mateo nos explica la verificación de la fe que pasa por el amor: "Porque fui forastero...hambre, sed, desnudo, cárcel...". Yo hoy me hago discípulo de la vida y de la celebración, tanto en la mañana con Jorge Donpablo como en la tarde con José Cobo, pero sobre todo aprendiz de los que arriesgan su vida buscando la dignidad, el denario de lo humano.
| José MOreno Losada
“Morir de esperanza”
El lema de la celebración de esta tarde dominical a la que voy a asistir es “morir de esperanza”. Se trata de una liturgia preparada por la comunidad de san Egidio que será presidida por el arzobispo de Madrid José Cobo. Ya me han avisado que vaya temprano porque van a asistir muchas personas como ha ocurrido otros años. Celebración en medio de un Madrid tan cosmopolita y tan habitado por migrantes de todos los lugares del mundo. Ayer hubo una vigilia en la estación de metro de Aluche, organizada por “Pueblos Unidos”, un verdadero grito contra los CIE (Centro de internamiento para extranjeros), fue de una vivencia y emoción que traspasaba las almas en la comunión de la dignidad de lo humano. Allí estuvo también el futuro cardenal, porque siempre estuvo cuando era obispo auxiliar.
Yo, este año, lo estoy viviendo desde aquí y me está dando una perspectiva nueva. Allí en Badajoz he entrado en contacto con inmigrantes y lo he hecho más allá de razones institucionales, en claves personales. Es un tema que me trae tocado y por eso quiero hundirme más en su urdimbre y conocer realidades de este tipo en otros lugares. Esa razón me ha empujado –desde el Espíritu- a conectar con una comunidad parroquial que tienen que ver bastante con la inmigración, la parroquia de Nuestra Señora de la Guía, un bajo apartado frente a las cuatro torres columnas que se adentran en el cielo olvidándose de su realidad de criaturas. Llegué a ella a través de mi hermano en el presbiterio Fernando Rivas y allí he abrazado a su pastor Jorge Dompablo, que lleva dieciocho años junto a esta comunidad.
Se trata de una parroquia con otros parámetros de organización. El próximo viernes quiero acercarme al consejo de pastoral, donde se reunirán los grupos por los sectores organizados en torno a Mateo 25,31: tuve hambre y sed –ahí están todos- , fui forastero, en la cárcel… Quiero conocer esa estructura y modo de funcionar. Están muy ligados a un proyecto de acogida de inmigrantes que protagoniza Jorge, junto a muchos colaboradores, en los que se dejan la piel para que los de otra piel tengan hogar, comunidad, fraternidad cuando llegan y se ven perdidos, solos, hambrientos, con miedo.
Hoy me encaminé en metro a la parada de Begoña, iba leyendo el libro de Barry Tierno, “De África a Europa. Un camino duro en busca de una vida digna.” Me lo regalaron el domingo anterior en mi primer encuentro eucarístico con ellos. Y esta semana me ha acompañado como lectura espiritual y preparación para esta jornada, hoy pude decir una palabra de evangelio con el denario de la dignidad de este guineano, ganado con sudor y lágrimas, siendo de los últimos, aunque lleva desde muy madrugada buscando esa dignidad de trabajo, para él y su familia. Felicité a la comunidad por la inserción de este joven en sus vidas y en sus casas.
También recordaba a un senegalés que me conversó conmigo mientras yo tomaba una cerveza y el hacía malabares con la marquetería de su tierra de origen, con una alegría y una gracia asombrosa. Joven con casi tres años deambulando por estas tierras, sin tener todavía la residencia legalizada. Me contaba lo difícil que era encontrar un contrato para ultimas sus papeles, nadie lo contrataba. La propia ley no lo favorece para legalizarse, ley de contradicción. Yo recibí su elefante de la suerte, me pidió que no se lo despreciara, aunque ya le había dado algo, muy poco, para compartir. Me resuena su voz al escuchar el evangelio de hoy: “nadie me contrata”.
Jorge hoy en la homilía, que fue muy compartida, comenzó recordando que ayer el obispo Cobo había remachado en la vigilia que lo que estaban haciendo no era un acto político, no era política. Naturalmente se entendía el comentario de monseñor, curándose en salud de los que atacan estos compromisos cristianos. Jorge, como está más curado y con menos responsabilidades institucionales, digo que sí era política, que el cristiano ha de ser cristiano en todo lo que hace y es. No podemos ser los menos cristianos de los cristianos, decía él. Hemos de vivir en la calle lo que estamos compartiendo aquí con este evangelio de la viña y los trabajadores, la bondad de Dios traspasa la justicia humana y la trasciende. Eso nos tiene que quemar por dentro en el mejor sentido para que no haya nada que no esté tocado por el amor de Dios que quiere dignidad, trabajo, paz, justicia para cada ser humano.
Desde ahí se entendía el lema de la migración y del poder de elección de quedarse o marchar a otro lugar a buscar esa vida, esa dignidad, esa justicia a la que todos tenemos derechos porque compartimos un padre bueno.
Ahora en un rato volveremos a encontrarnos, seguro que será una ceremonia más larga que la eucaristía de esta mañana en el barrio, pero será desde la misma fe y la misma caridad. Algo nos empuja a celebrar juntos y creer. Así lo refieren los que han organizado la liturgia: “Coincidiendo con la 109ª Jornada Mundial del Migrante y Refugiado (JMMR), se realizará la liturgia «Morir de Esperanza» en la que cada año la Comunidad de Sant’Egidio recuerda con nombre propio a las personas que mueren en busca de una vida mejor en Europa. La Eucaristía estará presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo.” Allí estaré como oveja y como discípulo del maestro y pastor todos, Jesús de Nazaret.