Extraido de "Trama divina, hilvanes humanos" Ed. PPC La familia ¿contracultural? Ir a la clave del cuidado

La familia  ¿contracultural? Ir a la clave del cuidado
La familia ¿contracultural? Ir a la clave del cuidado Jose Moreno Losada

A Jesús, el deseo de lo profundo le llevará a vivir su ser familia de un modo absolutamente nuevo, a romper esquemas fijos para abrir otros modos, claves de vivir y de ser en un horizonte de universalidad y de amor. Por eso, acaba en una vida pública rodeado de todos los que son su madre y sus hermanos, los que escuchan la Palabra de la vida y se abren a ella en cualquier circunstancia, como hizo María y José.  Es lo que nos propondrá a nosotros para una mirada de luces largas y de esperanza total en el caminar de nuestra sociedad.

SAGRADA FAMILIA

Lucas 2,41-52

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta, según la costumbre, y, cuando terminó, se volvieron; pero el Niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Vivir y cambiar las costumbres familiares

Sorprende cómo Dios va innovando y ofreciendo  en la historia modos de vivir y de ser que rompen con la dinámica conservadora que se impone y permanece más allá de la razón y de cambios posibles. Lo hace en el modo de elección de su pueblo y en el proceso seguido para que se constituyan como tal. Eligió lo más pequeño, lo que no contaba y, por su poder, los hizo fuertes ante el faraón, sacándolos de Egipto con modos y maneras insospechables.

El propio nacimiento de Jesús y la configuración de su familia iba a suponer un modo nuevo de ser y de estar Dios con los hombres; el mismo Dios, siendo tan encarnado, fecundó la consideración de la humanidad y sus valoraciones, así como su horizonte. Jesús va al templo e irá descubriendo que el verdadero templo es su propia persona, que será destruida por su originalidad filial, para ser levantada para siempre de un modo nuevo. Va con sus padres, como solían hacer cada año, como era costumbre, pero él se adentra y conoce la realidad de un modo nuevo, profundiza, escucha, pregunta. La inquietud y el celo lo mueven por dentro y aunque vuelve con sus padres a Nazaret, en obediencia y costumbres. El deseo de lo profundo lo llevará a vivir su ser familia de un modo absolutamente nuevo, a romper esquemas fijos para abrir otros modos, claves de vivir y de ser en un horizonte de universalidad y de amor. Por eso, acaba en una vida pública rodeado de todos los que son su madre y sus hermanos, los que escuchan la Palabra de la vida y se abren a ella en cualquier circunstancia, como hizo María y José.  Es lo que nos propondrá a nosotros para una mirada de luces largas y de esperanza total en el caminar de nuestra sociedad.

Sara y Ángel se casan en la Iglesia, ¿algo contracultural?

Tras una preparación personal y cuidada para la celebración matrimonial de esta pareja, mi homilía comenzó con esa aseveración que sostiene que hay un cambio cultural profundo y que lo que estamos haciendo para la sociedad es un acto contracultural. Las razones son muy sencillas, vienen de la vida misma.

Primera razón: no es un acto social, ni por razones prácticas ni de tipo legal, sino por una opción radical por la otra persona y reconociendo que, en todo este proceso de amor, Dios es protagonista y que ha mostrado su generosidad con este don recibido por ellos. Por eso nos dijeron al comenzar:

 “Querida familia y amistades, os hemos invitado de corazón a este acontecimiento tan bonito de nuestras vidas: a nuestra celebración matrimonial. Estamos aquí para dar un paso más en nuestro compromiso de familia y amor. Siempre quisimos llegar a este momento no por un acto social, ni por razones prácticas y legales, sino porque Ángel ha querido casarse conmigo y yo con él. Hoy tenemos muchos motivos para estar felices, tenemos ilusión y esperanza, tenemos sentimientos y espíritu… y os tenemos a todos vosotros… Venimos a dar gracias a Dios y a pedirle que nos guíe en esta vida juntos, que ya empezamos hace tiempo y que seguiremos dando muchos pasos más.

Es contracultural porque no se considera un trato a “plazos”, sino un proyecto de vida que se fundamenta en lo que ya se ha descubierto y todo lo que queda por descubrir. Porque, además, se cree que, cuidando esta relación, está llamada a durar para siempre:

“Tras conocernos, decidimos libremente por la vida en común aprendiendo a convivir.  En el día a día hemos ido descubriéndonos como personas, tanto en las posibilidades y virtudes como en nuestros límites y debilidades. Hemos ido desarrollando una comprensión infinita hacia el otro, basada en un amor verdadero y libre que hemos trabajado para empatizar con el otro. Confiados, podemos decir que venimos en libertad y movidos por un amor sincero.”

Se cree en el amor eterno y abierto a la fecundidad. Se dice que los hijos son una bendición, por los que se va a dar la vida y que desean darles una educación abierta a la trascendencia en la que puedan descubrir el verdadero sentido de la vida que está más allá del tener, del poder y del atesorar:

“Juntos, hemos tejido sueños e ilusiones, desde los más simples como construir nuestro hogar, hasta integrarnos de lleno en nuestras familias, como un miembro más. Hemos vivido instantes inolvidables, aprendiendo a valorarnos, respetarnos y amarnos incondicionalmente en cada paso del camino. Hoy, nos presentamos ante Dios y ante vosotros para consagrar este amor mediante el sacramento del matrimonio, con el anhelo de que sea eterno. Asimismo, abrimos nuestros corazones a la bendición de los hijos, comprometiéndonos a educarlos con un amor y dedicación total, inculcándoles los valores humanos y cristianos que, a lo largo de nuestra vida, hemos atesorado y descubierto.”

Será a contracorriente porque Ángel se va a comprometer a hacer feliz a Sara sin cuenta de haber y debe, sabiendo que la medida sólo va a ser la libertad amada y comprometida en la realización del otro como motivo de la propia alegría:

“Sara, en el camino recorrido hasta aquí, te he descubierto como una persona de bondad, siento que eres fiel, cariñosa, familiar, cercana, espontánea, sincera y transparente. Comparto contigo muchas ilusiones incluso aficiones y deseo que seas siempre compañera de vida y mi gran amor. Yo quiero estar a tu lado en lo bueno y en lo malo, velar por nuestro bienestar emocional y compartir cada instante de nuestra vida juntos. Por eso hoy, en la presencia de Dios y ante esta comunidad, de familia, amigos, prometo amarte y entregarme a ti durante toda mi vida, en la salud y en la enfermedad, en el fracaso y en el éxito, compartiéndolo todo, hasta que la muerte nos separe.”

Y Sara, de un modo desnudo, se va a comprometer para que este encuentro y este enamoramiento sea tan vivo que con su vida lo sepa motivar en la experiencia de sentirse amado de un modo único y total:        

“Ángel, en el tiempo que hemos compartido, te he descubierto como persona educada y atenta, con una forma de ser que transmite inocencia y con una mirada transparente, sincera, cariñosa y leal.  Me encanta compartir contigo valores importantes y una visión de la vida y familia parecidas. Ha sido una suerte encontrarnos y enamorarnos. Deseo ser para ti amor, comprensión, confianza, sinceridad y honestidad, caminar contigo en momentos de luz y de dificultad para disfrutar juntos de la vida. Por eso hoy, en la presencia de Dios y ante nuestra familia y amistades, prometo amarte y entregarme a ti durante toda mi vida, en la salud y en la enfermedad, en el fracaso y en el éxito, en lo bueno y en lo malo, compartiéndolo todo, hasta que la muerte nos separe”.

La realidad cambiante no podrá romper la verdad del amor, pero esta verdad se tendrá que hacer verdadera en el marco actual, de un nuevo modo, con nuevas formas. Saber bendecir lo nuevo cuando está lleno de verdad y de amor es fundamental, a eso estamos llamados.

La familia en la clave del cuidado           

La Navidad nos ha presentado a nuestro Dios envuelto en la mayor debilidad, acostado en un pesebre y envuelto en pañales. La simbología del pesebre como apoyo y los pañales como envoltura no deja de ser la señal de la propia condición humana en la realidad de la carne, por eso hablamos de encarnación. La vulnerabilidad venimos diciendo que es base estructural de toda criatura, y en Cristo, el absoluto, el creador ha querido hacerse criatura, entrar en la debilidad por la vía de la carne, de lo propio de lo humano. Esta debilidad asumida es criterio de un amor entregado sin límites, aceptando la determinación de la necesidad y del cuidado como condición de vida. Nuestro Dios, en Cristo, se ha hecho receptor de cuidados para poder vivir en la verdad de lo creado. La pequeñez es la que tiene que ser envuelta en el marco de la ternura y del amor entregado.

Jesús encuentra la seguridad en la intemperie y en la pobreza, en la riqueza de una relación de confianza y fundamento con dos personas sencillas y pobres, María y José. La vivencia de la familia para este mesías es la posibilidad de salvación y de crecimiento en la gracia y en la sabiduría. La mediación familiar es el lugar propio del   crecimiento en lo oculto del que llega en debilidad y necesidad radical de apoyo y abrazo. Es en el marco de esta relación y red familiar donde Jesús va a ir enraizando y experimentando la fe, la esperanza y el amor que le llega del Padre y le prepara para tener su propia vida, su propio horizonte y la esperanza última del Reino del amor y la fraternidad para la humanidad. Será en esta base de hogar donde se vaya gestando un proyecto de vida y de inquietud humana y teologal que estará de fundamento en la misión que se apropia y reconoce en la sinagoga de Nazaret, cuando proclama el texto del profeta Isaías sobre la visión profética del reino de Dios, ahí está su misión.

Podemos entender que en la realización de ese compromiso por el Reino se abra al deseo de una base del mismo que tenga la esencia de lo que es una verdadera red familiar. En su quehacer evangelizador sobresale el deseo de generar comunidad en la vivencia de hermanos, con la mirada puesta en el Padre Dios. Hay un modo de vivir y ser en esa familia desde la Palabra, desde el propio Cristo que la encarna; no se trata por tanto de un vínculo sanguíneo o biológico, sino de algo muy radical que pasa por el espíritu del amor y de lo verdadero.  Hoy hemos de vivir, anunciar y comprometernos con este espíritu de familia allí donde se dé y se necesite. No estamos llamados a defender una institución, sino el verdadero espíritu que después sostendrá la forma que pueda parecernos más apropiada, pero sin excluir ni condenar otros modos de realizar el verdadero espíritu de lo familiar. Ya cantamos que donde hay caridad y amor allí está Dios. Y si está El cómo no va a haber familia.

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