David López Royo Solidaridad y cambio
Son días en donde buscamos la paz y la fraternidad. No deberíamos alejarnos de esta meta. Los problemas se podrán solucionar si los tres protagonistas se empeñan en proyectar una solidaridad que conlleve un cambio que fluya del corazón.
Son fechas, las que estamos viviendo en estos días, que nos conducen a un espíritu de fraternidad ¡Ojalá supiéramos aprovechar esta oportunidad! Es el momento para cambiar.
Pretender desarrollar proyectos solidarios implica tener que enfrentarse a los problemas existentes en nuestro mundo. Si hiciéramos un análisis de los diferentes discursos de los mandatarios, de la mayoría de los países que configuran nuestro mundo, nos podríamos percatar que habría muchas coincidencias. Una, sin duda, sería el punto de encuentro: "es preciso tener esperanza y voluntad de solucionar aquello que nos aleja de la solidaridad".
No es fácil cambiar el rumbo de los acontecimientos; pero si existe voluntad de hacer pequeñas cosas, al final podremos hallar el camino para que los problemas puedan solucionarse. Existen gestos que llevan en su vivencia la solidaridad.
La solidaridad es un posible camino para comenzar a hacer las cosas de manera diferente. La solidaridad es patrimonio exclusivo de cada persona, y no puede ser adquirida por ningún grupo social. La solidaridad nace en el corazón de cada ser humano, por lo tanto es la capacidad que tenemos a nivel individual para hacer que ésta pueda vivirse de manera colectiva. La solidaridad es un valor universal que mira siempre a los demás desde la búsqueda de la dignificación.
La solidaridad se basa en el respeto y en la interacción constructiva entre las personas, y entre las sociedades que existen. La solidaridad no busca la revancha si no que establece el camino que debemos marcarnos para construir un mundo más justo.
En mis artículos intento generar un marco teórico en donde tres protagonistas sociales busquen trabajar conjuntamente: el tejido empresarial, los responsables políticos y el tercer sector. En estas fechas, momento de encuentro y camino de fraternidad, se puede dar el milagro. Sí, ese espacio, en donde los tres protagonistas decidan que el cambio solamente es posible planificando un proyecto de solidaridad, que pueda responder a los problemas que los mandatarios han enumerado en sus mensajes de Navidad.
Avanzar en esta dirección implica corresponsabilidad. No es tarea fácil; pero, tampoco, es un imposible de alcanzar. Sentir que la solidaridad que se fragua en nuestro corazón no se queda en el mismo, busca que fluya y se expanda a nuestro alrededor. Para que esto sea posible es necesario que se ideen proyectos conjuntos entre el tejido empresarial, los responsables políticos y el tercer sector, que puedan recuperar la dignificación de las personas.
Existen ejemplos que pueden iluminar la interacción que debe darse entre solidaridad y cambio. El tejido empresarial ha ido desarrollando a través, de su Responsabilidad Social Corporativa y de las Fundaciones potenciadas por el mismo, diversos proyectos con una gran vocación social. Son muestras de solidaridad; pero son algo más. Son experiencias que van marcando nuevas formas y maneras de implicarse en el intento de ir solucionando los problemas existentes en nuestra sociedad. Se podría decir que son estrellas que iluminan un camino de fraternidad y de encuentro.
Desarrollar una solidaridad que potencie el cambio supone idear proyectos que establezcan nuevos parámetros comerciales y económicos; pero también se deben implicar los poderes públicos y el tercer sector. Entre sí no son protagonistas que se excluyan, son sujetos clave para que pueda darse un cambio social.
El tejido empresarial busca, con su proyección económica y social, generar unas relaciones que reporten beneficios; pero éstos no deben de renunciar a potenciar una riqueza social. Los emprendedores empresariales saben que sus proyectos deben de tener un marcado acento social.
Los responsables políticos no pueden ignorar que, una solidaridad que lleve al cambio, únicamente será factible si saben regular normas de convivencia. Deben de asegurarse que su manera de hacer política pueda facilitar o entorpecer la generación de riqueza social. No estaría mal que los partidos políticos y sus responsables, en este tiempo de fraternidad tan especial, dedicaran parte del mismo a reflexionar sobre la manera en cómo ejercen su responsabilidad ¿Es servicio o es protagonismo?
La generación de riqueza social es un compromiso al que el tejido empresarial y los responsables políticos no pueden renunciar. Para lograrlo no pueden darse la espalda. Deben establecer un camino conjunto. La distancia nos puede llevar a la existencia de una brecha social. Los problemas de muchos países, empobrecidos por diversas variables, han tenido su punto de partida en la aparición de un distanciamiento social.
El tercer sector no puede quedarse al margen de este compromiso. Debe de ser protagonista y compañero de viaje. Hay que insistir en esta dimensión, porque de otra forma se convierte en un invitado decorativo que puede quedarse preso de los intereses particulares de los responsables políticos. El tercer sector quiere responder a necesidades concretas; pero necesita del apoyo social y económico del tejido empresarial y de los responsables políticos. Por esta razón, es muy importante que trabajen de manera conjunta intentando diseñar proyectos que den respuesta a los problemas que la sociedad.
Precisamos ser personas con alturas de miras, no quedarnos en nuestras circunstancias. Tenemos que valorar que los cambios sociales solamente son posibles si existe la búsqueda de una solidaridad compartida, que crezca en nuestro corazón, pero que tenga vocación de hacerse universal. No pueden existir, por tanto, intereses particulares. Lo que debe darse es una proyección global en el logro de la dignificación de las personas.
Son días en donde buscamos la paz y la fraternidad. No deberíamos alejarnos de esta meta. Los problemas se podrán solucionar si los tres protagonistas se empeñan en proyectar una solidaridad que conlleve un cambio que fluya del corazón.