¿Es posible una Navidad al margen del consumismo?
¡Claro que hay cosas que puedo hacer! Y la solución emerge de la respuesta a tres preguntas muy directas: ¿qué compro?, ¿por qué lo compro?, ¿a quién se lo compro?
¿Qué compro?
Nuestros criterios de compra pueden estar orientados a valorar, en exclusiva la relación calidad-precio o podemos tener en cuenta criterios adicionales: de donde procede el café que tomamos o la ropa que nos ponemos; en qué condiciones se ha obtenido. Podemos hacer la vista gorda y está en nuestra propia libertad el hacerlo. Pero nos estaremos engañando si decimos que no está en nuestras manos hacer nada. Porque podemos informarnos acerca de si el alimento que vamos a comprar se ha obtenido sin dañar la naturaleza; si los muebles o el papel provienen de madera gestionada de forma responsable; si el producto se ha fabricado respetando los derechos humanos y laborales de las personas que han intervenido en ello.
¿Por qué lo compro?
Pregúntate si lo necesitas y luego actúa en consecuencia.
¿A quién se lo compro?
El interrogante tiene que ver con cuestionarse si en el proceso seguido hasta llegar a mí el producto las personas que han intervenido han recibido un precio justo por su aportación o si ha habido algún tipo de explotación. Piensa, por ejemplo, todo lo que hay tras el “top manta” y piensa si tienes alguna responsabilidad; si hay algo que puedas hacer.
No es fácil, lo sé, en la sociedad que nos ha tocado vivir. Cualquiera que me conozca personalmente me puede decir que por qué no predico con el ejemplo. Y tiene razón en echármelo en cara. Y, sin embargo, sé también que es el camino a seguir y no quiero renunciar a él. Lo escribo, por tanto, no solo para ti sino también para mí. Para ver si refuerzo mi convicción de que algo se puede hacer y me animo a actuar en consecuencia. Quizás deberíamos empezar a aplicarlos estas Navidades.