Extraido de "Trama divina, hilvanes humanos" (Ed. PPC)PC) Silencio creativo y diligencia alegre paracuidar . IV Domingo Adviento.
Adviento...
Una mujer alentada por la buena noticia de su prima, que vive en la montaña en un pueblecito judío, se pone en camino, aprisa y va a llevar el cuidado y la ternura de su persona para acompañar y fortalecer un momento que va a ser de vida. Ahora todo se deja aparte para poner en el centro a la que en su debilidad va a ser madre. Lo hace María está esperando al Señor de la vida en su propio vientre, preanuncio del que ha venido no a ser servido sino a servir.
| Jose Moreno Losada
DOMINGO IV DE ADVIENTO
Lucas 1,39-45
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
Diligencia, bendiciones, alegría, saltos…
La dinámica del Adviento genera una fuerza de viento existencial que inflama de gozo el ambiente en la mayor sencillez. Desde el vientre de María, Jesús ya está empujando y llevando la alegría del evangelio a lugares donde hace falta la esperanza. El evangelio encarnado que se mueve y salta en las entrañas, en los vientres de lo más humano. La bondad se genera en el ámbito de la fe, de la confianza en Dios y en las personas, en los afectos y en los cuidados.
La alegría de Jorge y su compañía
Hace dos días intervinieron a Jorge Hernández, sacerdote de las Palmas de Gran Canaria, de una dolencia provocada por aneurismas cerebrales. Ayer me hizo una llamada wasap con video, desde su habitación, alegre por la evolución de la operación, sano y salvo. Hemos orado mucho por él y con él. Conversaba hoy con Georgina, la señora que nos ayuda en la limpieza en casa cada quince días, y se emocionaba con su recuerdo y cariño. Me hablaba que lo echaba muchísimo de menos tanto aquí en la casa donde compartimos estancia con José Antonio (ACG) y Eugenio (JOC), otros sacerdotes más, como en el edificio donde están las sedes de los movimientos de acción católica española. Jorge, para Georgina, es un ser de alegría y de luz, que cuando entra por aquellos pasillos lo inunda todo con su ternura y sus abrazos. Ella creía, la primera vez que lo vio, que iba a ser un hombre serio, pero la verdad es que nunca pudo imaginar que lo iba a añorar tanto. Son muchos los que subrayan su ausencia en los mismos términos y sentimientos. Ayer celebramos la eucaristía en la sede y lo tuvimos muy presente, le enviamos un audio-video cantando “el alegre la mañana” como signo de su alegría que sentimos y esperamos.
Jorge actualmente es el consiliario de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) un movimiento de raigambre y compromiso militante evangélico en medio del mundo del trabajo. Una joya en la Iglesia católica, signo de iglesia encarnada, misionera y comprometida. Ocupará este servicio durante cuatro años. Su labor ministerial ha estado siempre marcada por el espíritu de un evangelio de salvación para los que el mundo considera perdidos y sin horizonte, los que solemos llamar excluidos. Se ha dedicado en alma, vida y corazón a vivir en medio de los que podían necesitar luz y curación, y ha ido generando estructuras y medios facilitadores de procesos de sanación y confianza viva a los más débiles. Al día de hoy se trata de un proyecto de una gran envergadura. La fundación Yrichen, con razón, lo han hecho hijo adoptivo de Gran Canaria por el cabildo insular, aunque él claramente destaca que eso es la labor de un equipo y del encuentro de muchas ayudas y voluntades. Eso conjugado con las dimensiones de acompañamiento pastoral, parroquial, movimientos, especialmente la HOAC, etc. Y con una formación pastoral y teológica actualizada de primer orden. Me gusta como cuida su ser interior y su espiritualidad, el fundamento de su ser y de su hacer. Es ese espíritu el que genera confianza, alegría, familiaridad y provoca el salto y el ánimo en los que convivimos con él.
Cuando llegué este año a Madrid, con la intención de profundizar en mi ministerio, tras la jubilación docente en la universidad, venía con el deseo de compartir vida apostólica con los consiliarios de Acción Católica, ya que yo lo soy del movimiento de profesionales cristianos. Por eso, deseé hacerlo en el piso que está dedicado al uso de los consiliarios. No es fácil adaptarse a un momento nuevo, yo venía de la hiperactividad y con una agenda llena a una misión de interiorización y servicio, en mi ámbito diocesano y concreto. Madrid es otra cosa. Cuando llegó este hermano se encendió luz en el encuentro y comenzó una relación fraterna y apostólica. La facilidad para convivir, interiorizar, compartir, orar se hizo muy rápida, con sentimientos muy vivos, con mucha alegría y dando pequeños saltos, que fueron desde cambiar la iluminación en la casa, a comenzar un grupito de estudio del evangelio en la misma con otras personas, sacerdotes y laicos. Me admiraba cómo había dejado todo allí y se integraba y se encarnaba aquí para los años de servicio en el movimiento. Lo decía con claridad, ahora esta era su casa y así tenía que sentirla y me invitaba a mí a hacer lo mismo, por eso fuimos juntos de almacenes y bricolaje, como aquellos que han de poner a punto la vivienda a la que llegan. Era un signo de esta visitación de lo humano en la fraternidad del encuentro que genera vida y hace Iglesia verdadera en lo cotidiano de un existir y vivir juntos.
Jorge confiesa que tiene claro que ha de estar estos años y volverse, porque no es bueno permanecer más tiempo. Se hace el servicio y hay que regenerarse y renovarse tanto uno como el movimiento en este sentido de dedicación plena. Qué importante esta libertad para entregarse y para despojarse, vamos de paso y establecemos lazos de fe, esperanza y caridad que serán para siempre, pero libres de ataduras y posesiones, de búsquedas de uno mismo y de éxito, ni aún pastoral. Nada es comparable con el tesoro del evangelio y de su amor en Cristo.
Aquí estamos deseando que la convalecencia de la intervención sea muy rápida, porque queremos tenerlo pronto entre nosotros. Yo siento el vacío de este hermano que me ha enriquecido en el sentido del envío apostólico que nunca es en solitario; en la apertura a una misión que siempre ha de ser compartida, somos puros colaboradores del único maestro que es Jesús. Es cierto que nos encontramos cada día en el altar, pero queremos que nos abrace, deseamos sentir su ternura y sus cuidados y nos apetece estar juntos con él, por su diligencia, su alegría, su bendición y por los saltos que vamos dando juntos en este caminar de ministerio y servicio. Nos alegramos del éxito de la intervención y pedimos al Padre que la recuperación sea muy rápida, que Madrid sin Jorge, ya no es lo mismo, para nosotros es muy importante; y para su equipo de HOAC mucho más.
¿Dios tiene algo que hacer?
Cuando dibujamos en nuestros raciocinios la figura de Dios y lo hacemos en lo abstracto de una teología, nos alejamos del verdadero ser y hacer de la divinidad. Cuántas veces se le ha presentado como un ser todopoderoso que lo tiene todo hecho, sabido, ultimado y desde su poder, controla, dirige, etc. Sin embargo, no es así como se muestra en la historia de la salvación; ya desde el comienzo en la dedicación de la obra de la creación se ve un ser afanoso, muy centrado en lo que hace y en cómo quiere hacerlo. No deja nada a la casualidad, vigila que todo sea conforme a la bondad y al amor con que lo hace. Aparece un Dios que se descentra de sí mismo para centrarse en aquello que ha querido hacer, dándose en la acción de crear. De un modo especial se manifiesta este aspecto al darle vida al hombre y adquirir incluso el oficio de alfarero para mancharse sus manos en una labor de tierra y de espíritu, para darle el ser a un tú, llamado a la gracia del diálogo con su yo divino.
A partir de ese momento, todo en Dios va a ser religación con su creación y caminar junto al hombre cuidando de él y ofreciéndole un camino de libertad, de curación y de salvación. Maravilla contemplarlo en el peregrinaje por el desierto, previo al éxodo. Allí se hace nube, fuego, va adquiriendo la función que más bien puede hacer en la historia de la humanidad en la comunión con su pueblo, del que se declara no solo fundador, sino sobre todo padre querido que lo ha elegido por amor: “Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios”, ligados para siempre.
Cristo es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura, como nos dirá el apóstol Pablo, y nos da referencia de esta imagen haciendo la voluntad de aquel que lo envió para dar la vida y salvar el mundo. Jesús es el hombre centrado en Dios, que se descentra de sí mismo, para vivir en comunión con el padre y ser, sin límites, para los hermanos. Él es la buena noticia que no vive para sí mismo, sino para ser evangelio de los que más lo necesitan: los pobres, ciegos, cojos, pecadores, prostitutas… Ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido. Así se identifica y así se presenta desde antes de su nacimiento cuando en el vientre de María hace saltar de alegría a Juan, en el vientre de Isabel. Descentrados desde su propia generación porque su horizonte es la plenitud de lo humano como lugar de salvación entregada.
Así son también los que lo rodean y se acercan a él, los que viven a la luz de su amor y su dedicación a favor de los hermanos: María, Isabel, Juan…
La Iglesia hoy, las comunidades cristianas, los bautizados, estamos llamados como nunca al descentramiento que hace posible el ir a prisa –la diligencia- allí donde hacemos falta, con la alegría que contagia y eleva, con los cambios de saltos de mentalidad que posibilitan encuentros insospechados e inimaginables. Ahora es momento de esperanza y de gozo en el encuentro de aquellos que no se guardan para sí mismos y están dispuestos a dejar de hacer lo propio para hacer lo que es nuestro, de todos. Se trata de vivir a tono y a ritmo del propio Dios que ha querido hacer desde nosotros y para nosotros, despojándose de su categoría y su propiedad. Un Dios expropiado para utilidad pública, corriendo aprisa a la montaña de la necesidad y el dolor. Y María, su madre, al estilo de Dios, haciendo según su Palabra, dejándose llevar por la ternura del embarazo, poniendo el suyo junto al de Isabel, aquella pariente mayor. Apuntando maneras.
Notas hilvanadas
“Si te esperé toda una vida, ¿qué más da un poco más? Si te esperé toda una vida, nunca dije jamás”
(Dani Fernández-Te esperaré toda una vida)