Testamento espiritual de un nuevo santo

El 8 de diciembre serán beatificados 19 religiosos asesinados en Argelia, en 1996, por terroristas islámicos. El legado que nos dejó uno de esos monjes es magnífico.

Christian de Chergé, que vivió y convivió con musulmanes, dejó escrito: “Si me sucediera ser un día víctima del terrorismo yo quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia, recuerden que mi vida estaba entregada a Dios y a este país.

Desearía, llegado el momento, tener ese instante de lucidez que me permita pedir el perdón de Dios y el de mis hermanos los hombres. Y perdonar, al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiera herido. Yo no podría desearle una muerte semejante. Me parece importante proclamarlo. No desearía que este pueblo al que yo amo sea acusado, sin distinción, de mi asesinato.

Conozco, añadía, el desprecio con que se ha podido rodear a los argelinos tomados globalmente.

Conozco también las caricaturas del islam fomentadas por un cierto islamismo.

Desde ese conocimiento, creo que es demasiado fácil identificar este camino religioso con los integrismos de sus extremistas. Argelia y el islam, para mí son otra cosa, es un cuerpo y un alma. Lo proclamo a través de todo lo que de ellos he recibido, encontrando muy a menudo en ellos el hilo conductor del Evangelio.

Mi muerte parecerá dar la razón a los que me han tratado, a la ligera, de ingenuo o de idealista. Pero estos tienen que saber que por fin será liberada mi más punzante curiosidad. Entonces podré, si Dios así lo quiere, hundir mi mirada en la del Padre para contemplar con ÉL a sus hijos del islam tal como ÉL los ve, inundados por el don del Espíritu, cuyo gozo secreto será siempre, el de establecer la comunión y restablecer la semejanza, jugando con las diferencias”.

Me parece un gran legado que marca el horizonte hacia el que deben converger los fundamentalismos religiosos. Y para que eso, algún día, sea realidad debemos decir, alto y claro, que eso es posible.
Volver arriba